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Opinión

Bauzá es un fantasma del pasado

Bauzá se resiste a su destino con una tozudez autodestructiva. El president de Balears que logró en solo cuatro años los mejores y los peores resultados históricos de su formación en unas elecciones autonómicas, ha dicho adiós a su partido cuando su despedida de la actividad pública ya no suponía una pérdida personal ni había honor en el gesto. Siempre se dimite demasiado tarde. Sus posibilidades de entrar en las listas del PP de Balears para los próximos comicios eran nulas y la calculada renuncia a su escaño en el Senado tenía trampa, porque le garantizaba, qué casualidad, el cobro de las cuatro mensualidades que le quedaban hasta mayo por obra y gracia del propio reglamento de la cámara alta, pero sin el engorro de tener que trabajar para el PP de Company e Isern, los hombres que él colocó en el primer plano político y terminaron concelebrando su funeral.

Las únicas lágrimas derramadas en el adiós de José Ramón Bauzá, un activo de la izquierda y el principal agente movilizador de sus votantes desde la manifestaciones de del 29 de septiembre de 2013, las han vertido los partidos del Pacto, que desearían que el legado del farmacéutico fuera eterno porque confían más en un enemigo común que en un líder. Bauzá intentó fulminar en cuatro años y sin la menor fortuna cualquier rastro del histórico regionalismo del PP balear, su única fórmula de éxito. Ahora insiste en su legado, aunque sea como un hombre solo, como un fantasma del pasado en busca de aliados. Estará satisfecho si logra restar, aunque sea de forma mínima, apoyos al PP. A eso llega un expresident en Balears.

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