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Mallorca y Arizona comparan sus programas con familias migrantes

Un profesor de la Universidad Estatal de Arizona explica en la UIB la problemática de la segunda generación de hispanos y su mayor exposición a las adicciones en el territorio fronterizo con México

Flavio Marsiglia posa ayer para este diario en el centro de Palma. B. Ramon

Mallorca y Arizona comparan estos días sus programas de prevención de adicciones entre adolescentes de familias migrantes gracias a la presencia en la isla de Flavio Marsiglia, profesor de la Universidad Estatal de Arizona y director del Centro Global de Investigación aplicada en Salud. «La idea es aprender lo que se hace aquí y compartir lo que nosotros hacemos allí. Y hacer algún estudio comparativo para saber cómo podemos aprender unos de otros. Los problemas de inmigración tienen cosas en común aunque hablemos de contextos muy diferentes. Necesitamos de todos en la sociedad, no podemos dejar a nadie aparte. La idea es que todos somos seres humanos», explica.

Junto con la catedrática de Pedagogía de la UIB, Carmen Orte, realizará una investigación comparada del programa ‘Familias. Preparando la Nueva Generación’, de la Universidad Estatal de Arizona, y el Programa de Competencia Familiar de la UIB. Hoy a las 13:00 horas ofrecerá una conferencia online titulada ‘Educación familiar en la frontera’.

«Allí la inmigración es un fenómeno de siempre. Con frecuencia hay familias con niños que, a diferencia de sus padres, han nacido en Arizona, tienen la nacionalidad estadounidense y aprenden inglés rápidamente. Entonces hay un desfase entre los padres y los hijos en el que los niños casi cumplen un rol de adultos, mientras los padres dejan de lado algunos de sus roles parentales», contextualiza Marsiglia.

«Nuestro programa tiene que ver con el uso de sustancias como el alcohol, el tabaco y otras drogas. A veces hay una confusión: los jóvenes creen que si fuman o beben serán aceptados. Y a veces los padres están confundidos, en una cultura diferente, y hay una falta de monitoreo. Nosotros ya teníamos un programa de prevención para niños en las escuelas llamado ‘Mantente real’ que funcionaba muy bien. Y los padres nos pidieron ser incluidos. Es un gran paso porque su implicación es muy importante, y a ellos también les ayuda a entender la situación», destaca el profesor de la Universidad Estatal de Arizona.

Redactaron un manual y organizaron varias sesiones para padres y madres. «La idea con este programa es que retrasen el inicio del consumo de alcohol y drogas, a unas edades entre 12 y 14 años en las que empiezan a experimentar. Y ha funcionado muy bien. Incluir a la familia tiene un efecto muy positivo en la prevención», indica Marsiglia.

Este experto cuenta una «paradoja» que se da con esta inmigración, mayoritariamente hispana. «La primera generación tiene un uso más bajo de drogas o alcohol que la media en Estados Unidos. Pero sube en la segunda generación, los hijos nacidos ya en Estados Unidos. La paradoja es que los inmigrantes recientes son más sanos y tienen actitudes y comportamientos mejores que la media. Pero la segunda generación, que ya se ha aculturado, pierde ese factor», afirma.

La situación en la frontera se ha tranquilizado después de la presidencia de Donald Trump, pero la deportación de ciudadanos indocumentados «es una amenaza real, sobre todo en un Estado con una tradición tan fuerte con eso como Arizona».

En todo caso, Marsiglia subraya que buena parte de esa segunda generación de inmigrantes ya nacidos en Arizona llegan a cumplir el sueño americano. «De nuestra Universidad dicen que sirve a hispanos porque hay un número muy alto de matriculados. Eso nos da acceso a fondos para programas de apoyo. Son la primera generación que han ido a la Universidad y necesitan tutores que les ayuden y les faciliten las cosas», señala.

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