El horror tiene nombre de mujer

Marcos Ollés

Marcos Ollés

Cada vez que escucho eso de que la violencia no tiene género me acuerdo de Sacramento, a la que un hombre asesinó a cuchilladas en la tienda donde ella trabajaba. De Marie, apuñalada hasta la muerte por un hombre ante sus hijos una noche de Reyes. De Ana, secuestrada por un hombre que la quemó viva en el maletero de un coche. De Martina, que cayó del sexto piso de un hotel cuando huía de dos hombres que querían violarla. De Xue Sandra, a la que un hombre roció con gasolina y prendió fuego. De Warda, estrangulada por un hombre junto a su hijo de siete años y el bebé que esperaba. De Lucía, acuchillada por un hombre en el balcón de su casa. A todas las dejaron sin voz para rebatir eso de que la violencia no tiene género.

Quienes nos dedicamos a ver, oír y contar lo que sucede en el lado oscuro de la sociedad comprobamos a diario que el mal tiene patrones propios. Y el machismo es uno de ellos. Es insoportable comprobar, semana tras semana, las decenas de juicios que se celebran por agresiones sexuales de hombres a mujeres. La cantidad de denuncias que se acumulan por malos tratos de hombres a mujeres. El abultado número de detenidos por ataques de hombres a mujeres.

Negar la desigualdad es la forma más efectiva de perpetuarla. Los hombres no tenemos el monopolio de la violencia, pero no es casualidad sino causalidad que la proporción de asesinatos cometidos en relaciones de pareja en Mallorca en las últimas dos décadas sea de 42 a 1.

Ninguna sociedad que pretenda apellidarse democrática puede relativizar, tolerar o normalizar este terror cotidiano. Aunque siguen faltando muchos recursos para erradicarlo, este país ha dado pasos importantes para salir de la cueva, con ambiciosas reformas legales y otras medidas efectivas para combatir la violencia machista.

El consenso político labrado en los últimos años ha sido fundamental para avanzar, pero la irrupción de los discursos negacionistas y la connivencia por conveniencia supone un retroceso intolerable. Hay que señalarlos y arrinconarlos sin equidistancias. Porque si estás en medio, es que vas con ellos.

Porque claro que la violencia tiene género. Y claro que los hombres tenemos comportamientos machistas grabados a fuego por los siglos de los siglos. Y claro que el horror tiene nombre de mujer.

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