El TDA es un trastorno de origen neurobiológico que afecta a áreas cerebrales que intervienen en los procesos de atención. Los niños afectados no saben a qué atender porque suelen tener problemas a la hora de discernir cuál es el foco de atención más relevante.

Se muestran lentos en las tareas motrices y cognitivas y se distraen con facilidad. Por ello, algunos niños afectados por este trastorno tienen dificultades de aprendizaje en la escuela y desarrollan problemas de índole personal y emocional, como el mal comportamiento, la baja autoestima o la ansiedad.

Parece que no escuchan, que viven ensimismados en su mundo, y les cuesta mucho organizarse. Con frecuencia se olvidan de tareas y cosas, como llevar la mochila de los libros al colegio, apuntar las tareas de clase en el cuaderno... También suelen perder cosas.

Ante la más mínima sospecha de dificultad en la atención, conviene ponerse en manos de especialistas para que se pueda discernir si se trata de un carácter despistado o si realmente estamos ante algo más serio que exige una intervención profesional. Neurólogos o neuropediatras y psicopedagogos determinarán tras una evaluación si el niño padece TDA y, en caso afirmativo, facilitarán pautas para desarrollar tanto en el ámbito familiar como en el escolar.