Hubo unos años en que nada importante en Balears se decidía sin la autorización de Jaume Matas. El concurso para la construcción y explotación durante décadas de Son Espases, el hospital público de referencia, no fue una excepción. Se trató, y sigue siéndolo, de la mayor obra pública de las islas promovida por la Comunidad Autónoma y Matas, como con el equipo ciclista Illes Balears, los foros organizados por Iñaki Urdangarin y el proyecto de un Palacio de la Ópera en el Moll Vell de Palma, no dejó de imponer su voluntad.
En el caso Nóos fueron cuatro exaltos cargos del Govern, entre ellos el antiguo director general de Deportes Pepote Ballester, quienes confesaron al tribunal que se limitaron a acatar las órdenes indiscutibles de Matas. Pero en Son Espases hay una arrepentida de mayor nivel, la exconsellera de Salud Aina Castillo.
Matas, como siempre, ha negado inicialmente el haber dado instrucciones verbales y por escrito para que el hospital fuera adjudicado a Juan Miguel Villar Mir, ahora salpicado judicialmente en otras tramas de corrupción como los Papeles de Bárcenas o Púnica.
Villar Mir estuvo imputado en el caso Son Espases, pero el juez José Castro, el exfiscal Pedro Horrach y la abogada del Govern María Ángeles Berrocal no pudieron hallar pruebas de que el poderoso empresario y exministro hubiera pagado un soborno millonario a Matas o al PP de Madrid por quedarse con este negocio.
Matas vuelve a enfrentarse a penas que conllevan su ingreso en prisión, la fiscalía reclama para él 4 años y medio de privación de libertad. El expresidente del PP balear intentará lograr un acuerdo con las acusaciones para librarse de volver a prisión, pero en este causa, además del Govern y la fiscalía, está personado Més, lo que complica más un posible acuerdo.
Son Espases, por decisión de Matas, no fue adjudicado a Villar Mir. Florentino Pérez ganó el concurso y ni tan siquiera ha declarado como testigo.
