Falta menos para que se resuelva el pacto (¿parto?) de gobernabilidad de las principales instituciones de nuestra comunidad. No sabemos si será niño o niña, ni si será necesaria la cesárea. Pero es demasiado lo que está en juego para que los ciudadanos y ciudadanas de a pie "pasemos" del asunto, y nos limitemos a esperar acontecimientos.

Lo primero que es necesario despejar son determinadas falacias que algunos, incluído el PP nacional en boca de Rajoy, difunden a troche y moche y que van calando en la opinión pública: deben gobernar automáticamente en las diversas instituciones los partidos más votados, aunque no tengan mayoría absoluta. Primer dato: curiosamente tal propuesta se realiza una vez conocidos los resultados electorales, no antes. Segundo dato: ¿por qué el PP, cuando tenía mayoría absoluta, no cambió la ley electoral que regula el modo de constituir mayorías? Pero hay más. Con tal propuesta interesada se pretende demonizar sin más a los posibles gobiernos de coalición y ningunear a los partidos minoritarios que (nos guste o no) gozan de una determinada tasa de electores. En principio es indiferente si el gobierno es monocolor, porque tiene mayoría absoluta, o si el gobierno es de coalición. Hay mayorías absolutas pésimas para los ciudadanos y al revés, y existen gobiernos de coalición adecuados y viceversa.

El problema radica, y éste es nuestro caso, en cómo se plantea una posible mayoría en el Parlament, en el Consell de Mallorca, y en el Ajuntament de Palma. Lo que parece obvio es que tal mayoría debería pilotar en torno al partido que ha obtenido más votos (léase en nuestro caso PP o PSOE), lo que no implica ninguneo alguno hacia los partidos minoritarios pero necesarios para llegar a un pacto de gobernabilidad. Pero tampoco puede significar que el minoritario, en nuestro caso UM, imponga todas sus condiciones. Sería muy difícil de explicar que UM, con dos concejales, ostentara la alcaldía de Palma; también lo sería compartirla por bienios. Aun siendo legal, no es de recibo, que un partido minoritario (en nuestro caso UM) gobierne en solitario y con escaso control el Consell de Mallorca mediante un simple apoyo casi automático de su socio en los plenarios. No se olvide que tal fórmula en el Consell fue posible por el apoyo del PP.

En el momento político que estamos viviendo en nuestra comunidad, UM debería ser la primera interesada (si tiene vocación política de futuro) en formalizar un acuerdo de contenidos y no sólo de cargos. Sin querer dramatizar lo que parece resultar evidente es que están en juego dos modelos y dos maneras distintas de gobernar que pueden condicionar nuestro futuro socio-económico y nuestra cohesión social y territorial. Ello debería suponer que UM, en base a un acuerdo programático, se implique en todas las instituciones y no se limite a simples apoyos en el Parlament. Ello supone formar parte del Govern, compartir el Consell, y participar en el Ajuntament de Palma.

Como es lógico el PP pondrá toda la carne en el asador. Aun siendo el partido más votado, ha perdido las elecciones puesto que su único objetivo era la mayoría absoluta. Tener que resituarse de modo imprevisto en el desierto de la oposición puede acarrearle elevados costes políticos y de otra índole, internos u externos. Para el PSOE puede representar, no sólo presidir o no un govern, sino la posibilidad real de recuperar a medio plazo su espacio político y electoral en nuestra comunidad, hoy un tanto devaluado y estancado. Para ello deberá plantear sus posibles pactos, y posterior formación del gobierno, desde unas premisas muy distintas al anterior Pacte de Progrés. Finalmente UM, como ya escribí la semana pasada, deberá decidir si plantea los pactos como en situaciones anteriores, o lo hace desde una visión estratégica de comunidad (¡no sólo de Mallorca!).

Al no poseer dotes adivinatorias no tengo garantías de cómo pueden concluir los pactos. Pero sí tengo por cierto que en esta ocasión están en juego muchas cosas. En primer lugar, cómo queremos que sea nuestra comunidad como garantía de nuestro bienestar más allá del pan para hoy... En segundo lugar, también está en juego el futuro de los partidos políticos en liza, y sobre todo el de sus actuales líderes.