La guerra en Ucrania ha tocado la fibra sensible de Marcos Cabrer, un economista y emprendedor mallorquín que en unos días conducirá su furgoneta hasta la frontera con Polonia para llevar material médico a las víctimas de la invasión rusa. Y tan importante es el viaje de ida como el de vuelta porque, una vez haya descargado, ofrecerá su vehículo para trasladar a refugiados ucranianos varados en la frontera, también a Mallorca. 

«Es un primer viaje, pero tristemente pienso que habrá más. Por ahora llevaré material médico porque las necesidades de ropa las tienen cubiertas. Me han confirmado la contribución de varios particulares y de hospitales de Mallorca. Además, una persona me dejará un asiento extra porque la idea es volver con refugiados ucranianos que lo necesiten», explica Cabrer.

Tomó la decisión de dar este paso «hace dos o tres días», tiempo durante el que ha estado colaborando con la asociación de ucranianos en Mallorca. Entre todos decidirán en qué punto de la frontera entregará la carga —sobre todo material de primeros auxilios—, mientras abordan la posibilidad de traer a la isla a ucranianos con vínculos con la asociación.  

«Me han hablado de un par de sitios para descargar el material y traer a la isla a refugiados, pero todavía hay que concretarlo. La furgoneta tiene seis plazas y una más que espero ganar con un asiento extra», subraya. «Conduciré unos 2.500 kilómetros, he calculado que necesitaré un día y medio para ir y otro día y medio para volver», indica Cabrer. Saldrá en barco a Barcelona —un día de la próxima semana todavía por determinar— y desde allí en coche hasta la frontera en un recorrido que le llevará por Francia, Suiza, Austria, Alemania y Polonia. 

Están siendo horas febriles, contactando con médicos, hospitales, dentistas, farmacias y empresas para que hagan donaciones económicas o de material para cargar la furgoneta. Pide colaboración, y también conductores. «Ojalá otros también tomen conciencia. Conductores con furgoneta o con carnet de camión son bienvenidos porque por desgracia creo que serán necesarios en las próximas semanas o meses», asume este economista. 

En la frontera necesitan, entre otras cosas, instrumentos quirúrgicos, vendajes para el cuello, torniquetes, vendas elásticas, sondas de diferentes tamaños y catéteres intravenosos. La asociación ucraniana de Mallorca recoge alimentos y medicamentos en la iglesia que tiene en la calle Bartomeu Xamena de s’Arenal. También han habilitado una cuenta corriente para hacer donativos [ES07 2100 6805 9302 0006 6471]. 

«Un problema de conciencia»

Es la primera vez que Cabrer da un paso como este. Durante el confinamiento colaboró como voluntario con la Cruz Roja para repartir alimentos, pero nunca había acometido una empresa como la que iniciará en los próximos días. «Saber que hay gente que lo está pasando tan mal, a solo tres horas de vuelo de aquí, me crea un problema de conciencia y me ha impulsado a hacer esto. Esta guerra es cruel e injusta; sé que todas lo son y sé que estamos haciendo más caso a esta que a otras. Pero nos ha cogido cerca, tenemos la logística para ayudar y me ha tocado muy dentro», señaló este economista. 

Cabrer ha estado en Kiev, y recuerda a los ucranianos como personas «nobles, educadas y trabajadoras». No sabe demasiado de cómo está la gente que conoció allí: «Están escondidos, no sé mucho más».