El shock económico que ha supuesto la pandemia ha disparado la desigualdad en Balears hasta niveles nunca vistos antes. Las ayudas públicas, en especial los expedientes de regulación temporal de empleo que han evitado cifras de paro de escándalo, han corregido en parte esas diferencias en la distribución de la renta. Sin embargo, la herida abierta en el archipiélago es la más profunda de todo el Estado.

«Obviamente la estructura productiva de Balears basada en el turismo ha influido en ese hecho más que en otros sitios. La gente se ha ido a ertes y los salarios han quedado muy afectados», valoró ayer José García-Montalvo, catedrático de Economía Aplicada de la Universitat Pompeu Fabra (UPF).

La desigualdad bate récords pese a las ayudas públicas

Este economista es uno de los impulsores de una herramienta que monitoriza la desigualdad en todo el Estado casi en tiempo real después de analizar tres millones de nóminas, además de la Encuesta de Estructura Salarial. Este proyecto, supervisado por el Institute of Political Economy and Governance, CaixaBank Research y la UPF, pone asimismo de manifiesto que los jóvenes y los inmigrantes son las capas de la población donde más cicatriz ha dejado la desigualdad.

Esta herramienta utiliza como coeficiente el índice Gini, según el cual cero es el máximo nivel de igualdad y cien el tope de desigualdad. En Balears se disparó casi 22 puntos entre febrero y mayo, una variación récord en todo el Estado. Ocupa el segundo lugar del podio Canarias, otra región íntimamente ligada al turismo que rozó los diecisiete puntos de variación.

Una economía de servicios

Los salarios del archipiélago son los que más necesitaron de apoyo público. Con una enorme masa de trabajadores enfocada a la economía de servicios, el Estado tuvo que aplicarse para suturar la herida. Sin embargo, ni siquiera aferradas a esa tabla de salvación las islas han abandonado el liderazgo de la desigualdad.

Las ayudas públicas y prestaciones por desempleo que han regado todas las comunidades autónomas desde el colapso han reducido considerablemente las diferencias entre autonomías. Lo que no es óbice para que las islas sigan en cabeza de la desigualdad, con variaciones de más tres puntos del índice Gini respecto a febrero.

«Balears sigue presentando una elevada desigualdad posiblemente porque las ayudas públicas no son suficientes y por tanto no cubre al total de trabajadores afectados. También hay que tener en cuenta que hay trabajadores que pudieron quedarse desconectados del mercado laboral ya antes de la pandemia y no han podido acogerse a ninguna ayuda pública», explicó García-Montalvo.

En junio, cuando todavía no se habían desplegado todas las ayudas, la desigualdad en las islas era de 3,5 puntos con respecto a febrero. En el polo opuesto estaba Extremadura (0,9 puntos). Canarias, para entonces, ya había aplacado su curva y estaba en 1,28 puntos.

Esta herramienta monitoriza los cambios con más rapidez que cualquier otra estadística. Y este final de año la brecha puede agrandarse en el archipiélago. «Va a depender mucho de cómo evolucione la pandemia, de hasta cuándo van a poder mantenerse los ertes y de cómo van a repartirse las ayudas europeas. Es previsible que a consecuencia de esta segunda ola veamos un repunte en la desigualdad, pero no creo que vayamos a ver un pico tan alto como en primavera», afirmó García-Montalvo.

Los más golpeados

Esta herramienta ha corroborado otra realidad: las rentas bajas han sufrido más que las altas, y los jóvenes y los inmigrantes se han llevado la peor parte. «Es en estos colectivos en el que la proporción de personas sin ingresos aumenta más. Entre las personas con salarios medios también se observa que una proporción elevada pasa a no tener ingresos o caídas sustanciales. En las rentas más altas el impacto es mucho menor», sintetiza el estudio.

Sin ayudas públicas, en mayo la población sin ingresos en España hubiera llegado hasta el 30,53%. Gracias a las inyecciones públicas se quedó en un 9,22%.