Análisis

No hay xenofobia, porque los extranjeros somos nosotros

En la era del rup(turismo), el europeo rico ya no quiere una casa en Mallorca, quiere tu casa en Mallorca

Matías Vallés

Matías Vallés

Ha empezado la era del rup(turismo) pero, ¿cuándo se acuñó un desastre ya irreversible? A mediados de los noventa, con Jaume Matas en el Consolat y bajo la divisa del ParcBit. Este engendro simboliza el fin de la riqueza de Mallorca, y el comienzo de la depredación salvaje solo para clientes extranjeros.

Aquel Govern convocó un concurso de ideas para el ParcBit. Un irónico Elías Torres participó con un proyecto que reproducía íntegramente el pueblo de Sencelles en la zona designada, con abundancia de fotos del original. En efecto, la mejor Mallorca era la anterior, un criterio que afecta al futuro Paseo Marítimo del arquitecto ibicenco.

Era inevitable por tanto que el rup(turismo) de la manifestación del próximo sábado eclosionara en Sencelles, un reducto idóneo para acometer la revuelta de los esclavos de las clases medias indígenas, a falta de encontrar un Espartaco/a en condiciones.

El rup(turismo) parte de un sencillo axioma: Usted no puede ser mallorquín. En ningún caso debe culparse de xenofobia a los nativos, porque los extranjeros en la isla somos nosotros. En todo caso, los burgueses aborígenes ejercen la plutofobia o asco a los opulentos. Porque el europeo rico ya no quiere una casa en Mallorca, quiere tu casa en Mallorca, bien sea la que administras en propiedad o la que deberías aspirar a comprar a precios de mercado español. Y el depredador centroeuropeo estaría dispuesto a pagar un suplemento por su adquisición inmobiliaria, si conllevara tu evacuación en un barco de rejilla, forastero.

La prueba del desalojo son las amenazas criminales de «¿quieres vender tu casa?» que los buitres inmobiliarios depositan ahora mismo bajo cada portal palmesano, órdenes de expulsión camufladas o la señal de Herodes. Todo legal, porque España abandonó a los contribuyentes mallorquines después de succionarles hasta el tuétano. En cuanto a las supuestas autoridades locales, incluidas o empezando por las izquierdas, sabían que estallaría un motín antiesclavista, pero aceleraron la degradación para garantizar que la respuesta llegara tarde. Han triunfado, porque la lucha comienza con tanto retraso que no se trata ya de conservar Mallorca, sino de amortajarla.

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