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El yate ‘Tango’ atracado en Palma, bajo amenaza de un embargo difícil de ejecutar

Propiedad del magnate ruso cercano a Putin Viktor Vekselberg, está siendo reparado en el puerto mientras la UE cierra sanciones a Rusia por la invasión de Ucrania que podrían decretar la inmovilización de la embarcación, en la que ondea la bandera de las Islas Cook

El yate 'Tango', ayer, en el puerto de Palma.

El megayate Tango es uno de los caprichos flotantes rusos atracados en aguas españolas que en estos momentos se encuentra en el punto de mira ante las posibles sanciones internacionales contra Rusia por la invasión de Ucrania. La embarcación está siendo reparada en Palma, en concreto en Astilleros Mallorca, desde finales de enero. Y durante su estancia en la isla podría sufrir una amenaza de embargo fruto de los paquetes correctivos de la UE contra grandes empresarios rusos cercanos a Putin por la entrada de las tropas a Ucrania

El yate, propiedad del oligarca del metal Viktor Vekselberg, está siendo mimado en los astilleros, frente al Club Náutico de Ciutat. Ayer era posible ver mucho movimiento a bordo, con subidas y bajadas constantes de material a la cubierta. Las ventanas de los camarotes estaban todas cubiertas por papel de color cartón y se intuye que se trata de una reparación importante que precisará de bastantes jornadas de trabajo. Desde Astilleros Mallorca declinaron hacer declaraciones a este diario sobre el barco de 77 metros de eslora por las cláusulas de confidencialidad que firman con sus clientes por cuestiones de seguridad. 

No es la primera vez que el Tango recala en la isla, de hecho es un habitual en el puerto de Palma durante los inviernos para hacer el mantenimiento. Hay que tener en cuenta que el de Ciutat, con Astilleros Mallorca, es el puerto con mayor especialización para la reparación de estas joyas del mar. También son habituales en las aguas baleares otros megayates rusos como el A de Andrey y Aleksandra Melnichenko, el accidentado Lady Anastasia, de Alexander Mikheev, ahora en Port Adriano, o los otros tres barcos vinculados a magnates de Rusia que hacen la puesta a punto en estos momentos en Barcelona: el Solaris de Roman Abramovich, el Aurora de Andrey Molchanov y el Galactica Super Nova de Vagit Alekperov. Este último abandonó el sábado pasado las instalaciones portuarias de la Ciudad Condal, cuando se publicaron las primeras medidas como el cierre del espacio aéreo español a los aviones rusos. En estos momentos, el barco se encuentra rumbo a Tivat (Montenegro), fuera de aguas comunitarias.

Expertos en el mundo náutico consultados por este periódico exponen las serias dificultades que tendrán las administraciones para incautar estos yates a sus propietarios. Más que una incautación, se trataría de una congelación de estos bienes para que no puedan ser usados para generar fondos. El argumento que aducen los especialistas para defender la extremada complejidad de un embargo de este tipo es que los barcos están registrados a nombre de sociedades que suelen tener su sede fiscal en Suiza y que cambian constantemente de administrador. Por lo que inmovilizarlos por esta vía será complicado. Puede haber otras posibilidades para ponerles las cosas difíciles, señalan, por ejemplo con inspecciones diversas que podrían conducir al precinto de estas embarcaciones.

Otro elemento que llama poderosamente la atención en estas mansiones flotantes de lujo es que las banderas rusas no ondean en sus proas. Es otra forma de blindarse. En el caso del Tango en Palma, pueden verse los colores de la de Islas Cook, consideradas paraíso fiscal. Sin ir más lejos, el Solaris de Abramovich, quien estaría ahora mismo mediando para buscar la paz entre Rusia y Ucrania, luce la de Bermudas.  

También es muy habitual como maniobra de despiste que los armadores de estos barcos rusos pongan como condición que ningún integrante de la tripulación proceda de Rusia, subrayan los expertos consultados, que prefieren permanecer en el anonimato.

El Tango, valorado en más de 150 millones de euros, arribó a Palma el pasado 30 de enero procedente de Fethiye (Turquía). Su casco es blanco con una superestructura de color gris metálico y azul. Sus cuatro motores le permiten alcanzar una velocidad de 22 nudos. Puede alojar a catorce personas en siete camarotes. Cuenta con piscina, un salón de masajes y belleza y una espaciosa terraza con cine al aire libre. También tiene espacio para 20 tripulantes. 

En el Club de Mar de Palma también está amarrado en estos momentos el Here Comes The Sun, que tal y como pudo comprobar este diario ya no pertenece al millonario ruso Alexander Dzhaparidze. Lo vendió en 2019. 

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