El exconseller del PP Cardona obtiene la libertad condicional, pero su condena es "para toda la vida"

El exdirigente del PP afirma que ha pasado página del caso Scala que le llevó a prisión y que ya ha pagado un precio por defender su inocencia

Sostiene que ya no se acuerda de los compañeros del partido que le dieron la espalda: "No se puede vivir con rencores y frustraciones"

Cardona, el sábado conversando con Vicent Marí, Rafael Triguero, Antoni Costa y José Vicente Marí Bosó, tras salir de la capilla ardiente del expresidente Antoni Marí Calbet.

Cardona, el sábado conversando con Vicent Marí, Rafael Triguero, Antoni Costa y José Vicente Marí Bosó, tras salir de la capilla ardiente del expresidente Antoni Marí Calbet. / MARCELO SASTRE

Eugenio Rodríguez Martos

El exconseller balear del PP José Juan Cardona ha obtenido la libertad condicional pocos meses después de que se cumplieran 10 años de su ingreso en prisión.

Hace unos dos años, aproximadamente, Cardona, una vez cumplida la mitad de la pena, accedió al tercer grado, lo que le permitió salir de la cárcel, aunque en un régimen de «semilibertad», con unas restricciones y un control horario a través de una pulsera telemática. A partir de determinadas horas, Cardona debía estar en su casa y para salir de Ibiza tenía que pedir permiso al centro penitenciario.

Con la libertad condicional, concedida por el juzgado de vigilancia penitenciaria tras admitir un recurso de la defensa de Cardona, el exconseller del PP ya no tiene que utilizar la pulsera y puede viajar por territorio nacional sin permiso alguno. Tiene la obligación, eso sí, de comparecer una vez al mes en el centro penitenciario. «Es como si la pena quedara en suspenso», describe Cardona.

Licenciado en Derecho, Cardona trabaja desde hace un tiempo en una asesoría jurídica. Un porcentaje de su sueldo está «comprometido» para pagar la responsabilidad civil del daño cometido a las arcas públicas que hace una década le impuso la Audiencia Provincial y que asciende, en total, sumado a los 2,2 millones de multa, a unos seis millones de euros. «Lo estoy pagando desde 2014», dice.

Desde septiembre del año pasado es miembro de la junta directiva de Cáritas y se encarga del área Penitenciaria. Esta ONG cristiana desempeña una función que para Cardona es «lo más importante de todo: hacer compañía». «Cuando estás ahí [en prisión] te encuentras muy solo. Pero es que hay gente que no tiene a nadie. Los voluntarios de Cáritas y la pastoral penitenciaria acuden a la prisión y visitan a los internos. A los que tienen ganas de hablar, se les atiende, y, además, se les ayuda en lo que se pueda». A los internos que «no tienen absolutamente nada, sin recursos económicos», Cáritas les ingresa «una pequeña cantidad», para que puedan tener «una vida lo más normalizada posible en prisión». También se organizan cursos, conciertos para Navidad, entre otras cosas.

Cardona fue condenado a 16 años de prisión por asociación ilícita, malversación de caudales públicos y cohecho por el llamado caso Scala durante el último gobierno autonómico del PP presidido por Jaume Matas. También fue inhabilitado durante 18 años a ejecer cargo público alguno. En concreto, la Audiencia Provincial declaró probado que Cardona, junto al director general Kurt Viane y la que era gerente del consorcio público Cdeib, Antonia Ordinas, montaron una trama para el cobro del comisiones. El perjuicio económico para las arcas de la Comunitat Autònoma se cuantificó en seis millones de euros. Viane y Ordinas confesaron y redujeron considerablemente su pena a cinco años y medio tres años y ocho meses, respectivamente. También ingresó en prisión el empresario Felipe Ferré, que recibiió un trato especial en el consorcio a cambio del pago de comisiones. También se condenó a otros empresarios que se confesaron culpables, pero eludieron entrar en prisión.

Pasar página del caso Scala

El exconseller decide «pasar página» sobre los hechos que le llevaron a prisión y no hacer ningún comentario al respecto. «Hace 16 años que se produjeron estos hechos y 10 desde que se dictó la sentencia. Creo que ya es hora. Primero porque, aunque no esté de acuerdo, hay una sentencia y hay que respetarla y cumplirla. Es lo que he hecho, aunque mantenga que no tenga nada que ver con estos delitos», subraya.

Sobre su experiencia en prisión, Cardona resalta que para «cualquier persona es muy duro». «Es obvio y, como decía el otro día el líder de la oposición en Venezuela en Diario de Ibiza [Leopoldo López: «Aprendí lo que es la libertad estando preso»], las personas valoramos lo que realmente valen las cosas cuando las perdemos», destaca.

Al ser preguntado por los motivos sobre los que, pese a que defienda su inocencia, no trató de llegar a un acuerdo con la Fiscalía como hicieron Viane y Ordinas para reducir la pena, Cardona responde: «Hay gente que piensa así, y lo respeto, pero yo pienso de otra manera. Sé que todo lo que he pasado es el precio que he pagado para defender mi inocencia y verdad. Si yo digo que no he cometido ningún delito, debo ser consecuente conmigo mismo y, por tanto, defender mi inocencia. Si para no entrar en prisión o para estar menos tiempo preso, reconociera que había cometido estos delitos, tanto si es verdad como si no lo fuera, lo habría cometido porque lo habría dicho. Estar en prisión no es agradable, pero para mí mismo, ¿qué clase de persona sería?».

Cardona también explica que, una vez, en una conversación que mantuvo sobre la obtención de un permiso con el juez del juzgado de vigilancia penitenciaria, éste le planteó lo mismo. «Le dije, yo tengo una sentencia en contra, y no es de 16 años, sino para toda la vida porque cada vez que alguien hable de mí, se referirá a esta sentencia. Y lo tengo claro. Yo la he combatido, y he perdido y no tengo más remedio que cumplir la sentencia, pero defendiendo mi inocencia. Y creo que son dos cosas compatibles», señala, al tiempo que agrega: «Además, cada uno tiene una posición sobre este asunto. Todo el mundo tiene su idea hecha. Cuando entré en prisión, era un asunto exclusivamente mío. Y para mí mismo, ¿qué clase de persona sería si no fuera capaz de defender la verdad?".

¿Y ha valido la pena no haber buscado un acuerdo con la Fiscalía? Cardona responde: «Entrar en prisión no vale la pena nunca. Ahora bien, a veces se pagan precios que no valen la pena pero se tienen que pagar. La vida no es gratis ni ningún posicionamiento en la vida tampoco lo es. Y a mí me ha costado lo que me ha costado. Sabía que la defensa de mi inocencia suponía un precio a pagar».

Sus compañeros del partido: apoyos y decepciones

En cuanto a su sentimiento y relación hacia los que eran sus compañeros de partido, Cardona se ríe y reconoce que «hay de todo». «Ha habido gente, a la que agradezco mucho, que mientras se me permitió, subían a la prisión a visitarme. Y ha habido otros que no. Pero no que no vinieran a visitarme, sino nada. No me acuerdo de ellos, sólo de los que hicieron que me sintiera apoyado. No se puede estar toda la vida viviendo con rencores y frustraciones. Con lo corta que es la vida, hay que disfrutarla con la familia, los amigos… y lo demás es historia».

«Pueden estar tranquilos… no volveré [a la política], afirma entre risas. Su inhabilitación para ejercer de cargo público culmina en 2032. «El ser humano es un animal político y se habla de política incluso en la comunidad de propietarios. Pero una cosa es dar mi opinión, aunque no guste, y seguir la actualidad, y otra es que me queden ganas de volver a la política activa u orgánica, a la batalla», justifica.