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Sheila Calvo: «La dislexia me define, me alegro de tenerla»

La joven, que fue diagnosticada con diez años, defiende que la gente con trastornos de aprendizaje «no son una minoría» y que merecen la oportunidad de luchar por lo que desean

Aina Calvo, delegada del Govern y tía de Sheila Calvo, autora del libro y diagnosticada con dislexia. MANU MIELNIEZUK

“Trastorno propio de la lectura a raíz de problemas para identificar los sonidos del habla y para comprender cómo estos se relacionan con las letras y las palabras”, es la definición que la Organización Mundial de la Salud (OMS) da a la dislexia. Para algunos, una descripción que puede sonar compresiva y simple, para Sheila Calvo, una joven de 17 años que presenta esta condición, se queda corta. Sheila fue diagnosticada con tan solo 10 años, tras comenzar a notar que su capacidad lectora se quedaba atrasada en comparación a la de sus compañeros.

“Yo, cuando me lo diagnosticaron, ni siquiera entendí de que me estaban hablando”, asegura Sheila entre risas. Un desconocimiento bastante común para una niña, el problema radica cuando ni siquiera los adultos que rodean a esta gente diagnosticada entienden de forma apropiada las condiciones que vienen de la mano junto a la dislexia. Sheila quiere cambiar esto, por ello ha publicado un libro que pretende tumbar este muro de ignorancia que rodea a su trastorno: Como yo lo veo, como yo lo leo.

“Me emociona que otras personas que tengan a su alrededor la dislexia puedan leer mi historia y entenderla un poco mejor. Porque definitivamente la definición de esta condición no basta para entender lo que esta acarrea”, declara la joven. Ahora, a sus 17 años, Sheila quiere aportar “su granito de arena”. Ser capaz de ayudar a las familias que tienen a una persona disléxica en sus hogares. Ser capaz de darle un ejemplo a toda la gente que tenga esta condición y se vea superada por ella. 

Sin embargo, no siempre es fácil convivir con este trastorno que se quedará con Sheila para toda la vida. La joven ha tenido que trabajar día tras día su capacidad de frustración para no rendirse frente a los obstáculos que acarrea consigo este trastorno. “Mi relación con la dislexia ha ido cambiando, algunas veces me da rabia. Me da rabia sentir que me frena en algunos momentos o que me afecta en mis estudios. Otras veces la veo como algo que me define, que sin ella no sería yo. La verdad es que me alegra tener dislexia”, afirma la autora. 

El futuro en Madrid

Sheila entrará a la universidad con el inicio del próximo mes. Madrid la aguarda para comenzar la carrera de arquitectura, que lleva en la cabeza de la joven desde que tenía cinco años. Un escape para ella que aguarda con una ansia inconmensurable. La adolescente considera un escape, en general, las artes plásticas, que mantiene como hobby y que, además, le han ayudado ha adaptar su manera de estudiar y de comprender de forma más sencilla los conocimientos. Como este, Sheila ha aprendido un sinfín de trucos para no quedarse atrás debido a su condición, como el uso de Google Traductor para poder entender oralmente los enunciados de sus ejercicios.

 Si bien sus exámenes han sido adaptados, Sheila ha trabajado día y noche para poder llegar hasta las puertas de la universidad de sus sueños. Desde profesores de repaso, hasta dos trabajos por semana de una sola asignatura para subir nota, son algunos de los desafíos que ha tenido que afrontar la autora desde niña. Además, la joven destaca como tuvo la «suerte» de, no solo encontrar a docentes que entendieran su condición y la ayudaran, sino de encontrar compañeros que la apoyarán y complementaran esta ayuda en el aula. 

«Yo creo que eso es muy importante porque, a veces, en un aula puede suceder que un profesor o otros alumnos piensen que darle una adaptación a alguien es dar una ventaja», menciona Aina Calvo, delegada del Govern y tía de Sheila, en referencia al apoyo de las amistades de la joven. 

«Visto con ojos educativos, la función del libro es hacer entender que con poco se puede hacer mucho, con empatía se puede evitar algo tan grande como el sufrimiento», añade Calvo.

Sheila ve su obra como una oportunidad de difusión, destaca la importancia de darle voz a este tipo de trastornos para que la gente sea capaz de poder entender su situación. Incluso, destaca como tras realizarse exámenes, varios de sus compañeros descubrieron que presentaban trastornos de aprendizaje que desconocían. 

«Mi padre se dio cuenta de que tenía dislexia después de comparar sus síntomas y vivencias con los míos», ejemplifica la joven.

Por ello, Sheila no se rinde, quiere ser capaz de ver un sistema educativo donde el alumnado «sea el protagonista y no el espectador», quiere contribuir a este cambio y que se reconozca que la gente que padece trastornos de este estilo «no son una minoría».

 Sheila no le teme al futuro. Sheila quiere mejorarlo para que las personas como ella puedan luchar por lo que desean.

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