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Guillem Feliu Durán: «De diciembre a febrero es la mejor época para ir en barco de Europa a América»

El empresario mallorquín lidera una aventura náutica: ir desde Mallorca al Caribe y volver con el ‘Duravit’, un barco a vela de poco más de catorce metros de eslora y cuatro y medio de manga

Guillem Feliu Durán, empresario mallorquín: «De diciembre a febrero es la mejor época para ir en barco de Europa a América»

Guillem Feliu Durán, empresario mallorquín: «De diciembre a febrero es la mejor época para ir en barco de Europa a América» / G.F.D.

Pere Estelrich i Massutí

Pere Estelrich i Massutí

¿Proyecto o aventura?

Llamémosle como queramos, pero sí, es un proyecto que tenía en mente desde hace años que también tiene algo de aventura, pues no se trata de algo sencillo, pues debemos afrontar situaciones que salen de la normalidad. Piense que estamos hablando de una distancia de unas cuatro mil millas náuticas por trayecto, en total ocho mil.

Entiendo que lo realizan por etapas.

En efecto, hace dos meses ya realizamos la primera que fue llevar el barco de Mallorca a las islas Canarias, donde sigue amarrado hasta el día de hoy. Mañana iniciamos la segunda, que nos llevará del archipiélago canario a Martinica o Santa Lucía, dependiendo de los vientos, eso sí, pasando por Cabo Verde. En el Caribe dejaremos de nuevo el barco para ir a recogerlo y hacer el camino inverso hacia el mes de mayo.

¿Y por qué en esas épocas del año?

Por los vientos alisios. Esos son nuestros aliados. Piense que es muy importante tener viento que nos ayude a realizar la travesía, en un sentido y en otro; pues sería impensable hacerla a motor, con una barca como la nuestra, que dispone de tanques para gasolina pensados para navegar solamente unas cincuenta horas. De diciembre a febrero es la mejor época para ir en barco de Europa a América, en cambio desde finales de abril hasta junio es cuando debe hacerse el regreso, con los vientos favorables y sin que haya empezado la temporada de los huracanes, que suele ir de junio a noviembre.

¿Ida y vuelta por el mismo camino?

No exactamente. Para la ida navegamos más al sur, pues desde Cabo Verde los vientos alisios suelen ser más favorables, en cambio para la vuelta subiremos un poco, para así poder coger los vientos de poniente y, por tanto, está previsto parar en las Azores. Todo está estudiado, siguiendo las direcciones habituales de los vientos. Pero sin olvidar el interés de todo viajero que quiere conocer lugares a los que difícilmente iría. Por tanto, sí, tomamos caminos estratégicos relacionados con el viento, pero también que sirvan para conocer otros territorios.

Ha citado las islas Azores, con su conocido anticiclón.

En efecto, debemos tener cuidado en que no lo cojamos de lleno, pues eso sí sería un inconveniente, por falta de viento. Así que debemos subir hacia el norte para no caer de lleno en esa bonanza en la que nos quedaríamos sin viento, pero por otra parte también debemos tener en cuenta que ir demasiado hacia el norte puede hacer que nos encontremos con las borrascas que invaden Europa. Por tanto, los tiempos, las épocas y los caminos para la ida y la vuelta están ajustados y no improvisados.

Y todo con un barco pensado más para el Mediterráneo.

En efecto, no navegamos con un barco oceánico, ya que el Duravit es un velero de un palo, sólido, pero de recreo; aunque eso sí, lo hemos preparado para poder realizar la travesía con garantías: hemos puesto placas solares, hidro generador y le hemos añadido una trinqueta o vela auxiliar y un depósito auxiliar para gasolina.

¿Energía eólica?

Lo estuvimos valorando, pero como que iremos siempre a favor del viento, poco efecto tendría un molino a bordo.

¿De cuántos días estamos hablando?

La travesía larga, de Cabo Verde hasta el Caribe, pensamos que durará entre doce y quince días. Dependiendo del viento, claro.

Quince días sin ver tierra firme.

Cierto.

¿Y cómo se organiza el tema de conducir el barco?

Vamos a organizarnos por turnos de dos horas, aunque el piloto automático facilita mucho las cosas. Pero conviene tener siempre a alguien controlando la situación, las veinticuatro horas.

¿Cómo es el tráfico marítimo en el Atlántico? ¿Se van a cruzar con otros buques?

Tránsito sí que hay, y mucho, cosa que podremos comprobar al momento con los aparatos de radar de que disponemos, otra cosa es que los veamos de forma directa, pues la distancia entre los barcos puede ser grande y a partir de unas veinte millas ya no los puedes observar visualmente. Así que, sí, estaremos acompañados, pero sin tener compañía cercana.

Ha comentado los cambios técnicos realizados en el barco. ¿Y el aprovisionamiento? ¿Cómo resuelven el tema comida y bebida?

Al ser un barco más de recreo que oceánico, no dispone de una gran capacidad para el agua, pues normalmente las rutas que solemos hacer con él son relativamente costeras. En depósito dispondremos de cuatrocientos litros, más un buen surtido de garrafas. Para la limpieza corporal y la de los enseres de cocina, utilizaremos agua del mar.

¿De cuántos tripulantes estamos hablando?

Cinco prácticamente en todo momento, aunque en alguna etapa, como en la bajada a Cabo Verde, de solamente unos pocos días, podamos ser hasta siete. Lo ideal para las medidas y condiciones del barco, son de tres a cinco navegantes. Así que debemos ir con cuidado con el gasto de agua dulce. De hecho, hemos contado que cada tripulante puede gastar unos tres litros por día para consumo propio, que es muy poco. Para la alimentación, la cosa es diferente, pues además de la compra que realizaremos en cada puerto contamos con cocinar los peces que vayamos pescando.

Y usted es el único que estará en todo el recorrido.

Si todo va tal como está planeado, pienso estar en todas las etapas, pues los otros, por motivos laborales o de estudio no pueden hacerlo. Pero debo remarcar que navegar en esas condiciones es una tarea de equipo.

Pescado fresco y comida enlatada, entonces.

Las conservas las iremos dejando para el final de la travesía larga, pues la primera semana podremos comer fruta y verdura fresca que compremos en Cabo Verde. La segunda semana será la de las latas y los botes preparados precocinados. En cuanto al pescado que esperamos coger en la travesía, estará mayoritariamente compuesto por dorados, que vienen a ser llampugues grandes y algunos atunes.

¿Alguna preparación física o técnica especial?

No, pues cualquier persona sana acostumbrada a navegar puede abordar esa aventura. Estar ilusionados es lo más importante. Y saber cómo funciona un barco a vela, naturalmente.

Y ¿preparación bibliográfica?

Hemos consultado almanaques náuticos, cartas electrónicas y en papel, guías famosas y libros de aventureros que ya han cruzado el océano, pero también algunas novelas sobre navegantes. Sí, nos hemos documentado.

Vayamos a los orígenes. ¿Cómo surge la idea de este periplo?

Con los amigos que normalmente salimos a navegar y con los que hemos hecho travesías relativamente largas como ir a Córcega, Cerdeña, Sicilia, Grecia e incluso Canarias, por poner unos ejemplos, siempre hablábamos de que un día nos propondríamos cruzar el Atlántico. Lo íbamos postergando, hasta que hace un año, en las Navidades de 2022, decidimos materializar la idea y ponernos en marcha. Y aquí estamos. A punto para salir hacia el Nuevo Mundo. Y además del grupo habitual, conocido el proyecto, diferentes personas han querido sumarse a él, cosa que, desgraciadamente y por motivos de espacio y de infraestructura, no ha sido posible.

¿Cómo ha sido el trámite burocrático para conseguir amarres en esos puertos en los que irán parando?

En cada puerto debes comunicar que has llegado y que piensas fondear o amarrar. Si es un territorio no europeo debes ir a la oficina de inmigración para obtener una especie de visado. Pero piense que esta situación no será la mayoritaria, pues Canarias es territorio español y Martinica es territorio francés, así que en esos puertos no necesitaremos trámite alguno.

Y ¿cómo serán las conexiones con el mundo exterior?

Hoy en día hay diferentes posibilidades. Nosotros hemos optado por un teléfono vía satélite, estándar, que, si bien cada comunicación con tierra es cara, te permite poder estar en contacto con familiares y puertos de forma puntual. Por otra parte, ese aparato nos va a permitir bajar diariamente los partes meteorológicos. También disponemos de una página web en la que nuestros familiares y amigos podrán localizarnos a tiempo real, así como una dirección de correo electrónico con la que estableceremos contacto con tierra. Todo esto te da una cierta seguridad, naturalmente. Las llamadas es lo más difícil por el coste elevado que tienen, pero en caso de necesidad, se pueden utilizar.

¿Cuál ha sido la reacción mayoritaria de los amigos una vez les comunicaba la idea de cruzar el Atlántico?

En un porcentaje altísimo ha sido de ánimo y aprobación. Unos añadiendo que no lo harían y otros que sí vendrían con nosotros, dependiendo del interés que el mar les suscita. Pero sí, casi todos lo aprueban y nos animan. De hecho, para mi no era tanto una aventura como un proyecto, pero al ver las reacciones de mis compañeros, entiendo que algo de aventura debe tener. Y, además, no soy ni el primero ni seremos los últimos en intentarlo.

¿Cuál es la preocupación mayor que le suscita ese viaje?

Son preocupaciones relativas, pues no las contemplamos de forma constante, pero el saber que estaremos lejos de los nuestros y que si nos encontramos mal de salud no tendremos oportunidad de ir a un centro médico, quizás estas dos cosas sean las que me preocupan, pero ya digo, de forma relativa. Otra sería la calma total, el no tener viento que nos permita avanza

¿Y una tormenta?

A nadie le gusta verse metido en una tormenta en alta mar, ahora bien, por la época no suele ser lo habitual. Otra cosa son los chubascos o las lluvias, habituales, cosa que nos permitirá recoger agua dulce.

¿Un plan B por si acaso?

Llevamos sistemas de seguridad que, una vez activados, dan la alarma internacional de tal manera que alguno de los barcos que navegan relativamente cerca pueden venir a auxiliarte en cuestión de horas.

¿Ropa de verano o de invierno?

Aparte de la ropa náutica intemporal, mayoritaria la ropa de verano.

Pregunta obligada: ¿Qué representa el mar para usted?

El mar es como una válvula de escape, me trasmite tranquilidad, serenidad, libertad. También paz y a veces miedo o temor. Del mar me seduce su inmensidad, su cambio constante, su misterio, el horizonte infinito, las estrellas, el silencio, la llegada a lo desconocido, el desafío, la fuerza, la calma chicha. Y las puestas de sol y los amaneceres.

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