Hace ahora casi seis años se puso en funcionamiento la mayor infraestructura hidráulica de Mallorca con la que supuestamente se ponía fin a la escasez de agua potable que sufría la isla en verano. Pero tras este lapso de tiempo, el trasvase de sa Costera ha puesto de manifiesto que las generosas previsiones iniciales por las que se emprendió un proyecto caro y casi faraónico no han dado los resultados esperados. Al menos los teóricos.

Tras culminar una inversión de 78 millones de euros en 2008, el trasvase ha bombeado en su mejor año la mitad del agua prevista. A ello hay que añadir que hasta hace muy poco tiempo ocho de las nueve bombas de impulsión estaban fuera de servicio por una avería en sus circuitos de refrigeración. Estos aparatos fueron "cayendo" uno a uno a partir del año siguiente de su puesta en servicio. Tras una inversión de 163.000 euros, cuatro de ellos vuelven a funcionar. La Agencia Balear del Agua y la Calidad Ambiental (Abaqua) prevé que los bombeos restantes estén nuevamente en servicio en el plazo de tres años.

Gabriel Serra es ingeniero del departamento de abastecimiento de aguas del Abaqua, que actualmente se hace cargo de la supervisión del trasvase. Conocedor de todas sus entrañas, comenta como el proyecto fue diseñado para captar hasta diez hectómetros cúbicos de agua al año, aunque "en el mejor año de funcionamiento se recogieron cinco". Matiza que "este caudal oscila en función de lo que aporte la fuente", algo que depende únicamente del ciclo de las lluvias. Según los datos que maneja el técnico, en 2013 el trasvase canalizó cuatro hectómetros de líquido, de los que 1,5 se suministraron a las poblaciones de Calvià, Andratx y Marratxí. El resto, hasta 2,5 hectómetros, se infiltraron en los acuíferos subterráneos de s´Estremera a modo de reserva hidráulica para los meses de verano. Los datos oficiales revelan que el agua recogida en sa Costera en 2013 representa menos de la mitad de la capacidad teórica del proyecto, que se situó en más de diez hectómetros. Y eso que el año pasado fue un período de generosas lluvias en la Serra de Tramuntana.

Un invierno seco

Precisamente el factor lluvia ha contribuido a la infrautilización de una infraestructura hidráulica en la que el caudal que aporta la fuente sa Costera es clave. "En momentos punta ha llegado a aportar hasta 5.800 metros cúbicos por hora", una cifra que dista mucho de los 280 que actualmente suministra. Ello se debe fundamentalmente a las escasas lluvias que se han precipitado a lo largo de este invierno. Al ritmo actual el depósito de 21.000 metros cúbicos que hay en el Port de Sóller necesita tres días para llenarse y tan solo cinco horas para que las bombas de impulsión lo vacíen.

El déficit de lluvias que deja el trasvase funcionando a medio gas, es una anomalía de la naturaleza que choca con la tesis de que "en invierno, cuanta más agua hay -afirma Serra- menor es el consumo". Lo cierto es que la teoría del proyecto consistía en aprovechar los recursos hídricos que aporta sa Costera los meses de invierno y almacenar el agua en los acuíferos de s´Estremera. Pero el invierno anormalmente seco de 2014, da al traste con el principal fundamento con el que se construyó el trasvase.

Otro dato que va en consonancia por lo dicho por el técnico, con el que también se pone en duda la amortización del proyecto, es el hecho de que en los meses de mayor demanda de agua, el trasvase ha de permanecer casi inactivo. El poco líquido que se acumula en el depósito de Sóller apenas sirve para cubrir la demanda que se genera en el valle. Sóller tiene los derechos adquiridos sobre 50.000 metros cúbicos, por lo que en los meses de julio y agosto la práctica totalidad del aporte del trasvase está al servicio de la población del valle.

Durante el período veraniego, el manantial de Escorca proporciona un caudal que puede variar entre los 50 y los 100 metros cúbicos por hora. Siendo generosos, el depósito del Port de Sóller necesitaría hasta ocho días para llenarse por completo, un hecho que pone en duda la justificación de una millonaria inversión como la que se hizo.

Por si fueran pocos todos esos contratiempos, el segundo gran aporte de agua que debía abastecer el trasvase está todavía fuera de servicio. Y sin estrenar. Transcurridos seis años de su puesta en servicio la administración no ha conseguido obtener el permiso sanitario para aprovechar el agua que fluye por el torrent Major, un líquido que antes de acabar en el mar debía ser canalizado a los depósitos del Port para su aprovechamiento. Y eso que esta captación fue la que cosechó el mayor rechazo social y tuvo que ser modificada para calmar a la población de Sóller.

A pesar de estos inconvenientes, para Serra el trasvase sigue siendo rentable y le sale más a cuenta a las arcas públicas que echar mano de las plantas desaladoras "porque la producción de agua potable sale mucho más barata".

Agua desalada y cara

La red de abastecimiento de agua potable que gestiona el Abaqua tiene sus principales aportes en sa Costera y las plantas de desalinización de Palma y Calvià. Pero el uso de estas fábricas potabilizadoras se hace con prudencia por los altos costes que implica potabilizar el agua de mar. En especial por su alto coste energético. El uso limitado de las desaladoras llega hasta tal punto de que a día de hoy las plantas funcionan a la capacidad mínima y con paradas periódicas de dos semanas en intervalos de cuatro.

El porqué. El precio de producción de un metro cúbico de agua en una desaladora se sitúa en los cuatro euros, una cifra que, en opinión de Gabriel Serra, multiplica por ocho el coste del agua que se bombea de sa Costera. Actualmente los mil litros rondan los 45 céntimos de euro.