La presencia de mosquitos, concretamente en la época estival, es algo más que evidente a la vez que molesto para los ciudadanos. Sin embargo, el estudio europeo coordinado por el equipo de Zoología Aplicada y la Conservación (ZAP) de la Universidad de las Illes Balears sobre la expansión de estos insectos invasores va más allá de la molestia, como es el riesgo que suponen las enfermedades trasmitidas por estos vectores: “Si no hay mosquitos que tramitan los patógenos estamos tranquilos, el problema es que después del descubrimiento de estas especies el escenario cambia”. El problema es que por la globalización de viajes como el transporte de mercancías y el cambio climático, que provoca la subida de temperaturas en nuevos países, están aumentando su presencia en nuevos lugares.

Por medio del plan nacional de prevención de enfermedades transmitidas por vectores se establece un nivel de riesgo mayor de trasmisión de enfermedades como el degue, fiebre amarilla o el Zika cuando el mosquito tigre, entre otros, está presente en el territorio. En concreto, Baleares cuenta con la presencia de esta especie desde 2021, “si se detectará un viajero enfermo por alguna de las enfermedades que se trasmiten así se debería activar un protocolo de vigilancia”, ha explicado el investigador principal del ZAP, Miguel Ángel Miranda.

Ahora, el estudio europeo en el que participan 24 países, permite la unificación de los distintos equipos de investigación para usar la misma metodología de muestreo. Este hecho “necesario” permite poner en conocimiento los datos de otros países y así “estar preparados para establecer los niveles de riesgo”. Los datos recogidos por los países participantes como Alemania, Francia, Italia, Marruecos, entre otros, se han publicado en la entrevista GigaByte en la serie promulgada por el programa especial de enfermedades tropicales de la Organización Mundial de la Salud (OMS), además de en el portal internacional de Global Biodiversity Information Facility- Spain para estar a la disposición de cualquier investigador.

Este nuevo método de investigación, que se desarrollo en 2020, ha permitido identificar un total de 450.000 huevos de mosquitos y 82.000 adultos. En el caso de Baleares se eligieron tres puntos, que debían ser zonas urbanas o suburbanas separadas diez kilómetros entre ellas, con cinco trampas (ovitrampas) a la que iban los mosquitos y ponían huevos. Con una frecuencia semanal, se realiza la comprobación de la existencia de estos huevos y un recuento para establecer su pico poblacional: “Todo viene determinado por las últimas lluvias de agosto y primeras de septiembre, en las que se crean puntos de cría, y quince días más tarde tenemos una explosión de mosquitos”, ha concluido el miembro del ZAP, Carlos Barceló.  

Hasta el momento, España ha sido el país con un mayor número de participantes, con once grupos de investigación y más de 5.000 pruebas analizadas de las 19.000 realizadas por todo el conjunto de países. 

Son una «especie plástica»

Esta “es una especie plástica que desde que se descubrió por primera vez en Italia en los noventa, su biología ha ido cambiando y adaptándose a zonas más septentrionales” explica Miguel Ángel Miranda. A pesar de que el número es mayor en el sur y en la cuenca mediterránea, poco a poco estos insectos se van expandiendo hacia al norte, puesto que encuentran nuevas formas de adaptación a las distintas temperaturas. De todas formas, conservan su número en el sur. 

 Técnicas de «insecto estéril»

 La erradicación de estos mosquitos invasores con métodos convencionales como los adulticidas «son inviables». Es por ello que surgen nuevas técnicas como la de «insecto estéril». Esto consistiría en criar machos de forma masiva, a los que se les induce un factor de esterilidad con radiación «inocua a humanos y el medio ambiente». Esto crea que exista una «probabilidad baja de que la hembra encuentre a un mosquito fértil». 

Evitar crear lugares de cría

Para disminuir la población de los mosquitos, los ciudadanos deberían evitar la creación de lugares donde estos puedan criar. La especie es urbana, por lo que es muy fácil encontrarlos en los jardines y terrazas, especialmente en sitios «que dejamos de cubos o macetas que acumulan agua». Esto se debe a que estas situaciones imitan su ecosistema natural, que son los «huecos que se crean en los árboles» en Asia.