No, ninguna empresa tiene derecho a fisgar en las redes sociales de sus trabajadores, pero lo cierto es que lo hacen. Hay jefes que se dedican a escudriñar internet en busca de fotos, comentarios y contactos de sus empleados porque saben que la información es muy valiosa, siempre. Pero mucho más si pertenece a la esfera privada de las personas. Primer consejo: no acepte nunca una petición de amistad de su jefe en Facebook.
Las redes sociales empezaron siendo un canal para presumir de día de playa hasta degenerar en un vertedero en el que cabe de todo, incluidos miles de inquisidores dispuestos a escandalizarse por cualquier cosa. Segundo consejo: utilice el sentido común. Pero si no es así, tampoco tienen derecho a despedirle.
Aquellos que se sienten permanentemente ofendidos por lo que leen en las redes sociales de otros organizaron un boicot contra la empresa de un trabajador que había publicado fotos de niños sirios muertos en su cuenta de Facebook. Pocas compañías resisten las presiones de una buena campaña de acoso, así que el despido fue inapelable.
Ahora este usuario tampoco ha encontrado apoyo en la justicia. La sentencia es un toque de atención para todo el mundo porque valida el despido de un trabajador por fotos y comentarios publicados a título particular, completamente ajenos a su empresa o al trabajo que realizaba en ella.
Es un precedente muy peligroso porque otorga a las empresas un poder sobre los trabajadores del que nunca antes habían disfrutado. Y dinamita la barrera que separaba la vida laboral de la privada. Tercer y último consejo: guárdese el humor negro para cuando esté en el bar.
Las imágenes y los comentarios publicados por este trabajador pueden ser objeto de reproche, por supuesto. Pero, ¿y quienes iniciaron el boicot? No son campeones de la decencia, sino unos inquisidores modernos que se han cargado a un trabajador. Y mucho cuidado porque van a por más.
