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Opinión

La cárcel fabrica terroristas

La cárcel fabrica terroristas

Si la cárcel de Palma aloja a dos terroristas islámicos, pueden extraerse otras tantas conclusiones. En primer lugar, que en Mallorca hay más yihadistas fuera que dentro del centro penitenciario. La convivencia con esta certeza estadística empeora al constatar, en segundo lugar, que el número de sindicados de la hidra de Isis o Al Qaeda, que vuelve como la heroína, crecerá con el paso del tiempo sin salir de los muros de la prisión.

La definición de la cárcel como "fábrica de terroristas" se debe al juez francés Marc Trévidic, que tuvo a su cargo la investigación del terrorismo islámico y que advirtió de la alta probabilidad de las matanzas parisinas de Charlie Hebdo o Bataclan. Excelente divulgador de su tarea, el magistrado que ha interrogado a decenas de sospechosos de yihadismo concluye que "la mitad de los que he tenido delante de mí entraron en la cárcel como presos comunes, y salieron de ella como terroristas".

En estas circunstancias, el envío a la prisión de Palma de peligrosos islamistas capturados en Ceuta ofrece una ominosa perspectiva. En la dispersión de etarras, es improbable que un terrorista vasco reclute para su causa a delincuentes de otras comunidades. En el caso del yihadismo, se está introduciendo a un experimentado adiestrador en un campo de cultivo idóneo.

Europa se está acostumbrando a la "nueva normalidad", una cotidianeidad salpimentada de atentados. La esencia del terrorismo islámico no es la fe ciega, sino la duplicidad. Sus practicantes pueden mentir sobre su adscripción, además de que Isis les obliga a atentar por todos los medios y armas a su alcance. A los yihadistas auténticos se suman ahora los emuladores que coronan su propósito, como el argelino que asaltó una comisaría de Cornellà cuchillo en mano.

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