Cuesta imaginar dos personajes más antagónicos que Quim Torra y José Ramón Bauzá. Sin embargo, se hermanaron el pasado lunes en la sala de audiencias del Tribunal Superior de Cataluña. El acusado y president de la Generalitat quiso salvarse del cargo de desobediencia apelando a una sentencia del Tribunal Supremo que en 2013 absolvió al expresident balear, sobre quien pendía una acusación de delito electoral impulsada por el PSOE.

En su condición de acusado por resistirse a retirar los lazos amarillos de edificios de la Generalitat, el president Torra no respondió a la fiscalía ni a la acusación popular de Vox. Al ser interrogado por su abogado Gonzalo Boye, el gobernante independentista se refirió en su descargo "a la sentencia del Supremo sobre Balears". En ningún momento especificó que Bauzá había sido el beneficiario primero de una resolución apurada pero favorable de la Junta Electoral Central, refrendada por la sala de lo contencioso del Supremo en una sentencia tan discutida que el ponente inicial se negó a suscribirla y acabó firmando un voto particular.

La actuación de Bauzá reclamada como precedente por Torra se produjo el 20 de noviembre de 2011, fecha de las elecciones generales que clausuraron la era de Zapatero. "En la puerta de un colegio electoral" donde había votado, según la denuncia refrendada por las imágenes de las cámaras de televisión, el president balear con apenas unos meses en el Consolat efectuó unas declaraciones cuando menos sorprendentes. "Para ese gran cambio", destacó Bauzá ante los medios, "necesitamos una gran diferencia, un gran aporte en votos para el PP, para quien va a ser el próximo presidente de España, Mariano Rajoy". Su dilatado discurso en plena jornada electoral se mantuvo siempre bajo el eje de reclamar "una gran diferencia, un gran resultado y que tengamos un gran presidente que es Rajoy".

Las manifestaciones de Bauzá pidiendo el voto en una jornada sensible no merecieron el reproche de la Junta Electoral Central, que había considerado "propaganda electoral" votar con una camiseta verde. En el caso del entonces president balear, la JEC en la que figuran magistrados del Supremo admitía que las declaraciones "parecen poco acordes con la discreción a observar por los políticos en la jornada de votación".

A pesar de ello, la Junta Electoral liberaba a Bauzá de toda responsabilidad, al atribuir su petición a "la expresión de una convicción personal". El vigía de las urnas se mostró más condescendiente que con Torra y no omitía el reproche a la prensa, porque el político no tomó la "iniciativa", sino que habló "al ser requerido a la salida del colegio por diversos medios de comunicación".

Tras la inhibición de la JEC, el PSOE llevó las declaraciones al Supremo en un contencioso, actuando conjuntamente contra la decisión de la Junta y contra el propio Bauzá. Se añadía que su discurso extemporáneo "puede ser constitutivo de delito electoral". El altísimo tribunal evadió una respuesta concreta a los hechos decretando la inadmisibilidad del recurso.

El desenlace fue tan espinoso que el magistrado Nicolás Maurandi se desmarcó de la ponencia, para firmar un voto particular donde sellaba que Bauzá efectuó "una actuación de captación de votos para el PP, y, en consecuencia, un acto de propaganda electoral". Seis años después, solo queda saber si la sentencia del Tribunal Superior de Cataluña abordará este precedente visado por el Supremo, y favorable a un president en las antípodas de Torra.