Xavier Torrens, director de Espiral: "El principal problema de la pobreza infantil en Baleares es que es invisible"

«Es muy difícil que una familia que trabaja solo tres o cuatro meses en temporada alta pueda mantener a sus hijos e hijas», opina el director de la entidad Espiral  

Xavier Torrens: "El principal problema de la pobreza infantil en Baleares es que es invisible"

B. Ramon

Nair Cuéllar

Nair Cuéllar

Xavier Torrens (Barcelona, 1977) es director de Espiral, una entidad con 21 años de historia que trabaja en el litoral de Llevant de Palma para mejorar la situación de niños y jóvenes de 3 a 16 años y sus familias. Para conseguirlo, la clave es poner en marcha a «toda la tribu», explica Torrens valiéndose de un proverbio africano, que significa que para la educación de los pequeños es importante «trabajar con el colegio, los servicios sociales y el resto de entidades». Señala la importancia de «conseguir transformaciones» y de que las políticas públicas tengan en cuenta este impacto para conocer «si se está aplicando el gasto donde más se necesita».

¿Cuál es el objetivo de Espiral? 

Trabajar para mejorar la realidad de niños y niñas, jóvenes y sus familias y evitar situaciones de riesgo de exclusión social. Y lo hacemos desde una oferta de actividades socioeducativas, abiertas e inclusivas, de tiempo libre educativo y de programas de formación. 

¿Qué programas y actividades hacen para conseguir su misión? 

Tenemos el programa Obert, que es el de infancia, juventud y familia. Un programa abierto, el mismo nombre lo dice, inclusivo. Nuestros programas y actividades están disponibles para cualquier perfil, pero es verdad que la mayoría tiene una fuerte conexión con el territorio, porque vive aquí, va al cole aquí y su familia trabaja aquí. En 2023 un tercio de las familias del programa Obert venían, lo que llamamos coloquialmente, por puerta, porque tenían una necesidad de conciliación o simplemente elegían nuestras actividades porque les gusta lo que hacemos. El resto tiene un tipo de ayuda o beca de asistencia que puede ir desde un 10 hasta el 100% del coste. Lo que buscamos es que los espacios donde hay niños y niñas sean lo más similares posible a lo que viven en el colegio por las mañanas, porque hay multitud de perfiles, de orígenes y de realidades, para así no crear guetos. Y es que por las tardes las familias que tienen más posibilidades se van a un perfil de actividades y las que no, se van a aquellas de servicios sociales, y nosotros queremos romper un poco ese estigma. 

¿Con qué tipo de situaciones lsuelen lidiar? 

Hay un porcentaje bastante alto de familias monomarentales o que no tienen familia extensa. En algunos barrios hay poca oferta lúdica, por ejemplo en el Coll d’en Rabassa y El Molinar, la oferta de extraescolares que pueden ofrecer las asociaciones de familias de los colegios es muchísimo más amplia que la que puedan ofrecer a lo mejor en el Arenal. Y luego la capacidad de las familias tampoco invita a que puedan ir a según qué tipo de extraescolares. Nosotros durante el periodo lectivo ofrecemos a las familias en Espai Obert un espacio lúdico y socioeducativo, y con el Servei de Suport, un espacio de apoyo escolar. Pueden venir a los dos servicios o solo a uno. Incluso hay niños y niñas que necesitan venir cuatro días a la semana a hacer suport, los hay que les bastan dos, los hay que lo que necesitan es trabajar hábitos y las familias les apuntan para trabajar este tema. También hay familias no solo que no están, sino que no tienen nivel académico suficiente como para resolver y ayudarles en las tareas, entonces nosotros suplimos un poco esa parte, siempre en coordinación con los colegios. 

¿Notan mejoras evidentes en los niños con los que trabajan?

Sí. Llevamos trabajando un par de años en la exportación de información y ahora estamos viendo los resultados. Más del 80% mejora el rendimiento académico y tres de cada cuatro mejora aspectos de su plan individual. 

¿Como cuáles?

Mejoran las habilidades relacionales, tanto entre niños como con adultos. También hay aspectos de mejora en cuanto a gestión emocional. Este aspecto lo trabajamos cada día con ellos, adaptándolo a las diferentes edades con una pequeña dinámica y con un pequeño juego. 

Y en las familias, ¿han notado mejoras?

Este año hemos empezado a trabajar con planes de trabajo familiar. Hasta ahora, si los niños o niñas lo necesitaban, tenían su plan de trabajo individual. Hay un proverbio africano que dice que para educar a un niño hace falta toda la tribu, entonces nuestra máxima es no trabajar solo con los niños y niñas, sino también con el colegio, con los servicios sociales y con el resto de entidades. Hay familias que ya tienen un plan de trabajo específico, que van un poco más allá de un acompañamiento, de una información, porque necesitan a lo mejor mejorar en habilidades de crianza o de comunicación, por ejemplo.  

¿Se han encontrado en la entidad con alguna situación extrema en sus 21 años de existencia? 

Sí, claro, hay de todo. Ha habido familias con hijos muy pequeños que estaban compartiendo casa con otras personas y tenían desconfianza de que el entorno fuese el más apropiado. En esos casos hemos trabajado en red con servicios municipales para encontrar una solución habitacional. También hemos visto casos de éxito de personas que estaban a punto de volver a su país o de volver a otro sitio de la península y cómo gracias a unas formaciones hemos conseguido su inserción laboral. Estas situaciones son las que te dan un poquito de energía para seguir funcionando.

Recientemente Unicef ha sacado un informe en el que desvela que la vivienda afecta a los niveles de pobreza infantil. Aquí en Balears los precios están por las nubes, ¿ha podido apreciar esta relación? 

Sí, hemos tenido casos en los que las familias nos comentan que tienen mucha dificultad para encontrar, ya no pisos, sino habitaciones. Vemos que a pesar de que los sueldos han ido en términos absolutos mejorando y no podemos decir que los convenios colectivos mayoritarios sean malos, hay una precariedad en las jornadas laborales y en las duraciones de los contratos. Es muy difícil que una familia trabajando tres o cuatro meses en temporada alta pueda mantener a sus hijos e hijas. Si encima el territorio es limitado, la cantidad de vivienda también, y hay especulación en cuanto a precios, en cuanto a entradas de personas con un poder adquisitivo alto que lo que te hacen es distorsionar el mercado con la capacidad económica que tienen las familias, es muy complicado. 

Xavier Torrens en un momento de la entrevista.

Xavier Torrens en un momento de la entrevista. / B. Ramon

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Trabajan esencialmente en El Molinar, Coll d’en Rabassa y Arenal de Palma y Llucmajor. Son zonas en las que la pobreza y el lujo se dan la mano. ¿Con qué se encuentran en este sentido en Espiral? 

Eso mismo, ese choque, ese cambio de perfil que se nota en muchísimas cosas. Por ejemplo, las familias en algunos barrios se preocupan muchísimo por saber qué tipo de actividad van a hacer sus hijos mañana, qué han hecho hoy y cómo ha ido, y están de manera presencial. Les ves, les identificas, reconoces quién es el padre o la madre de tal niño o niña. En cambio, hay otros barrios en los que no les conoces. A veces hay una cuestión cultural. Es culturalmente muy extendido en países africanos, por ejemplo, que los niños y niñas vayan por su cuenta, de casa al cole, del cole a casa, a comprar... Lo tienen muy arraigado. Y en cambio, en otro tipo de familias, ya no solo las españolas o mallorquinas, se hace ese acompañamiento hasta bastante más tarde, lo que tiene sus cosas buenas y sus cosas malas, pero la diferencia sí que la vemos en ese sentido. Y cuando estamos acompañando a esas familias, tenemos que tener muy en cuenta evitar ese juicio cultural. Sobre la vivienda hay una historia curiosa. Hay una campaña de apadrinar cartas a los Reyes Magos en las que los niños y niñas escriben lo que les gustaría tener, y encontramos una en la que se pedía a los Reyes una ventana en su habitación. Fue en el 2021 o así, después del confinamiento.  

La tasa de pobreza infantil en España es ya la más alta de la Unión Europea. Desde que empezaron en 2003, ¿han notado este incremento en Espiral? 

Sí, porque hemos ido aumentando el número de centros en los que estamos. Y eso significa que somos necesarios. De hecho, así como en algunos centros estamos subiendo el número de niños y niñas, en otros estamos bajando porque hay más oferta de actividades en ese territorio y las familias se lo pueden permitir. Y eso es bueno y es malo. Es malo para nosotros, porque baja el nivel de asistencia, pero es bueno porque no somos necesarios. Cuando eso sucede, reubicamos recursos, los que no son necesarios aquí, los ponemos en otro sitio y desarrollamos otro tipo de servicios que puedan ser más necesarios. Es curioso cómo hay gente que cuando le explicas a qué te dedicas te pregunta, ‘ah, ¿pero aquí hay pobres en Mallorca? Y eso es porque inconscientemente identificamos como pobreza a la pobreza severa. Apersonas sin techo, buscando por contenedores...Pero que un niño o niña esté en una casa donde no puede comer proteínas más de dos o tres veces a la semana, tiene dificultad para comprar el material escolar o no puede hacer actividades extrascolares, no, y estas son las situaciones reales de pobreza infantil. Por lo tanto el principal problema de la pobreza infantil en España y en Balears concretamente es que es invisible, y ese es el drama.

¿Cree que la Administración hace lo suficiente para mejorar la situación de estos niños? 

Hacer, hace. Lo que pasa es que los datos son los que son y por lo tanto no basta. También es verdad que no hay una buena evaluación de impacto de las políticas públicas. Es decir, a nosotros se nos exige informar del impacto que hacemos. Atendimos a 619 niños de 305 familias en el programa Obert en 2023. Y ese mismo planteamiento deberíamos pedirlo también en las políticas públicas. Es decir, con lo que están gastando, ¿qué están transformando? Porque si no estamos consiguiendo transformaciones, no estamos aplicando el gasto donde más se necesita. Y este cambio en las evaluaciones de impacto de las políticas públicas debería ser una prioridad, porque no se trata de gastar más, sino de gastar mejor.

Si ahora el Govern le dijera: ‘pidan desde la entidad lo que quieran, que se lo concedemos’, ¿qué le pediría?

Primero, aumentar la confianza en las entidades, sobre todo en las que estamos muy cerca de las personas. Segundo, que se tuviera esa mirada de impacto que antes mencionaba. ¿Qué estamos consiguiendo transformar con el gasto social que como Govern se está haciendo? También pediría una apuesta muy clara por combatir la pobreza infantil. Eso puede pasar por una renta básica universal, facilitar la crianza de esas familias con la gratuidad de la educación de 0 a 6 años, ampliar las ayudas a la maternidad, las prestaciones por hijo... Y finalmente, pediría promover y el refuerzo del trabajo comunitario, que supone una red de apoyo que ayuda no solo a los cuidados, sino también al desarrollo individual y social.

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