Antoni Grau, jefe de Recursos Marinos de la dirección general de Pesca, junto a algunos de sus colaboradores, se sumergió el viernes de la semana pasada en varias zonas de la reserva de sa Dragonera para evaluar sobre el terreno su evolución y, en cierta manera, quedó un poco defraudado.

"Nos sumergimos en Cap Llebeig, en una zona muy prometedora a veintinco metros de profundidad, y vimos unos cuatro meros grandes. Desde luego que hay mucha más vida que cuando no era reserva, pero...", mostraba cierta decepción el impulsor de la creación de las ocho reservas marinas diseminadas hoy en día por todo el litoral balear.

"Sin embargo, en la segunda inmersión, que realizamos en Illa Mitjana, una zona más anodina con una profundidad de unos quince metros, sí vimos muchos más cambios. Hace dos años era un desierto, estaba esquilmada, y el otro día llegamos a contabilizar una docena de anfós llis (Epinephelus costae, falso abadejo) y bastante movimiento", diferenciaba Antoni Grau.

El responsable de Recursos Marinos compara la evolución de esta última reserva con la del Toro, en Calvià: "Se creó en junio de 2004 y en el mes de noviembre ya estaba llena de peces. Y esto no está ocurriendo en sa Dragonera, que es un sitio potencialmente mucho mejor que El Toro por sus condiciones de cercanía a la costa, con grandes rocas aisladas y diseminadas por su lecho y con un gran desnivel, además de ser maravillosa para las inmersiones por la belleza de sus paisajes marinos. No obstante, por las razones que sea, no está teniendo una recuperación tan rápida como esperábamos", lamentaba.

Pese a todo, en el Cap Llebeig, donde hace dos años Grau asegura que solo se veían espets (Sphyraena viridensis, barracudas), el pasado viernes pudieron ver varios meros grandes de entre siete y diez kilos a unos veinte metros de profundidad, pero pocos escorballs y menos dentones, "no sé si porque se encontraban en otras zonas", barajaba.

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Sa Dragonera rebaja la euforia

Por contra, en Illa Mitjana, una zona muy degradada en la que hace dos años era casi imposible ver peces, los submarinistas de la dirección de Pesca pudieron contemplar un gran número de anfós llis, "de dentones pequeños, jóvenes, tords y sargos", detallaba Grau.

Para explicar esta sensación agridulce por la lenta evolución de una de las más prometedoras reservas marinas de Mallorca, barajaba dos hipótesis: La primera es que las cosas no van bien por circunstancias que escapan a su entendimiento y la segunda es que nos hallamos en un año que está siendo térmicamente extraño.

"Estamos en un año raro y el agua está más fría de lo habitual. Pese a que la reciente ola de calor la ha calentado mucho en sus primeros metros, la termoclima (capa del agua donde se produce un enfriamiento drástico de su temperatura), que es dónde se encuentran a gusto los peces, está a17 metros, cuando lo habitual en estas fechas es que estuviera a los 25 metros. Esta temperatura más fría también ha retrasado el crecimiento de las larvas de peces pelágicos como las llampugas, los verderols o los atunes, que ya deberían verse por nuestras aguas y por ahora están ausentes", explicaba Grau uno de los posibles motivos de esta recuperación ralentizada.

Porque al posible furtivismo no la achacaba: "Está muy bien vigilada, gracias a los fondos de la ecotasa. Dos barcas y cuatro personas se turnan en su control", zanjaba esta cuestión polémica.