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Julio Velasco: «Lo peor de la UCI es cuando ves que te llegan pacientes graves y no tienes sitio para ellos»

«Nuestro primer donante fue un trapecista de un circo que se cayó y captamos al donante en asistolia más joven del país, un bebé de 16 meses» | «Deberíamos crecer en seis camas de críticos, hasta las 38»

Julio Velasco posa en uno de los largos pasillos de Son Espases

Julio Velasco posa en uno de los largos pasillos de Son Espases / Manu Mielniezuk

I. Olaizola

I. Olaizola

Pone fin a ocho años como jefe de la UCI de Son Espases. ¿En qué ha mejorado este servicio respecto al de Son Dureta?

Ha mejorado a la par que la progresión de la Medicina en general. En estos ocho años, aparte de ir consolidándose el servicio, la gente más joven que está detrás mío ha adquirido más experiencia. También ha ayudado la estabilización laboral de la plantilla.

¿Cuántas profesionales la conforman?

Somos veintiséis facultativos intensivistas, contamos también con dos o tres residentes por año en una especialidad de cinco años por lo que en estos momentos debemos tener a diez o doce médicos en formación a los que hay que sumar el personal de enfermería, auxiliares, celadores que trabajan con nosotros… es un servicio muy grande.

Esta UCI es la de referencia de esta comunidad pero el resto de hospitales públicos cuentan con unidades de críticos. ¿Qué casos llegan aquí sí o sí?

De cirugía cardiaca, todos los pacientes cardiológicos agudos que precisan de hemodinámica, los infartos agudos de una gravedad extrema también tienen que venir aquí. Todo lo que sea neurocirugía y cirugía torácica y vascular también llegan aquí . Es un hospital de referencia en todos los sentidos.

¿Qué aporta ser referente?

Ayuda a engrandecer un servicio porque ya somos expertos en unas técnicas que no se hacen en otras UCI, como el uso de la oxigenación por membrana extracorpórea (ECMO, por sus siglas en inglés) en pacientes con insuficiencia respiratoria y cardiaca refractarias a otros tratamientos con un elevado índice de supervivencia.

¿Cuál ha sido el peor momento que ha pasado en estos ocho años?

La época de la pandemia, sobre todo en su primera ola. Ha sido muy duro porque hemos llegado a tener a 56 pacientes con covid-19 en una UCI que en principio contaba con 32 camas que se ampliaron a 12 más a pesar de lo cual necesitamos más espacio. El hospital se transformó de forma total con la pandemia y luchó a todos los niveles por estos pacientes pero, claro, nosotros éramos los que estábamos en primera línea. Al principio, cuando desconocíamos la evolución y la gravedad de esta enfermedad, fue durísimo porque cada día ingresaban entre cinco y seis pacientes covid. Venía al hospital cada día, sábados y domingos teníamos reuniones con los servicios más implicados para ver qué pasos debíamos seguir. Y yo estaba coordinando pero para mis compañeros fue un desgaste brutal. Es una situación muy dura que posiblemente no volveremos a vivir. Fue muy dura pero nos dio una experiencia total.

Visto en retrospectiva, ¿no fue una crueldad innecesaria impedir a los familiares despedirse de sus seres queridos de una manera más estrecha?

Yo siempre he intentado inculcar en mis compañeros que el contacto con la familia sencillo y humilde es básico en nuestra especialidad. Sí que es verdad que al principio tuvimos que restringir los horarios de visita... no conocíamos bien la enfermedad y los contagios eran brutales. Por el hecho de venir a ver a un paciente una persona podía contagiar al resto de la familia como ocurrió en varias ocasiones. Era muy agresiva la covid-19 antes de la vacuna, falleció mucha gente. Afortunadamente tuvimos la experiencia de Madrid y Cataluña, en donde la pandemia empezó quince días antes que nosotros, lo que nos ayudó mucho a prepararnos ante lo que nos venía. La supervisión de enfermería planificó unas visitas que estuvieron muy bien y paulatinamente se fueron abriendo poco a poco.

¿Cuál ha sido su momento más gratificante en estos años?

A mi siempre me ha gustado trabajar en equipo y los momentos más gratificantes, que se sucedían casi cada día, eran cuando me sentía orgulloso del trabajo de mis compañeros. Cuando ves que los pacientes salen adelante, cuando ves que la gente se va motivando otra vez después de la dureza de la pandemia... Los momentos más gratificantes se producen en el día a día del servicio.

¿Qué mejoras pediría para facilitar la transición de su sucesora la doctora Maria Riera?

Que se mantenga la consolidación de la plantilla, no es fácil trabajar en una situación de interinidad. En una reciente reunión con mis compañeros les dije que de las dos cosas de las que me sentía más orgulloso eran el excelente trabajo hecho durante la pandemia en la que asumimos muchos enfermos de otras UCI más pequeñas. Y la segunda que en estos ocho años hemos conseguido consolidar una plantilla ya fija. Por eso le pediría a la gerente que siga haciéndolo. En el servicio de medicina intensiva se hacen guardias de 24 horas que son muy duras.

¿Y respecto a los recursos?

En estos momentos tenemos 32 camas de UCI, aparte de las cuatro de cuidados intermedios, y sería deseable crecer en otras seis más de críticos y otras seis más de intermedios porque, además, el hospital lo demanda.

Reclama 38 camas de UCI...

Sí. Pero está supeditado a que haya suficiente personal de enfermería. La ratio de estas profesionales en las UCI es de una enfermera por cada dos pacientes.

¿Cuál ha sido su pesadilla más recurrente durante estos ocho años al frente de este servicio?

La intranquilidad que te produce cuando ves que te llegan pacientes graves y no dispones de camas para asumirlos. Por eso me mostraré agradecido toda la vida a los servicios que nos han ayudado en esos momentos, como la REA (Reanimación postquirúrgica). En el mismo pase de visitas de las ocho de esta mañana (por el pasado jueves) nos han dicho que nos llegaban cuatro pacientes de golpe y el primer pensamiento que tienes es, ¿tendremos camas para atenderles? La falta de camas es lo que te preocupa en una UCI y un hospital tan asistencial como este.

¿Ha tenido que derivar a algún paciente a otra UCI de la península?

Sí, pero no por el hecho de que faltasen camas, por este motivo han sido ocasiones contadas con los dedos de una mano. Pero sí por carecer en esos momentos de unas prestaciones que ahora ya hemos adquirido. Pacientes a los que había que hacer un trasplante cardiaco o pulmonar, por ejemplo.

¿Va a continuar como coordinador de trasplantes del hospital como una terapia de descompresión paulatina tras llevar dos actividades muy importantes o porque le resulta muy gratificante?

Por las dos cosas. Yo he sido coordinador de trasplantes desde el año 1989. En estos momentos soy el coordinador de trasplantes hospitalarios que lleva más años en el cargo de toda España. Y uno de los momentos más gratificantes de mi carrera fue cuando en el 25 aniversario de la Organización Nacional de Trasplantes (ONT) fui elegido para hablar en nombre de los coordinadores hospitalarios. Vocacionalmente la coordinación de trasplantes la llevo en el alma. Cuando llevamos a un donante a quirófano después del diagnóstico, de hablar con la familia y del mantenimiento, todavía se me ponen los pe los de punta pensando que va a salvar la vida a mucha gente.

Ahora se va a centrar en ello.

Sí. No solo se trata de detectar donantes, hay que poner en marcha otros programas y potenciar los que tenemos.

¿Qué falta por potenciar?

En este último año, con equipos nuestros de este hospital, hemos instaurado la técnica ECMO (la máquina que suple las funciones de los pulmones y el corazón) en los donantes en asistolia controlada (en parada cardiorrespiratoria). Antes, para extraer hígados, venían equipos de fuera. Pues este año todas las extracciones hepáticas con equipos de ECMO las han hecho profesionales nuestros. Ha sido un adelanto importantísimo que ha permitido hacer más trasplantes hepáticos. Este año llevamos ya trece y creo que acabaremos con un par más mientras que el año pasado hicimos siete.

¿Y las donaciones en vivo?

Estaban un poco estancadas pero también estamos avanzando. Este año ya llevamos tres y ahora habrá un cuarto. Creo que este hospital se merece también un programa de donación renal de vivo, muy importante para esta comunidad.

El donante vivo dona un riñón, ¿no?

Sí, se puede vivir perfectamente con uno y sacar de diálisis a otro paciente. En otros sitios también hay donantes vivos de hígado que donan la mitad del suyo.

Generalmente los donantes son familiares...

Sí, pero también hemos tenido casos de donaciones entre amigos. Es un programa muy diferente al resto porque, al haber una decisión personal, aparte del estamento médico deben intervenir los juzgados de primera instancia.

¿Lo tiene que autorizar un juez?

Sí, tenemos que ir a firmar lo que se llama el documento de cesión del órgano. Acompaño al donante junto a los responsables de Nefrología, Urología y Psiquiatría para ratificar que todo se ha hecho de forma correcta. Y la juez se asegura hablando con la donante que ha entendido todo el procedimiento médico al que se va a someter. Por eso siempre digo que en los trasplantes participa mucha gente y no solo del hospital. El estamento forense y el judicial siempre intervienen además de forma favorable y facilitándonos las cosas.

Acaba de alcanzarse el hito de mil donantes captados en esta comunidad y en la mayoría de ellos estuvo implicado...

Bueno... Recuerdo que el primero que tuvimos fue en diciembre de 1989 y fue un trapecista de un circo que se cayó del trapecio, un chico joven y extranjero. Antes del 89 no había una coordinación de trasplantes clara pero se captaron a unos 20 o 21 donantes cuyos órganos, por la implicación de los diferentes especialistas, se mandaban todos al Clínic de Barcelona. Desde que empecé como coordinador en el 89 hasta ahora llevamos creo... mil cinco.

¿Todos en Son Dureta/Son Espases?

No. El 16% son detectados en otros hospitales públicos y privados, porque somos una de las comunidades donde la implicación de las clínicas privadas es más importante. La mitad de este porcentaje procede de ellas.

Pero la gran mayoría se captan aquí...

Sí, en la UCI, en la REA, en la UCI pediátrica y en el servicio de Urgencias. Una de las cosas de las que estoy más orgulloso es de la concienciación de este hospital con estos programas. A principios de los noventa era un tema muy desconocido y ahora está plenamente integrado dentro del hospital. Nos llaman de Neurología, de las unidades de ictus, para decirnos que tienen un posible donante. Es un asunto que ya está completamente integrado en el trabajo diario.

¿También se encarga de captar a los donantes pediátricos?

Apoyamos a los pediatras de la UCI que han tenido un contacto más estrecho con la familia porque allí los parientes pueden estar las 24 horas del día. La experiencia de entrar en la UCI pediátrica y ver al donante en los brazos de sus padres es una experiencia incomparable con cualquier otra experiencia médica. Los pediatras ya han enfocado la situación y nosotros les ayudamos a pedir la donación. Hemos llegado a tener donantes de la unidad de lactantes y el donante en asistolia más joven del país lo tuvimos nosotros, un bebé de dieciséis meses.

Cuando decida jubilarse, ¿se quedará en Mallorca o volverá a su Barcelona natal?

Me quedaré aquí porque mis hijos son mallorquines y porque esta comunidad nos ha acogido muy bien. Vine con 25 años (ahora tiene 67) y llevo más tiempo viviendo aquí que en Cataluña. Nuestra vida continuará aquí.

Me han dicho que solo tiene un pero, que es del Espanyol.

Sí, ser perico es un sentimiento y una vocación que se lleva en el alma y en el corazón. Y además con este club tengo sentimientos muy encontrados porque mi padre falleció de un ataque al corazón en el campo de fútbol y esto arraiga aún más tus sentimientos.

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