Montse Palau, una de las afectadas en Mallorca de Covid Persistente: «Estoy muy cansada de vivir agotada»

Este jueves se cumplió el cuarto aniversario del inicio del encierro al que todos los ciudadanos se vieron sometidos para tratar de contener y evitar la pandemia del coronavirus

Son Espases acogió una jornada para conmemorar el primer aniversario de la presentación de la Covid Persistent Associació Illes Balears

Francisco Fanjul, Antonio Portells, Maribel Sureda, Montse Montmany, Cristina Seguí y telemáticamente José Méndez, ayer en Son Espases.

Francisco Fanjul, Antonio Portells, Maribel Sureda, Montse Montmany, Cristina Seguí y telemáticamente José Méndez, ayer en Son Espases. / Nair Cuéllar

Nair Cuéllar

Nair Cuéllar

El 14 de marzo de 2020 se decretó el Estado de Alarma por la pandemia del coronavirus y empezaron cien días de confinamiento que cuatro años después son solo un mal recuerdo para muchos ciudadanos, mientras que para otros siguen siendo algo muy presente. Con motivo del cuarto aniversario de esta efeméride y especialmente para conmemorar el primer aniversario de la presentación de la Covid Persistent Associació Illes Balears (Copaiba), Son Espases acogió este jueves una jornada en la que afectados y diferentes profesionales explicaron las características y complejidad de esta enfermedad.

Montse Palau, afectada de Covid Persistente y miembro de la entidad, explicó a los asistentes -congregados en el Salón de Actos del hospital universitario, muy espacioso, para evitar contagios- cómo hace cuatro años y tres días comenzó a tener síntomas. «La atención recibida en ese momento fue muy pobre, porque eran unos días muy difíciles», critica comprensiva. Recuerda que estuvo un mes y medio de baja, en casa, con el inconveniente de que vivía con una persona -su marido- a la que recientemente le habían trasplantado un órgano y a la que -reconoció con angustia- finalmente contagió. «Él se curó, pero yo desde entonces no he vuelto a ser la misma persona», apuntó Palau con pesar. Contó que aunque se siente en cierto modo afortunada, porque a diferencia de otros afectados por la enfermedad, ella puede seguir trabajando, su principal problema, y que ha cambiado su vida al completo, es el agotamiento físico. «Llevo así cuatro años. Al final he necesitado la ayuda de antidepresivos, porque la sensación de impotencia que tienes es indescriptible, porque los médicos no encuentran un motivo para ello», reconoce. «No puedo subir escaleras, ni hacer las cosas de casa. Invierto la poca energía que tengo en trabajar y fuera de esto no tengo vida social, porque cuando termino la jornada no puedo hacer nada más», describió para concluir que está «muy cansada de vivir agotada».

La vicepresidenta de Copaiba, Maribel Sureda, contó que su periplo empezó hace dos años, exactamente un 7 de marzo. «Mi vida anterior era muy activa. Tenía un cargo directivo, dirigía equipos, tengo dos hijos y estoy separada, con lo que eso conlleva, y me encantaba hacer excursiones». De hecho señaló que el 1 de marzo de ese año se fue a Sóller a caminar y que seis días después se contagió «y se acabó todo». Sureda utiliza un caminador para poder desplazarse, tiene disautonomía, su cerebro «no da las órdenes adecuadas», no le llega bien el oxígeno a los músculos, tiene deterioro cognitivo y «un cansancio brutal».

Además de todos los síntomas que padece, la vicepresidenta de la entidad profundizó en las dificultades que todo ello implica. Desde procesos judiciales «muy costosos a nivel económico y judicial», hasta la repercusión familiar. En este sentido, se emocionó al apuntar que «quienes viven contigo, que en mi caso son mis hijos, lo pasan muy mal».

El caso de Antonio Portells, presidente de la asociación, dio testimonio de lo actual y presente de la enfermedad, puesto que aunque acudió al coloquio, se encontraba en ese momento ingresado en Son Espases con neumonía. Acudió al hospital porque presentaba los mismos síntomas que cuando se contagió de covid en 2020. «Entonces pasé unos días con fiebre y estaba muy fatigado, hasta que el 24 de diciembre ingresé y la misma noche me intubaron. No recuerdo nada más, pero me llegaron a hacer incluso una traqueotomía», relató. Portells destacó que aunque se hable de Covid Persistente, se trata de un término muy amplio, ya que -dijo- «el coronavirus es también repetitivo». Por todo ello, concluyó manifestando un deseo: «Despertar la investigación para que se averigüe por qué pasan estas cosas».

Más de 200 síntomas

Precisamente esa es una de las peticiones que hacen desde Copaiba, además de formación, información y codificación de los pacientes. Así lo explicó Montse Montmany, vocal de la entidad, quien además, entre los objetivos de la misma, añadió «que haya una unidad de Covid Persistente en Balears». Por otro lado, profundizó en los síntomas que hacen que esta enfermedad suponga un fuerte impacto «físico, psicológico, laboral y familiar».

«Podemos padecer fatiga, dificultad para respirar, agotamiento, mareos, déficit de atención, caída de cabello, falta de olfato y gusto», enumeró. Y es que se han asociado más de 200 síntomas a esta enfermedad, que según la Organización Mundial de la Salud (OMS) llegan a desarrollar entre un 10 y un 20% de los infectados.

La jornada también contó con la presencia de las trabajadoras sociales de Atención Primaria y de Son Espases, Neus Crespí y Conchi Rodríguez; del subdirector médico del hospital universitario, Francisco Fanjul, además de con la intervención telemática desde Madrid de José Méndez, presidente del Foro Español de asociaciones de Covid Persistente, al que pertenece Copaiba.