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Los proyectos de viviendas mantienen una caída del 85% respecto a 2007

El desplome más acentuado de la actividad inmobiliaria de Mallorca se registra en las residencias plurifamiliares y se sitúa en casi un 93%

Los proyectos de viviendas mantienen una caída del 85% respecto a 2007G. Bosch

Cuando se habla con un promotor o un constructor de Mallorca respecto al crecimiento de la inversión en su sector durante los últimos años, éstos reconocen esta mejoría pero inmediatamente añaden una coletilla: la cosa mejora, pero la actividad se mueve todavía en niveles mínimos si se compara con lo que sucedía antes de la crisis. Ciertamente, a continuación añaden que nadie aspira a volver a lo que sucedía en 2007, cuando la burbuja todavía no había estrallado aunque aparecían ya los primeros indicios de que comenzaba a deshincharse.

Los datos facilitados por el Colegio de Aparejadores de la isla muestran el impacto que todavía hoy se vive en el sector. Durante los nueve primeros meses de 2007 se visaron 8.355 viviendas en Mallorca frente a las 1.178 del mismo periodo de este año, lo que implica una caída del 85%.

Pero este impacto no es el mismo en todas las tipologías residenciales. El golpe más duro aparece en las de carácter plurifamiliar: si entre enero y septiembre de 2007 se alcanzaron las 6.661 residencias de este tipo visadas, ahora la cifra es de 482, con un recorte de casi un 93%.

La situación precrisis mostraba además una mayor proporcionalidad respecto al tipo de producto que se ponía en el mercado en relación a la demanda de la población, pese a ser una etapa en la que también los precios estaban en niveles máximos, con la única diferencia de que en los años previos las entidades financieras habían estado concediendo hipotecas como si se tratara de caramelos. Porque en los nueve primeros meses de 2007, la cifra de chalés proyectados era de 1.042, muy inferior a la de los plurifamiliares, y la de adosados se situaba en 652. El drástico cambió no se ha dado solo en las cifras, sino también en los equilibrios.

Pese a lo expuesto, los indicadores de la actividad inmobiliaria llevan tres años mostrando incrementos. El punto más bajo de alcanzó en 2014, cuando en sus nueve primeros se contabilizaron 453 viviendas visadas, de las que 220 eran chalés a los que se sumaron 44 adosadas y 189 plurifamiliares.

Evolución al alza

En ese mismo periodo de 2015 la cifra de proyectos visados se elevó a 614, con 114 plurifamiliares, 41 adosados y 459 unifamiliares. Estas cifras, sin embargo, incluyen un elemento distorsionador: la ley impulsada por el exconseller del PP Biel Company para legalizar muchas construcciones irregulares en suelo rústico hace que la cifra de chalés no corresponda solo a los proyectos para nuevas edificaciones, sino que también incluye esas regularizaciones, por lo que se puede hablar de que en realidad los números de este ejercicio se mantuvieron en niveles muy similares a los de 2014.

Es en 2016 cuando se detecta la reactivación de una forma más sólida, con sus 1.046 viviendas visadas por los aparejadores entre enero y septiembre, de las que 516 eran plurifamiliares, 459 chalés y 176 adosadas. Esta subida se está manteniendo este año, con1.178 proyectos visados, de los que 507 son chalés, 189 adosados y 482 plurifamiliares, aunque este incremento se sustenta en los primeros.

Precisamente la importancia que los unifamiliares han adquirido en la edificación residencial de Mallorca explica el enorme malestar existente entre los constructores por el incumplimiento de muchos municipios de la isla a la hora de dotar a todas sus urbanizaciones de red de saneamiento, lo que ha provocado el que en estas zonas se haya registrado ya una paralización en la concesión de nuevas licencias, aunque se están buscando fórmulas con la conselleria de Territorio respecto a la posibilidad de levantar esa suspensión si algún ayuntamiento termina cumpliendo con sus obligaciones, aunque sea con retraso.

Respecto a las viviendas plurifamiliares, los promotores consideran que la única posibilidad de reactivar su edificación sin necesidad de consumir más territorio es la de autorizar edificios de viviendas con más alturas que las actuales y en los que cada residencia pueda ser más pequeña, para así reducir el impacto que sobre el precio del inmueble tiene el valor del solar.

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