El uso de las mascarillas ha provocado una disminución de las alergias asociadas a las floraciones primaverales pero, a cambio, ha aumentado los casos de conjuntivitis, aseguran varios alergólogos consultados.

«Estas clínicas de conjuntivitis las estoy viendo sobre todo en niños y es debido a que asisten a clase en aulas con las ventanas abiertas, por lo que en las escuelas con bosques cercanos la cosa tiene difícil solución», explica Susana Ranea, alergóloga con consulta privada.

Se ha pasado de diagnosticar más casos de rinitis y asma a hacerlo de conjuntivitis alérgicas «brutales y de debut. Solo les pican los ojos», revela la especialista sugiriendo el uso de gafas protectoras para evitar que los síntomas se centren en los globos oculares.

También confirma un mayor número de casos de conjuntivitis su compañero alergólogo Daniel Pujadas, que señala que la mascarilla dirige todos los pólenes hacia los ojos, por lo que también habla de «síntoma de ojo seco».

Sobre el posible origen de esta proliferación de casos en la ventilación de los centros escolares, el experto zanja la cuestión sosteniendo que «es mejor tener conjuntivitis que covid».

Discrepa con su compañera de que la epidemia ha restado trabajo a los médicos de su especialidad al sostener que la psicosis generada por esta contagiosa enfermedad ha provocado que los pacientes acudieran a sus consultas ante el menor estornudo o síntoma alérgico.

Sobre los pólenes de próxima aparición, Ranea explica que el de ciprés está en franco descenso, sube el del pino y el de la parietaria está a tope. «El del platanero, los de las gramíneas y el del olivo, por este orden, llegan ahora», advierte, «porque la primavera se ha adelantado entre 15 y 20 días con respecto a otros años». En cualquier caso, la experta sostiene que en las islas las alergias a los pólenes son escasas, que las más habituales que afectan al 25% de la población son las provocadas por los ácaros del polvo de octubre a mayo.