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CMU Ramon Llull

El colegio mayor de los mallorquines

Casi la mitad de los universitarios residentes en el histórico CMU Ramon Llull de Barcelona son de Balears - En 2019 acaba el convenio de cesión del edificio y varios excolegiados empiezan a movilizarse para reivindicar la institución y evitar su cierre

El industrial Josep Batlló i Casanovas -sí, el de la Casa Batlló- tenía varias fábricas textiles por Barcelona. El director de una de ellas falleció y ningún trabajador acudió al entierro, algo que hizo pensar a Batlló, que cuando cerró la fábrica decidió que a partir de ese momento quería que el edificio se dedicase a la educación. Se convirtió así en uno de los edificios del recinto de la Universitat Industrial, albergando en sus inicios la Escola d'Agricultura.

Fue remodelado y en mayo de 1929 se inauguró la que sería conocida durante una década como Residència d'Estudiants de Catalunya. En 1939 fue rebautizada como Col·legi Major Ramon Llull. El nombre de un mallorquín ilustre para referirse a la residencia de estudiantes más antigua de Cataluña y a la que algunos se refieren como 'el colegio mayor de los mallorquines'.

De los 260 residentes que tiene el colegio mayor, el 45% son de Balears (la mayoría, mallorquines; muchos, estudiantes de Medicina atraídos por la proximidad del Hospital Clínic). Hoy algunos de estos colegiados y excolegiados están empezando a movilizarse al ver que la institución podría verse abocada al cierre en 2019, año en el que finaliza el convenio mediante el cual la Diputación de Barcelona cedió el edificio a la Universitat de Barcelona durante 30 años.

Más que una residencia

El alcalde de ses Salines, Bernat Roig, es uno de los mallorquines que no solo ha pasado por el Ramon Llull, sino que ha tenido cargos y se ha involucrado mucho en la vida de la institución.

El líder de Endavant per ses Salines vivió toda su etapa universitaria en este edificio que muchos comparan, por su estética, con Hogwarts, el internado de Harry Potter. Y fue una etapa larga: entre 2000 y 2009, años en los que estudió Filología Clásica, Arqueología y un título de Animación del Patrimonio.

Ejerció de jefe de estudios durante varios años en el Ramon Llull: ¿Por qué lo que pudiera parecer un mero alojamiento requiere un jefe de estudios? "Porque es mucho más que una residencia".

La filosofía es muy diferente y persigue un vínculo mucho más profundo. "No es un sitio al que vas solo a dormir y a comer", añade Antoni Barceló, licenciado en Derecho y Administración y Dirección de Empresas y residente del Ramon Llull entre los años 2008 y 2010, "hay muchas actividades culturales e involucran mucho a los colegiados".

De hecho, los residentes se encargan de coordinar comisiones (de cultura, medio ambiente, deporte...) y para conseguir o renovar la plaza deben asistir a un mínimo de las conferencias y actividades planificadas por el centro. El jefe de estudios se encarga también de organizar algunas de estas sesiones además de hacer de enlace entre los colegiados y la dirección, que actualmente ocupa Montse Lavado Fau.

Roig recuerda que este CMU nació con el nombre de Residència d'Estudiants de Catalunya con el objetivo de emular la Residencia de Estudiantes de Madrid, un punto de encuentro de los grandes intelectuales del país; un sitio donde hacer caliu de ideas y cultura.

El colegiado Rosselló-Pòrcel

Por el colegio Ramon Llull pasaron grandes nombres. Fue durante los años 30 cuando desarrolló su actividad cultural más intensa, con personalidades muy vinculadas a la entidad como Pompeu Fabra, Salvador Espriu o el mallorquín Bartomeu Rosselló-Pòrcel, que fue residente entre 1931 y 1938.

En ese periodo el literato compartió habitación algunos años con el periodista mallorquín Gabriel Fuster Mayans, Gafim, quien en su obra El dimoni de Vallvidrera recuerda aquella convivencia y aquella amistad que les unía, pese a tener unas personalidades tan distintas: "El director de la Residència, Miquel Ferrà, un 'català de Mallorca', poeta y publicista intransigente, aunque liberal y muy buena persona. Tomeu y yo éramos los únicos residentes (del centenar que había aquella época) que le teníamos estimación y simpatía (...) Excepto por unos cuantos intelectuales y profesores extranjeros que convivían con nosotros como estudiantes, la mayoría de residentes, por no decir casi todos, era católica, bastante apostólica y muy romana. A Tomeu lo tenían por una especie de intocable y a mí por un snob entre inquietante y peligroso".

Las ediciones de la Residència

El poeta palmesano fue precisamente el principal impulsor de las Edicions de la Residència d'Estudiants, una colección de poesía que sacó a la luz obras como Primer desenllaç de Joan Vinyoli. Rosselló-Pòrcel vivió casi hasta sus últimos días en la residencia. Enfermo de tuberculosis, fue trasladado desde allí directamente al sanatorio del Brull, donde murió a los 28 años. Siete meses más tarde, Edicions de la Residència d'Estudiants publicó su poemario Imitació del foc, dedicado a su amigo y compañero de residencia, Espriu.

"En el CMU Ramon Llull ha habido desde siempre mucha actividad, ha sido una fábrica de cerebros", valora Roig, que señala por ejemplo que Federico García Lorca dio allí un recital de poesía. Ese trajín cultural -con talleres, exposiciones, grupos de teatro, certámenes literarios, su propia coral y orquesta...- es un signo identificativo de la historia de esta institución, tal y como se recoge en el libro La Residència d'Estudiants de Catalunya, coordinado por Lavado Fau y publicado en 2003.

"Abrir la mente"

"Son cosas que quizás en su momento no valoras, pero que luego ves que te han aportado mucho", indica el mallorquín Xavier Bush, ingeniero de telecomunicaciones, que recuerda conferencias sobre temas tan diversos como las células madre o la inestabilidad del sistema económico mundial; temas alejados de su área de estudios, algo que ahora valora como elemento enriquecedor.

"Era un punto de encuentro entre gente de diferentes áreas", señala este joven mallorquín, que precisa que él no era residente del CMU Ramon Llull, sino de su centro 'hermano', el Penyafort-Montserrat, con cuyos residentes los colegiados del Ramon Llull mantienen un histórico y sano 'pique'.

"Es un penyata", bromea Roig refiriéndose a Bush. Recuerdan entre risas que los residentes de ambos centros, dependientes de la Universitat de Barcelona, comparten tradiciones comunes, como los premios Culleretes y Carabasses o los 'comandos': entrar en la habitación de algún compañero y cambiarle las cosas de sitio, sacarle el colchón al pasillo... cosas así.

Bromas aparte, Xavier Bush insiste en que debido a esa transversalidad los colegios mayores son sitios que contribuyen a "abrir la mente" y que eso son experiencias que "se han de valorar".

Contra el cierre

No es la primera vez que la amenaza del cierre se cierne sobre el colegio mayor Ramon Llull. Justo antes del inicio de la crisis, en 2008, ya hubo un amago de la diputación de Barcelona de recuperar el edificio con la idea de convertirlo en oficinas. El hoy alcalde de Ses Salines recuerda que la Universitat de Barcelona celebraba elecciones rectorales justo por esas fechas y desde el CMU Ramon Llull enviaron cartas a todos los candidatos a rector exponiéndole la situación e incidiendo en el valor de la institución. "Solo uno contestó diciendo que sería una lástima que se cerrara, fue Dídac Ramírez, y entonces hicimos campaña por él, y ganó", rememora Roig.

Estos tres excolegiados creen que es importante reivindicar la importancia del colegio mayor Ramon Llull y lo que aporta a un joven recién salido del nido el tener tan cerca una variada oferta cultural así como la convivencia con compañeros de otras carreras y, en la mayoría de los casos, con expedientes brillantes: "Cada noche oías las historias de cada uno, de uno que estudiaba arquitectura por ejemplo o de uno de Medicina, y aprendías mucho", señala Roig.

Bush y Barceló lo secundan, y valoran además los fuertes lazos que se crean entre los compañeros de colegio mayor. Entre los isleños, que se quedaban solos los fines de semana en el centro compartiendo 'Quelitas' mientras los peninsulares se iban a su casa, este vínculo es aún más estrecho. Los tres quieren que los mallorquines sigan teniendo la opción de poder vivir esa experiencia en el colegio mayor Ramon Llull de Barcelona muchos años más.

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