¿Ha tenido ya tiempo de arrepentirse de su retirada?

No, en absoluto. No creo que lo haga. No me arrepiento de nada de lo que he hecho en la vida. De todo se aprende.

En su despedida en el Parlament dijo "adiós, o hasta más tarde". Acote ese más tarde.

No lo dije para especular. Tengo muy claro que desde luego mi retirada es, como mínimo, para una temporada muy larga. Tengo que reconstruir toda la parte de mi vida a la que he renunciado por la política. La política tiene sus privilegios, pero también su coste. Reconstruir eso implica tiempo. Llevo diez años, casi once, en política, desde el segundo Pacto de Progreso cuando Fina Santiago me cogió para dirigir la Agencia de Cooperación Internacional.

¿Tiene ya claro a que se dedicará?

Ahora mismo el primer paso será apuntarme al SOIB. Mi ámbito es la docencia y el trabajo social, es donde tengo mi experiencia laboral y mi vocación. A partir de ahí, ahora toca buscar trabajo.

¿Ya ha nombrado heredero para sus camisetas?

No. Para esas cosas no se pueden nombrar herederos. Tiene que salir de uno mismo. Cada uno tiene su estilo. También está bien que la gente lleve corbata... hasta que yo me ponga corbata alguna vez.

En la pasada legislatura, para la Ley de Símbolos utilizó una camiseta para la que recurrió a Javier Krahe con la frase "me gustas democracia, pero estás como ausente". ¿Sigue vigente?

Sí, totalmente. Aquel autoritarismo que vivimos en Balears en la época de Bauzá, favorecido por la mayoría absoluta del PP, está ahora a nivel estatal. No sólo hay políticos en prisión por la cuestión de Catalunya, sino también artistas, tuiteros, raperos y muchos sobre los que pesan amenazas judiciales.

Dijo que abandonaba la primera fila política satisfecho. Seguro que alguna espina ha quedado clavada.

Más que espina, como coordinador del partido creo que una de las cosas en las que hemos fallado, y asumo mi parte de responsabilidad, es en la falta de diálogo con los movimientos sociales con los que la gente de alguna manera nos asocia. Terra Ferida, la OCB... Nos hemos distanciado, cuando seguimos compartiendo un objetivo común. Se pueden discrepar sobre cosas concretas, pero igual que apuesto por la unidad de la izquierda lo hago en referencia a la unidad de una izquierda social. Admito que personalmente no he llevado muy bien el tono de determinadas críticas. Los movimientos sociales tienen que ser independientes, pero a veces se hacen comparaciones diciendo que lo que hay ahora es casi lo mismo que con Bauzá... Eso lo llevo mal, porque no es cierto.

¿Como van a recuperar esas relaciones con los movimientos sociales?

En el partido se tiene muy en cuenta. Es una de las asignaturas que tiene que abordar la nueva dirección. A mí ya no me toca.

¿Contra Bauzá vivía mejor?

No. Quizás contra Bauzá era más fácil unir gente, pero creo que uno de los errores de la izquierda política y social es pensar a veces que cuanto peor, mejor. Yo a Bauza no le echo de menos. Le echan de más hasta los suyos...

¿El caso Contratos ha sido su trago más amargo en esta legislatura?

Sí.

A este procedimiento judicial le siguieron cuestiones como la imputación de Pilar Carbonell en el caso Cursach

En ese asunto me pregunto por qué no está imputado Joan Mesquida y sí Pilar Carbonell. Creo que ella dimitió cuando tocaba y que era una decisión correcta, como se ha visto luego con la instrucción del proceso. Pero lo que no entiendo es que ella esté imputada y el señor Mesquida no. Supongo que influye el que haya sido director general de la Guardia Civil. En las grabaciones había mensajes en los que su nombre aparecía por ahí con claridad. Creo que igual que hay una justicia para ricos y para pobres, la hay para según de donde vengas y de que pie cojees. Con esto no pretendo disculpar a Carbonell, pero veo tratos diferentes.

Para cuando se produjo la imputación de Carbonell, usted ya había decidido abandonar la primera línea política ¿Influyó el caso Contratos?

Influyen muchas cosas. Aquel fue un momento muy duro. Se ha intentado situar a Més, injustamente, en el saco de todos son iguales, estos son como el PP... El PP ni siquiera ha pedido disculpas, ni ha querido devolver el dinero que ha robado. Además, mi personaje también queda un poco desdibujado. La política tiene mucho de teatro y dentro de ese teatro a mí me ha tocado el papel del personaje que da caña. Ese rol, cuando tienes a los otros con el garrote, también me obligaba de alguna manera a replantear mi propio papel. Además, el Més de esta legislatura no tiene que ver con el de la pasada. Nos tocaba dar caña a Bauza. Ahora se trata de demostrar que lo que hacemos es positivo y que la política sirve para cambiar la vida de la gente.

¿Cree que lo estan demostrando?

Hay tres o cuatro medidas en esta legislatura, aunque a veces hayan quedado tapadas por el ruido, que solo por ellas merece la pena. La renta social, que está beneficiando a unas 11.000 familias, el impuesto turístico, que es el inicio del cambio de modelo turístico y económico, la ampliación de los espacios naturales y la Ley de Fosas. Solo con esas cuatro cosas, para mi se justifica una legislatura de izquierdas, Si las ponemos en el contexto de una España que pivota entre a ver si tiene más votos el PP o Ciudadanos y una Europa que también se debate entre la reacción y el fascismo, aun tiene más valor.

El Pacto empezó su andadura en 2015 con la desconfianza entre los socios de legislatura.

Quizá no era tanto la desconfianza, sino que había como un desajuste. El PSOE y nosotros ya eramos rivales desde antes en lo político, pero coincidíamos en la experiencia previa de gestión de gobierno. Con Podemos podíamos coincidir mas políticamente, pero nos separaba su falta de experiencia de gobierno. La primera parte de la legislatura tuvimos que dedicar demasiadas horas a ajustar eso. Ahora hemos llegado a un nivel de confianza que no tuvieron los anteriores pactos. Tenemos muy claro que queremos renovar el Pacto en 2019 y que no hay que forzar la cuerda entre nosotros. De hecho, si la derecha quiere gobernar tendrá que hacer lo mismo que ha criticado a la izquierda, pactar. Veremos si les sale los números, que espero que no, qué capacidad de diálogo tendrán.

Con su marcha de la primera línea política deja a Fina Santiago sin uno de sus puntales en plena batalla por el cartel electoral de Més. ¿Le ha intentado convencer de que aguantara?

Todo el mundo me ha intentado convencer, pero todo el mundo ha entendido los motivos por los que lo dejo y lo han respetado. No tengo la sensación de dejar a Fina sola ante el peligro, ni a nadie. Lo mismo pasa con la gente que ha tomado el relevo en el partido, como Balboa. Ademas, me van a tener. Aunque saldré de un montón de grupos de WhatsApp, siempre estaré para lo que me necesiten.

¿Ha tenido la sensación de provocar rechazos viscerales por su actividad política?

No. Pero si tengo que reconocer que después de lo que ocurrió el 1 de octubre en Cataluña y el inicio de esa oleada de españolismo rancio de derechas, incluso me cuidé de no llevar camisetas por la calle porque en un momento dado si que había gente que me insultaba por la calle, me amenazaba... Por mi integridad y por la de mi familia, intenté ser un poco más discreto. Ahora se ha relajado un poco la cosa en ese sentido, aunque el problema político siga igual o peor.