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Opinión | Otro rídiculo, y van...

Una vez más el Govern da bandazos con las restricciones, sin importarle hacer el ridículo. La obligación de mostrar el pasaporte covid en los bares y cafeterías de Baleares ya está en vigor desde el sábado 4 de diciembre, solo que no se aplica porque el propio Ejecutivo se la salta a sabiendas. El Tribunal Superior avaló la medida tras solicitarla el Govern para todos los «establecimientos de restauración» con un aforo de más de 50 personas.

La legislación autonómica incluye a bares y cafeterías en dicha categoría. Lo saben a la perfección los consellers Iago Negueruela, Mercedes Garrido y Patricia Gómez. Lo que ocurre es que en la negociación previa con los empresarios acordaron verbalmente exonerar a los bares, especialmente para que no les protestaran en los pueblos; a la hora de la verdad se redactó mal la resolución y en el BOIB no se discriminó a unos locales de otros, por lo que en este momento la medida afecta a todos por igual, ya sirvan bistecs con patatas y vino o solo cañas, bocatas y carajillos.

En otra muestra de esperpento, Garrido y Gómez trataron de convencer a los medios de que era coherente imponer el pasaporte covid en unos sitios sí y en otros no, hasta el extremo de que la titular de Salud defendió que no era necesario en los bares porque «la gente entra y sale rápido, solo va a tomar café». Para sonrojarse.

El profesor de Derecho Mercantil de la UIB Joan Franch Fluxà fue el primero que advirtió públicamente que el Govern tendría que rectificar. Que en lugar de reconocerlo, Negueruela argumente ahora que es porque Mallorca ha incrementado su nivel de riesgo sanitario del grado 1 al 2 es, simplemente, insultante.

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