¿Cómo son las cibervíctimas? ¿Hay un perfil de jóvenes que estén más expuestos que otros a sufrir la modalidad virtual del acoso escolar? Parece que sí.
Así lo ha recogido en un artículo el grupo de investigación Salud Global de la Universitat (UIB. Tras entrevistar a más de 700 adolescentes alumnos de 16 institutos diferentes, los investigadores han visto rasgos comunes de personalidad y más consumo de sustancias. Así, los jóvenes que han sufrido ciberacoso consumen más alcohol y tabaco que el resto. En concreto, un 61% de las víctimas dijo consumir alcohol (casi 20 puntos porcentuales más que las no víctimas) y un 8% dijo que fumaba (cuatro puntos más que las no víctimas).
Además, estos adolescentes tienen algunos rasgos de personalidad en común, como la extroversión o la baja responsabilidad, con lo que, concluye el estudio, "la personalidad podría ser una causa común para ser cibervictimizado, para pasar más tiempo en redes sociales e incluso para el consumo de alcohol y tabaco".
"Encontramos factores de personalidad comunes subyacentes para la cibervictimización y el consumo de alcohol y tabaco", apuntan Aina Yáñez y Miquel Bennasar-Veny, coautores del estudio junto a Alfonso Leiva y Mónica Rodríguez, que defienden que estos resultados puede servir para confeccionar programas de prevención ante un problema "que puede tener consecuencias graves".
De hecho, el grupo decidió comenzar esta investigación a propuesta de Rodríguez, psicóloga que hacía la residencia en Son Espases y veía pasar por la consulta a muchos jóvenes que arrastraban las consecuencias de haber sido hostigados a través de internet.
Los estudios hechos suelen indicar que entre un 20 y un 40% de los jóvenes sufrirán acoso virtual. La investigación del grupo de Salud Global ha arrojado resultados al alza: el 39,9% de encuestados dijo haber sido agredido on line. También indicó que es más frecuente entre las mujeres (43%) que los hombres (36%).
Los investigadores señalan también que mientras el acoso escolar implica reiteración en el tiempo, un hostigamiento constante, el ciberbullying no requiere ese mantenimiento en el tiempo. Y es que, razona Yañez, un insulto en internet queda para siempre, puede volver en cualquier momento.
Además de insultos, dentro del catálogo del ciberacoso entrarían prácticas como amenazas; mensajes insultantes; llamadas anónimas; manipulación y difusión de fotografías de la víctima; exclusión en las redes sociales; difamación y difusión de información secreta o embarazosa, y robo de contraseña y suplantación de la identidad. (una conducta que han visto que se da con bastante frecuencia).
El ciberbullying no son "ni bromas ni juegos", indican los investigadores, que rechazan varios mitos, como que "se está exagerando porque se ha puesto de moda"; que pasar por algo así "fortalece el carácter y forma parte del proceso de crecimiento"; que las víctimas "se lo han buscado"; o que es "parte de la naturaleza humana".
Yáñez, epidemióloga, y Bennasar, enfermero, niegan todas estas falsas creencias y recuerdan que provoca problemas de salud mental como la depresión.
De hecho, el ciberacoso se asocia más con el suicidio que el acoso tradicional debido a que el acosador puede ampararse en el anonimato, con lo que la desinhibición es mayor, y además hay una audiencia más amplia.
Los investigadores concluyen así que "es un importante problema de salud pública" y abogan por la prevención partiendo de la evidencia científica.
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