­Mateo Isern presentó la dimisión inmediata como alcalde de Palma a José Ramón Bauzá, tras una feroz discusión de tres horas entre las figuras jerárquicas más sobresalientes del PP balear. El durísimo enfrentamiento tuvo lugar a finales de febrero en el Consolat, y supuso la ruptura definitiva después de una animadversión larvada desde el principio de la legislatura.

Bauzá formuló en la reunión una retahíla de reproches durante casi una hora ininterrumpida, y sin escatimar la terminología militar. Isern le respondió con la misma firmeza. La conclusión del choque era la imposible convivencia entre el president y el alcalde de Palma. Por tanto, este último anunció a su interlocutor que renunciaba a la alcaldía.

Ambos políticos son conscientes de que tienen temperamentos incompatibles, al margen de la simulación de armonía ante los medios. Sentadas las posiciones irreconciliables, Isern propuso a Bauzá dos opciones. La primera consistía en abandonar el Ayuntamiento de Palma un mes después de la discusión, en las fechas actuales. La otra posibilidad era anunciar sin más dilación la renuncia del alcalde a renovar su candidatura a Cort en las elecciones del año próximo.

A Bauzá y su entorno les complacería que Isern abandonara la política, con más claridad que en las veladas insinuaciones formuladas por el alcalde esta semana. Sin embargo, al president le sorprendió la entrega del cargo municipal tras la fenomenal bronca. Se negó a aceptar la dimisión que había provocado, formulando un expeditivo "tú te irás cuando yo te diga". A continuación, templó el tono de sus acusaciones y dio un plazo de reflexión a su interlocutor.

Bauzá ha reprochado explícitamente a Isern sus pretensiones de alcanzar la presidencia del Govern, por el procedimiento tortuoso de una conspiración política contra la figura del president. El hermético círculo íntimo del Consolat está convencido de que la ambición del alcalde de Palma no se detiene en Cort, y que está aprovechando su menor desgaste para plantear una alternativa en el número uno de la próxima lista autonómica.

El actual president teme también que Isern maniobre para colocarse al frente de la rebelión de los alcaldes de la part forana, hostiles a la línea marcadamente antirregionalista del Govern. Pese a ello, queda descartada la hipótesis de que el alcalde de Palma, sin arraigo en la estructura del PP, encabece una pugna interna en el seno de la formación.

José María Rodríguez es el ariete de Bauzá para desbancar a Isern. Dentro de la convulsa relación que mantienen los presidentes del PP en Balears y en Palma, el titular del Govern está dispuesto a entregar al factótum palmesano la confección de la lista íntegra de Cort a excepción del número uno, que en ningún caso se reservaría para Isern.

Los reproches mutuos entre Isern y Bauzá se remontan a una primera reunión tensa, cuando solo llevaban transcurridos tres meses de la actual legislatura compartida. La situación ha empeorado paulatinamente desde entonces en multitud de discusiones intermedias, hasta desembocar en el estallido actual. Los defensores del alcalde resaltan que los ataques siempre han sido unidireccionales, y nacidos en el Consolat. En el otro bando se acusa al titular de Cort de ser un lobo con piel de cordero, que trabaja en pro de sus intereses y al margen de la línea marcada por el PP.

La personalización del duelo a muerte política entre Isern y Bauzá desborda un análisis estrictamente racional. En la violenta conversación privada que zanjó sus relaciones, el president reprochó al alcalde que efectuara discursos en catalán, o que cursara invitaciones a otros alcaldes sin haber solicitado la venia.

Con la transitoriedad de cualquier decisión de ámbito electoral, la continuidad de Isern es imposible en estos momentos. Sin embargo, podría volver a presentarse con un recomposición de la situación personal o tras la desaparición de Bauzá del horizonte balear. Estas fluctuaciones son utilizadas por el Consolat para insistir en que las aspiraciones del alcalde están intactas, y de que juega al victimismo del perfil bajo y las declaraciones no conflictivas para propulsar su deseo de mayor gloria. No confían en que vaya a retirarse sin plantear un desafío, aunque anhelan su desaparición del mapa popular.

Se da la paradoja de que Bauzá aupó a Isern a Cort, saltándose el escalafón al incorporar a una figura desconocida para los afiliados del PP. Los dos han presumido de que no son profesionales de la política, sino que tienen ocupaciones al margen. Pese a este colchón, hoy se acusan con una virulencia inusitada en Balears de descabalgarse mutuamente.