P Podemos, el partido que usted fundó, se ha dado un batacazo en las elecciones gallegas y vascas

R El partido que yo fundé ya no existe, por lo que no se ha dado ningún batacazo electoral. Fundamos un partido con diferencias pero con una serie de elementos comunes, entre ellos el de ser antiliberal y profundamente impugnatorio del régimen del 78, un régimen caduco y en crisis como se está viendo con la Monarquía, que ya no es un caso de corrupción sino un cubo de mierda. Para eso debíamos construir una fuerza independiente del bipartidismo de PP y PSOE, que han sostenido el régimen de la desigualdad del 78. Ese elemento se basaba en una experiencia como por ejemplo en Balears, que cuando IU entró a gobernar de forma subalterna al PSIB desapareció de las instituciones y sobre todo desaparecieron las políticas de izquierdas. La entrada en gobiernos sin condiciones en autonomías y a nivel estatal rompía la hipótesis estratégica que llevó a fundar Podemos.

P ¿Cree que ocurre eso ahora en Balears, donde Podemos entró hace un año en el Govern

R En Balears ha habido un cambio claro en ese Podemos impugnador. En la pasada legislatura logró un resultado histórico de la izquierda y decidió no entrar en el Govern pero sin dejar gobernar a la derecha, peleando propuesta tras propuesta. Los movimientos sociales tenían un referente en las instituciones. EL PSIB ha seguido en temas de modelo productivo y económico la misma senda que el PP, a grandes rasgos. No podemos decir que el lobby hotelero no siga gobernando en Balears como gobernaba con el PP. Y eso pasa con el PSIB sin Podemos y, por desgracia, con Podemos. Eso es un desastre. El Covid ha podido ser una oportunidad para reformular un modelo económico depredador del territorio en Balears y de derechos, pero ese modelo no solo no se ha cuestionado sino que se ha reforzado .

P ¿Los malos resultados de Podemos en Galicia y País Vasco dan la razón a Anticapitalistas?

R El batacazo se lo ha dado la lógica que le decía. El ejemplo más claro sería Galicia, en donde Podemos ha pasado de ser la segunda fuerza a extraparlamentarios. Esos votos no se han ido al PSOE, se han ido a una izquierda que impugna el régimen del 78, desde un punto de vista territorial pero también social. Ese espacio para organizaciones rupturistas que impugnen el régimen del 78 está vivo.

P ¿La gestión de la pandemia

R Es pronto para decir si ha sido un elemento diferenciador. En otras partes de Europa la pandemia ha favorecido a los partidos en el Gobierno. En Euskadi y Galicia han ganado los dos que gobernaban las autonomías. Además, no son los mejores territorios para ver esto. Creo que tendrá más efecto electoral la gestión de la crisis económica y social que viene. Ahí es donde sea la jugará el Gobierno. Los datos que se dan desde Europa no son muy alentadores. Tengo muchas dudas de que Calviño no aplique recortes cuando Bruselas lo diga. Si lo hacen, este Gobierno tendrá el mismo resultado que el último de Zapatero.

P ¿Puede ser una alfombra roja para un ascenso de la ultraderecha?

R No tiene por qué. A día de hoy el ascenso de Vox no se ha basado en un trasvase de votos desde la izquierda a la derecha. Ha habido una reorganización del voto de la derecha en la que Vox ha salido favorecido por una radicalización del voto de la derecha. Pero puede pasar. Uno de los elementos que explica la decisión de Anticapitalistas de no entrar en el Gobierno es que si se deja huérfano el espacio de la impugnación del sistema, un Gobierno de izquierdas que frustre expectativas puede provocar desencanto que se convierta primero en abstención y que, después, esa abstención pueda convertirse en un espacio fértil para una impugnación al sistema desde la extrema derecha.

P En otros países está el cordón sanitario a la ultraderecha.

R Sí. Es que en Europa no se puede ser demócrata sin ser antifascista. En España nuestra derecha no tiene pasado democrático. Bueno, salvo partidos como el PNV. Pero en el ámbito estatal, no. La gran mentira de la Transición es que se nos intentó vender que había una derecha franquista, Fuerza Nueva, y dos demócratas , AP y UCD. No era así. Eran tres derechas de tres familias del franquismo. Y esa es nuestra derecha ahora, con otros nombres.

P ¿Por qué el título de 'La emergencia de Vox' para su libro?

R Intenta jugar con un doble sentido de la palabra emergencia. Por un lado, intenta explicar el por qué ahora Vox ha ascendido, y por otro, la emergencia como una cuestión de alarma. Desde que en 1982 Blas Pilar perdió su único escaño, tenemos por primera vez un partido de ultraderecha con representación parlamentaria. Para los demócratas, para los antifascistas, es para alarmarse.

P ¿Cómo se combate?

R No hay una receta mágica. En el conjunto de Europa sigue emergiendo. En el libro planteo experiencias exitosas en otras partes de Europa. Si tuviera que resumirlo, me parece central tener en cuenta que ahora la extrema derecha entra en casa por el móvil y la televisión. Para combatir las ideas del odio, de la xenofobia y del fascismo no hay nada mejor que construir comunidad, reconstruir lazos de clase. Donde está la PAH o las organizaciones vecinales, por ejemplo, es más difícil que entre la extrema derecha.