Todas las imágenes que ilustran esta página, excepto la de la raya, son de diferentes especies de tiburones demersales (aquellos que tienen su hábitat en los fondos marinos) cuya presencia en aguas de Balears es cada vez más rara. Si no se han extinguido ya, como ha ocurrido con el angelote.

De este tiburón de la familia Squatinidae que gracias a su forma aplanada se camuflaba perfectamente en los fondos marinos de las islas, recuerda Antoni Grau, jefe de Recursos Marinos de la dirección general de Pesca, que no solo era muy habitual en las lonjas de Balears, “sino que mi suegro, carpintero, usaba su rugosa piel como papel de lija”.

Este experto, junto a Gabriel Morey, de la fundación Save the Med, analizaron ayer las causas de la desaparición de multitud de especies de condrictios (tiburones, rayas y mantas) antaño habituales en el mar balear y las posibles acciones que se podrían llevar a cabo para recuperarlos en una jornada divulgativa organizada por la Fundación Marilles y el Centro Mediterráneo de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN).

En primer lugar, Morey repasó las especies de escualos y rayas presentes en las islas sin olvidarse de las pelágicas (aquellas que viven alejadas de la costa y de los fondos marinos) como el tiburón zorro o el marrajo, del que recordó que es el escualo más rápido ya que puede alcanzar los 80 kilómetros por hora y que su potente mordedura le permite alimentarse de pequeños cetáceos.

Huevos de raya fecundados

Recordó que hay tres especies de musolas en Balears y que esta, a diferencia de su hermano cazón que los tiene puntiagudos, tiene los dientes romos y reveló que el tiburón cerdo (peix porc) ha podido ser mantenido en cautividad alimentándole con huevos de raya fecundados. O que en los dos últimos veranos se han podido ver agregaciones de hasta 25 mantas gigantes en Cabrera, hallazgo que invita al optimismo al ser la mayor vista en estas aguas.

Por su parte, Grau recordó la importancia de los condrictios para dar resiliencia (capacidad de adaptación a las situaciones adversas) a los ecosistemas marinos y concluyó que su progresiva desaparición ha venido de la mano de la sobrepesca que se produjo entre la década de los 40 y los 80 del siglo pasado. “Y fueron las redes de enmalle y los palangres, métodos de pesca artesanales selectivos y considerados como buenos, los culpables porque el esfuerzo pesquero se llegó a multiplicar por veinte. Fueron nuestros abuelos los que los extinguieron”, lamentó.

Los “brotes verdes” -parece que las rayas y pastinacas se recuperan- vienen de la mano de la paulatina disminución de la flota artesanal de las islas aunque Grau se mostró cauto a la hora de hablar de su posible reintroducción con un cambio climático que está modificando sustancialmente las condiciones de los hábitats marinos. “Primero hay que ver si es cierto que se está produciendo una recuperación de estas especies y, segundo, si es posible reintroducirlas en las actuales condiciones”, matizó el experto.

Las restricciones pesqueras han propiciado una mayor presencia de atún rojo en nuestras aguas y con él quizá ha vuelto el tiburón blanco, depredador de túnidos del que hay documentadas hasta 35 capturas en aguas de Balears entre 1920 y 1976. Como concluyó Morey, hay avistamientos recientes que han suscitado polémica, pero hace poco recaló en Mallorca el cuerpo de un delfín con una mordedura cuyo diámetro solo podía corresponder a la mandíbula del gran blanco.

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