El informe incluye tres artículos elaborador por miembros del grupo de Investigación y Formación Educativa y Social (GIFES), de la Universitat: el decano de la facultad de Educación, Josep Lluis Oliver; Maria Antònia Gomila y Rosario Pozo. Esta última, ha llevado a cabo un estudio hablando con niños y jóvenes para conocer sus opiniones y saber hasta qué punto participan (o quieren participar) en la vida comunitaria. La autora concluye que los niños "son críticos con los servicios y recursos y contestatarios con los adultos como responsables del entorno". Muestran mayor nivel de satisfacción y calidad de vida en comunidades o entornos urbanos, más que en las ciudades. Algunos lamentan que no se les tome en cuenta, como dice una joven de 13 años de Santa Maria del Camí: "Los adultos se creen que somos inexpertos, que como somos pequeños no sabemos nada, pero ellos también han pasado por esto y deberían ser un poco más comprensivos. Puede que seamos pequeños pero tenemos opiniones". También son críticos con ellos mismos: "Los adolescentes cambiamos de opinión bastante", admite una quinceañera de Palma, que añade: "Algunas decisiones pueden ser erróneas, pero de los errores se aprende". Pozo concluye que los jóvenes de las islas "muestran confusión y contradicciones en base al mundo que les ha tocado vivir"; que sienten mucho su entorno próximo (y en algunos casos, el impacto del turismo masivo) y que reclaman espacios propios de participación sobre todo en los temas que más les preocupan o afectan: "Espacios de ocio y tiempo libre; asuntos educativos formales y no formales; y aspectos sociales y culturales".