Con una inversión superior a los 78 millones de euros, el trasvase de sa Costera consiste en una tubería de 30 kilómetros de longitud (nueve de los cuales son submarinos), y un diámetro de 1,2 metros, que canaliza el agua entre el manantial y Palma. El tubo submarino está recubierto por una capa de hormigón, que además de protegerlo de la oxidación, actúa como lastre para mantenerlo en el fondo del lecho marino.

A lo largo del resto del trazado -ya en tierra firme- hay varios depósitos y arquetas desde donde se conduce el agua hacia la red de abastecimiento de la isla y los acuíferos subterráneos de s´Estremera. Su control se realiza desde la estación de Son Pacs, en Palma, desde donde se maniobran los bombeos, se controla su funcionamiento y se administra el caudal que se guarda en un gran acumulador situado en el Port de Sóller. Cada bomba tiene una potencia de 855 kilovatios. El trasvase fue creado para proporcionar hasta diez millones de metros cúbicos de agua de primera calidad, un volumen que tenía que representar una cuarta parte del consumo que realiza la ciudad de Palma en un año. Las previsiones fueron demasiadas generosas en comparación con la realidad. El trasvase puede abastecer a los municipios de la bahía de Palma, el Pla y el Raiguer de Mallorca. Además, es reversible y puede bombear agua hacia Sóller.

El lodo en suspensión averió los bombeos

Las averías en la maquinaria del trasvase no tardaron en producirse. Tan solo un año después de su puesta en marcha fueron averiándose los bombeos que impulsan el agua desde el Port hasta Palma a través del túnel de Sóller. De las nueve máquinas tan solo quedó una operativa hasta que hace poco se repararon cuatro. El origen de estas averías se localizó en el sistema de refrigeración de las bombas donde los limos en suspensión en el agua provocaron la rotura de unas piezas internas y fugas de agua. El problema se ha solucionado instalando un sistema de filtrado de agua para que el líquido refrigerante llegue completamente puro a las bombas de impulsión.