Pocas veces los diputados y los senadores del Partido Popular votan en las Cortes lo contrario que se les ordena. Ayer el Senado fue escenario de una de esas raras ocasiones: cuatro senadores del PP, vinculados a Balears, se saltaron la disciplina de voto y apoyaron una iniciativa de su paisano, el senador socialista Francesc Antich en contra de la búsqueda de petróleo en el Mediterráneo y junto a las Canarias.

El president del Govern, José Ramón Bauzá, se apresuró en colgarse la medalla de la pírrica revuelta de los senadores de su partido por las islas (todos menos una, la díscola Joana Maria Pons). Yo les di órdenes en ese sentido, explicó satisfecho Bauzá.

Pero el president del PP balear, sumiso él, consultó antes la jugada con su superior, el presidente del Gobierno Mariano Rajoy, que le otorgó sus bendiciones para la pública discrepancia.

Todo apunta a un número de cara a la galería, porque la moción de Antich, que instaba al Gobierno a suspender las prospecciones petrolíferas junto a los dos archipiélagos y a cambiar la Ley de Hidrocarburos, no salió adelante. Ya se encargaron los otros senadores del PP de que aquello no fuera aprobado.

El Gobierno conservador y poderosas multinacionales están muy interesados en esos hipotéticos yacimientos, que las nuevas técnicas permitirían hoy en día explotar.

El problema es que nadie puede garantizar que los pozos marinos jamás se estropearán o fallarán y no habrá mareas negras que acaben con playas y calas, condenando a Balears a la ruina económica.

Nunca más, se gritó en toda España tras el desastre del "Prestige", pero la memoria es frágil para los gobernantes y buscadores de oro, aunque sea negro.

Los sondeos marinos no se evitarán si no hay una seria y real oposición, política y social en los dos archipiélagos a un peligroso negocio.