Juzgado por lanzar cócteles molotov contra la casa de su exmujer en Palma

 La fiscal solicitó ayer once años de cárcel para el sospechoso, que también está acusado de incendiar el coche del hijo de la víctima

"Yo no he hecho nada de lo que se me acusa. Soy inocente", proclamó el hombre ante la magistrada

El acusado, ayer al ser trasladado a la prisión de Palma.

El acusado, ayer al ser trasladado a la prisión de Palma. / B. Palau

B. Palau

B. Palau

 Un hombre de mediana edad fue juzgado ayer en Palma por intentar incendiar de madrugada la casa de su expareja arrojando cócteles molotov después de presuntamente quemar también el coche del hijo de la víctima con el mismo sistema en junio de 2023. En ambos casos utilizó el mismo ‘modus operandi’: botellas de cristal con un trapo impregnado en gasolina a modo de artefacto incendiario, según la fiscal, que ayer reclamó una condena de once años de prisión para él.

El sospechoso, que en esas fechas llevaba una pulsera de control porque tenía prohibido aproximarse y comunicarse con su exmujer, proclamó ayer su inocencia ante la magistrada. “Yo no he hecho nada de lo que se me acusa. Soy inocente. Estoy enfermo y no lo podría haber hecho. No hubiera hecho eso jamás”, insistió, en el turno de la última palabra.

El hombre, que está encarcelado, alegó que la noche de los hechos se encontraba en su domicilio en el barrio de Son Gotleu con otra mujer, que entonces era su pareja. Ella se fue a dormir y él salió sobre las once de la noche a comprar tabaco cerca de su casa y luego regresó, según su versión. El encausado negó haber acudido sobre las dos de la madrugada del 6 de junio de 2023 a la zona de Son Oliva, donde vivía el hijo de su excompañera sentimental, y haber pegado fuego a su coche con un cóctel molotov. También descartó haber arrojado otros dos artefactos incendiarios poco después contra la casa de su exmujer en la barriada de Son Cladera, en Palma.

La víctima, que ayer se hallaba muy afectada al revivir lo ocurrido, mantuvo siempre la misma versión y explicó que le tenía mucho miedo porque él la había amenazado en muchas ocasiones y había ejercido violencia física contra ella. Por suerte, esa madrugada tanto ella como su hijo pequeño salieron ilesos del fuego. Su vivienda sufrió desperfectos valorados en más de 3.800 euros como consecuencia de los cócteles molotov.

Víctima de violencia de género de riesgo extremo

La mujer insistió en que el temor era constante porque él incumplía la orden de alejamiento de forma reiterada. De hecho, la perjudicada estaba considerada por la Policía Nacional como una víctima de violencia de género de riesgo extremo, por lo que tenía una protección especial. Su policía tutor, con el que tenía un contacto estrecho, recordó que en esa época ella estaba muy nerviosa cada vez que saltaba la alarma del dispositivo que llevaba el hombre. “Un día sí un día no le saltaba la alarma. El 4 de junio, por ejemplo, saltó la alarma cuatro veces en menos de una hora. Yo hablé con el acusado y le dije que no se podía acercar al domicilio, pero él me dijo que pasaba por la autopista muy a menudo y que no iba cambiar su ruta, que iba a seguir yendo por el mismo sitio”, detalló el agente.

El hijo de la perjudicada, cuyo coche quedó calcinado, declaró de forma coherente. Explicó que el acusado conocía dónde vivía y cuál era su coche. Confirmó las graves amenazas que habían sufrido él y su madre y recalcó que el sospechoso tenía celos de él debido a la buena relación que tenía con su progenitora. El joven detalló que él no tenía ningún problema con nadie. Por tanto, el encausado era la única persona capaz de llevar a cabo estos hechos.

Amenazas, daños y quebrantamiento

La fiscalía solicitó ayer once años de cárcel para el hombre por dos delitos de amenazas graves, uno de ellos con la circunstancia agravante de reincidencia; otros dos delitos de daños, uno de ellos con la agravante de parentesco al tratarse de su exmujer; y un último hecho delictivo de quebrantamiento con la agravante de reincidencia. Por su parte, la abogada de la acusación particular pidió penas que suman doce años de prisión al añadir un delito más de quebrantamiento. Mientras, el letrado defensor reclamó la libre absolución de su representado al destacar que no había prueba directa y que los indicios recabados no eran suficientes para condenar. La defensa puso en valor que el encausado había colaborado con los investigadores al entregar su teléfono, su clave e incluso su ADN. “Una cosa son las sospechas y otra, la verdad. Él siempre ha mantenido la inocencia”, abundó el abogado.

Los policías nacionales que investigaron el caso ratificaron que los dos incendios habían sido intencionados, ya que encontraron restos de botellas de cristal, sustancias acelerantes y los análisis dieron positivo en gasolina. Dos agentes coincidieron al señalar que en el caso del domicilio de la víctima se puso en riesgo la vida de las personas porque una cristalera hubiera colapsado y las llamas habrían penetrado dentro de la casa, en el dormitorio.

Desactivó su teléfono toda la madrugada

Otro hecho que despertó las sospechas de la Policía fue que el acusado desactivó su teléfono móvil durante once horas la madrugada de los hechos, cuando de forma habitual siempre tenía en funcionamiento su terminal. Además, en esas fechas se produjo una parada programada en los dispositivos telemáticos antimaltrato, lo que habría jugado a favor del encausado, ya que no saltó la alarma cuando se acercó a la víctima.

El caso quedó ayer visto para sentencia.

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