En caso de una indisposición en el agua o en la arena, un golpe de calor, una lipotima, una parada cardiaca, una caída o una picadura de medusa, el bañista está a salvo. Los guardianes de las playas velan por su seguridad. Es verdad que la temporada arrancó con varios bañistas ya entrados en edad que murieron en el mar a causa de una indisposición, pero la realidad es que año tras año va en aumento el número de personas que salen del agua sin pulso y lo recuperan cuando están tumbados en la arena gracias a la rápida intervención de los socorristas. Así lo desvela el jefe de servicio de Ordenación de Emergencias, Joan Pol. De hecho, remarca que cada año una media de 70 personas salen con vida de una indisposición de esta magnitud. El coordinador de la Unidad Policial Acuática de Muro (UPAM), Toni Carrió, explica tres casos recientes de ahogados que consiguieron reanimar. Incluso, recuerda las fechas: 27 de julio, 16 y 18 de agosto. Eran personas mayores que tenían problemas del corazón y sufrieron una indisposición en el agua. Para Pol, una media de 70 recuperados al año supone un "grado de eficacia muy elevado". Asimismo propone utilizar estos exitosos datos como "herramienta de venta turística" del destino sol y playa.

Paco Hernández, supervisor de los socorristas en Cala Millor, Sant Llorenç, puntualiza que la mayoría de los ahogados son personas con problemas de corazón que sufren una indisposición cuando están en el agua. "Lo más raro es asistir un ahogamiento literal, ya que lo más normal es que sean personas que sufren una parada cardiaca", añade Pol.

Aunque es difícil hacer un balance a mitad de temporada, muchos expertos ya califican de "atípico" este verano. Es anormal, concretan, porque la gran mayoría de las incidencias que atendían estos guardianes de las playas eran picaduras de cnidarios y este año, en algunas zonas, el descenso es considerable. "Se han avistado muchos delfines, que se comen las medusas. A lo largo de estos meses tampoco se ha detectado la presencia de la temida carabela portuguesa", explica Pol. Manel del Río, socorrista en la playa del Dolç, detalla que este verano no ha tenido que izar la bandera de las medusas. Y es que una de las primeras tareas de estos vigilantes es comprobar el estado del mar y si hay presencia de estos cnidarios. En cambio, desde Marsave, que gestiona siete municipios costeros, comentan que en Andratx y Son Servera las picaduras de medusa son las principales incidencias aunque el número de atenciones ha bajado si se compara con el verano anterior. En Alcúdia, Muro, Campos o Capdepera, de momento, el balance es similar a 2011.

La anormalidad también tiene mucho que ver con la meteorología. Y es que este 2012 empezó muy seco. A la falta de precipitaciones se le debe sumar las anomalías en las temperturas. La primavera fue cálida, las noches veraniegas han sido tropicales y este agosto, de momento, es el segundo más caliente de la historia. Todo ello implica que la gente ha acudido más pronto a la playa y durante el verano ha habido bañistas hasta más tarde. En consecuencia, resume Pol, se han producido incidentes tanto en los meses previos al estío como en horarios que quedan fuera de la vigilancia del socorrista. Por ejemplo, el lunes falleció un bañista alemán de 56 años sobre las ocho y media de la tarde cuando sufrió una indisposición mientras nadaba en aguas palmesanas. Pol cita otro caso, en junio la vigilancia estaba hasta las 19 horas pero como las temperaturas eran muy altas había bañistas hasta las 21 horas. Por ello, el responsable de Ordenación de Emergencias asegura que se deben ir "adaptando a la realidad del verano" y aboga por una guardia más dinámica.

Paco Hernández resume que este verano ha sido "bastante más tranquilo" porque "ha habido menos afluencia" de gente en las playas. Así, comenta que las principales incidencias han sido curar pequeñas heridas. Eso sí, el verano empezó "movidito" porque tuvieron que asistir a unos cuantos rescates debido al mal estado del mar.

Menos riesgos del hombre

En los últimos siete años se ha apreciado un descenso en las asistencias por riesgos asociados al hombre, es decir, heridas por cristales en la arena; motos o embarcaciones que invaden la zona balizada para el baño. Incluso, puntualiza Pol, la gente se ha vuelto menos temeraria porque no nada fuera de las boyas. Tampoco, prosigue, se ve gente esquiando cerca de la playa. Y es que "se ha tomado conciencia y son muchos los que fotografían las imprudencias" para luego alertar a los responsables.

Balears cuenta con unos 500 socorristas, más de 300 son guardianes de las playas de Mallorca. En el año de los recortes, se asume un récord de vigilantes, se felicita Pol. De hecho, un barrido por los municipios costeros lo ratifica: la inmensa mayoría ha mantenido el mismo número de socorristas que en verano de 2011. Manacor cuenta con 12 guardianes, distribuidos como mínimo uno por playa. Incluso, en Cala Varques, especifican fuentes municipales. "Manacor tiene playas calificadas de riesgo bajo, que no precisan vigilante pero tienen", ejemplifica Pol. "Es una herramienta de calidad para vender al turista", reitera. Y es que desde 2005 Balears hace gala de disponer de un decreto que regula las medidas de seguridad en las playas y zonas de baño. "No hay ninguna región europea que nos supere", señala el jefe de servicio de Ordenación de Emergencias, que especifica que esta normativa se redactó basándose en los estándares de reacción de las zonas más avanzadas como California o Austrialia y, luego se adaptó a la realidad isleña. "Con la vigilancia no se juega. No escatimo en gastos de material ni en socorristas cuando se trata de la seguridad de los bañistas", sentencia Francisco Jaume Pizà, de la empresa Espais Nets Mallorca y supervisor de las playas de la Colònia de Sant Jordi y del Dolç.

Estos dos arenales cuentan con cinco guardianes que custodian a pequeños y mayores de las 10.30 a las 18.30 horas. Antes de subir a lo alto de la torre, hay una rutina a seguir: revisar el estado del agua y de la arena, comprobar que todo el material del botiquín y el desfibrilador esté en perfecto estado e izar la bandera correspondiente según el estado del mar. Manel del Río especifica que las principales incidencias que debe tratar son las heridas que los bañistas se hacen en los pies tras golpearse con una roca o piedras. Caídas de rocas, heridas superficiales, golpes de calor, lipotimias y picaduras de araña son sus principales tareas. Pero ocho horas en la playa dan para muchas anécdotas. No solo vigilan, también informan. "Mucha gente sale del agua despistada y no sabe donde tiene su toalla", explica. "Otros me hacen preguntas sobre la temperatura del agua, peces o plantas que ven", detalla. Incluso, hay "turistas que me preguntan si el islote que hay frente al Dolç es Eivissa", se ríe.

Al ser una playa de carácter más familiar, no es extraño que los asiduos a estos arenales tengan muestras de agradecimiento con sus guardianes. "Hay un abuelo que me trae fruta: melón, sandía, ciruelas, peras...", cuenta Joan Salom. Y es que en la playa del puerto la vigilancia debe ser más constante por la cantidad de niños, ya que el adulto se puede despistar y hay muchos barcos cerca", relata.

¿Se respeta la bandera? En Muro, detalla Carrió, insisten mucho en este tema. Incluso, tienen una normativa municipal que permite prohibir el baño con colchonetas cuando hay bandera amarilla u obligar a los niños menores de doce años a ir acompañados de un adulto. "Cuando hay bandera roja ni dejamos entrar en el agua", sentencia. Del Río asegura que sí se respeta el aviso. "Hay veces que les dejo bañarse hasta las rodillas para aliviar el calor y obedecen", detalla.

Del Río asegura que en el Dolç "prácticamente no hay rescates", algunas veces asisten a pequeños que se caen de las embarcaciones o, en los días de viento, acuden a ayudar a niños que nadan tras la colchoneta que les sale volando y luego se cansan. Y es que Es Dolç es completamente diferente de Es Trenc, donde también ha trabajado como socorrista. En este arenal el ambiente es más jóven, hay más presencia del alcohol y, sobre todo cuando el mar está revuelto, los guardianes deben lanzarse al mar para rescatar a bañistas.

Según los datos facilitados por el jefe de servicio de Ordenación de Emergencias, la temporada 2011 concluyó con 393 incidentes graves en Mallorca, de los cuales 224 precisaron un traslado con ambulancia. Hubo cinco muertos fuera de horario de servicio, diez fallecidos en la arena por golpes de calor o embolias, doce ahogados y 42 personas que salieron del agua sin pulso pero que salvaron su vida gracias a la intervención de los guardianes de las playas.