Después de un año y medio de pandemia, donde las enfermeras y enfermeros han trabajado dejándose la piel, con miedo a contagiarse y renunciando a permisos y días libres, el IB-Salut ha amenazado con suspenderles las vacaciones. El plan elaborado por la Administración ha sido diseñado con una escasa o nula incentivación a los profesionales para que aplacen las vacaciones voluntariamente, en un año en el que se han realizado decenas de miles de horas extraordinarias.

El agotamiento es extremo, los profesionales necesitan descanso y la supresión de vacaciones en el contexto actual pone en riesgo la salud física y sobre todo mental de las enfermeras y enfermeros. Por eso, ante la solución “fácil” de suspender vacaciones por no haber hecho su trabajo, SATSE plantea ante el IB-Salut que, de adoptar esta decisión, se enfrentará probablemente a un conflicto sin precedentes en la sanidad balear.

El sindicato afirma estar dispuesto a movilizar absolutamente todos sus recursos si se suspenden vacaciones, pidiendo amparo ante todos los órganos administrativos, políticos y judiciales que proceda, sin descartar un serio conflicto laboral una vez normalizada la situación sanitaria. El sindicato recuerda que la falta de profesionales sanitarios es un problema estructural en las Islas Baleares. Esta problemática se agrava cuando debido a las decisiones del Ib-Salut las enfermeras/os temporales deciden abandonar sus contratos debido al cansancio acumulado.

Desde que empezó la pandemia más de 300 enfermeras en Baleares han “huido” de la precariedad laboral y del elevado coste de vida que supone vivir en el archipiélago. A este problema hay que sumarle que han pasado cuatro años y medio desde la publicación de la última OPE y aún está sin resolver. Además, todas las bolsas de empleo están agotadas.

Aun viendo esta situación no se adoptan medidas para captar y fidelizar enfermeras y enfermeros. Se siguen ofreciendo contratos precarios, incluso de dos meses en plena crisis sanitaria y, aunque SATSE ha hecho numerosas propuestas para evitar la fuga de profesionales, la administración sigue desoyéndolas. Es inconcebible que con una plantilla de 17.000 trabajadores en cada oleada se haya recurrido a la improvisación y a un funcionamiento sin ningún tipo de orden ni previsión, sin planes de contingencia, ni directrices comunes, pero sí con una absoluta desorganización entre Ib-Salut y las gerencias, que no han conseguido establecer ninguna planificación previa de qué hacer, cómo hacerlo y en qué momento hacerlo.

SATSE denuncia que la negociación con los sindicatos ha quedado suspendida de facto. Las decisiones de urgencia se están tomando entre el IB-Salut y los gerentes sin la preceptiva negociación en la mesa sectorial, obligatoria al tratarse de condiciones de trabajo.