BOULEVARD

Los médicos huyen de la comunidad porque no saben hablar madrileño

Los tres mil médicos que se acreditan para trabajar fuera de España cada año, huyen al extranjero porque no quieren trabajar en un país con un archipiélago donde se habla el catalán

Médicos de los hospitales Sant Joan de Déu y el Clínic.

Médicos de los hospitales Sant Joan de Déu y el Clínic. / FUNDACIÓN LA CAIXA

Matías Vallés

Matías Vallés

Casi un millar de médicos han abandonado la comunidad en un año, con destino al extranjero. Uno de cada cinco profesionales que solicitan la documentación para instalarse fuera de España procede de la región. De ahí la situación dramática de que la Sanidad autonómica convoque treinta plazas de pediatría, para que se presente un solo pediatra. O de que se oferten cien médicos de familia, y que acudan solo veinte. Ya habrán adivinado que la autonomía con estas cifras alarmantes es el Madrid de Isabel Díaz Ayuso. De acuerdo con los criterios lingüísticos que esta semana hemos aplicado en Baleares, donde la «lengua propia» según el Estatut pasa a ser «disuasoria y excluyente», queda claro que los médicos huyen de dicha geografía central porque no saben hablar madrileño.

La eliminación del catalán como requisito devenía imprescindible, tras leer el titular de que «Cada tres días se va un médico a trabajar fuera». Claro que este enunciado corresponde a Granada, está claro que el idioma granadino es mucho más complicado que el mallorquín. También nos quita el sueño el epígrafe de «Algún médico se va a trabajar fuera cada tres semanas». Ocurre en Huelva, porque la lengua onubense se las trae. El asfixiante «Cada dos días se va un médico a trabajar fuera» está fechado en Sevilla, como entenderá perfectamente cualquiera que haya intentado chapurrear la jerigonza sevillana. A propósito, las citadas son provincias gobernadas por el PP.

Cerca de tres mil médicos se acreditan para trabajar fuera de España cada año, hasta veinte mil en una década. Queda claro que huyen al extranjero porque no quieren trabajar en un país que cuenta con un archipiélago donde se habla el catalán, porque no nos atrevemos a utilizar el argumento balear de que la desbandada sanitaria en el mejor país del mundo se debe a que sus profesionales se niegan a hablar español. Por tanto, y con notable dedicación, el Govern ha resuelto un problema idiomático que no existe.

Aguardo con ansia los comunicados dolientes de las asociaciones artísticas, ante el hallazgo en condiciones francamente mejorables y en un descampado de la obra bautizada por sus críticos de Cuatro vigas y una piedra, que debe corregirse como hizo esta sección en el más exacto Una piedra y cuatro vigas. La ambiciosa escultura donada a Cort, y valorada en 120 mil euros por sus generosos obsequiantes, gana en profundidad en su actual ubicación y evocación en un descampado de Calvià. Por algo su laureado autor le adjuntó la palabra Primitive, si bien Artà aportaría una localización más lejana de la capital y por tanto más apropiada desde nuestro punto de vista. En mi estima de experto tasador, esta trasegada chef d’oeuvre ya supera los 500 mil euros de cotización, tirando por bajo.

El Real Mallorca emitió el comunicado más cobarde tras las exhibiciones testiculares de Rubiales. «Rechazo a cualquier acto» se traduce por indiferencia ante el «acto» concreto. El club de LaLiga tampoco tiene equipo femenino, y está en su derecho como entidad privada. La colisión con lo público se produce al recordar que el ultrafeminista Pacto de Progreso subvencionó con dos millones a la entidad de trabajadores millonarios y no demasiado interseccional. Claro que la izquierda me replicará que, gracias a los millones, el mallorquinismo en pleno votó a los partidos progresistas en mayo, y a eso no sabré qué contestar. Ya metidos en líos, he visto como el portero Iván Cuéllar se dirigió a un periodista en el vídeo famoso, y nunca ficharía a alguien que se expresa así. Los valores del deporte.

Los hermanos Pau y Martí Ferrer Beltrán, con la lubina (1,4 Kgs.) y la dorada (1,2 Kgs.) capturadas desde la playa del Port d’Alcúdia.

Los hermanos Pau y Martí Ferrer Beltrán, con la lubina (1,4 Kgs.) y la dorada (1,2 Kgs.) capturadas desde la playa del Port d’Alcúdia.

El máximo honor de mi carrera no demasiado brillante consiste en aparecer entre las definiciones del Encreuat de Bernat Amengual, de obligado cumplimiento por los suscriptores y ejemplo de construcción de un país en «la lengua propia» que malvenden sus políticos. En la imagen que hoy nos ilustra, cada verano consignamos las capturas de los hermanos Pau y Martí Ferrer Beltrán desde las arenas de la playa del Port d’Alcúdia, como una prueba de que la naturaleza mallorquina todavía existe. Este agosto, nos muestran respectivamente la lubina de 1,4 Kgs. y la dorada de 1,2 Kgs. que han pescado sin salir de la isla.

Reflexión dominical posturista: «No conozco a ningún influencer».

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