La educación balear está en números rojos. Lo ha dicho hasta el conseller responsable, Rafael Bosch, que por un lado ha advertido de que arrastra un déficit de 26 millones de euros y por otro ha presentado un presupuesto para 2012 de 767.400.521 euro; 54,7 millones menos que en el ejercicio anterior. Las cifras dejan un presente ahogado y un futuro incierto. Los profesores, directores y las familias tienen miedo por los ajustes que vienen, pero las actuales deudas de la Administración con los centros no les dejan mucho tiempo para pensar en el próximo curso. ¿Cómo afectan los impagos y los ajustes al día a día de la enseñanza, cuáles son los daños colaterales? Los directores señalan a la primera víctima: la calidad de la educación.

Funcionamiento

Centros de 800 alumnos que sobreviven con 23 euros

23,27 euros. Con esa cantidad te compras un libro o te tomas unas cuantas copas, pero no sufragas los gastos de funcionamiento de un instituto con más de 800 alumnos y ése es el reto al que se enfrenta el director del IES de Santa Ponça, Jaume Balaguer. Con la cuenta casi a cero, mira al cielo y cruza los dedos para que dure el buen tiempo y pueda seguir retrasando la puesta en marcha de la calefacción (llenar los depósitos sólo a la mitad ya le cuesta unos 5.000 euros). No sabe cómo afrontará las facturas este mes. Ya ha avisado a la Conselleria de su situación, pero le dicen que “no hay previsión de pago”. Le llaman desde el banco donde tienen la cuenta: “Jaume, què hem de fer?”.

Ah, buena pregunta. Balaguer y otros muchos directores han conseguido seguir adelante estos meses gracias a las cuotas que pagan los alumnos por material a principio de curso (unos 50 euros). Del Govern no han visto un duro para gastos de funcionamiento desde la segunda semana de mayo. Balaguer ha activado la economía de guerra: se reutilizan folios, se imprime por las dos caras, se vigila el número de fotocopias, se aprovecha al máximo la luz solar y nada de enchufar esos calefactores que algunos docentes se traían de casa. Los alumnos también arriman el hombro. Como la Conselleria ha anunciado que no se cubrirán las bajas del servicio de limpieza, cada día los último cinco minutos de clase se dedican a dejar la clase aseada y en orden. Cada día un grupo baja en hora de tutoría para limpiar el patio. Y al que pillan tirando un papel al suelo, le tienen una semana recogiendo los papeles de todo el patio. Mucho más habrá que limpiar si se cumplen las cifras que aparecen en los presupuestos para 2012: se destinarán 427.000 para este concepto frente a los 2,12 millones que ya se han gastado este año.

Los colegios tienen menos gastos que afrontar ya que el mantenimiento va a cuenta de los ayuntamientos pero aún así algunos están en la cuerda floja. Van tirando de la asociación de padres (las APAS, que se han convertido en una especie de ONG), de otras partidas que hayan podido lograr de la Unión Europea e incluso algunos se plantean aumentar las cuotas a los alumnos.

“Esto no debería afectar a las familias”, opina Miquel Àngel Pons Estelrich, “si no nos envían dinero, se ha de parar el funcionamiento del centro, pero nunca aumentar la cuota: la escuela es pública y debe pagar el Estado”. Lo dice el director del colegio Vialfàs de Sa Pobla. Pero él sabe, y el Govern también, que ningún centro parará las clases porque los profesores, “a pesar de cobrar un 5% menos”, son conscientes de que los alumnos dependen de ellos. A su centro les deben en total, por gastos de funcionamiento y otras partidas, un total de 22.842 euros.

El IES de Manacor lanzó un SOS el 15 de noviembre cuando les quedaba poco más de un euro en la cuenta. No han podido pagar ni la luz ni el teléfono. En una carta remitida a este diario explicaban que su situación es “aún más crítica” que la del resto de centros, ya que han tenido que hacer frente a los gastos del traslado y la puesta a punto de su nuevo edificio. Los departamentos didácticos no han podido comprar el material necesario para el inicio de curso, ni para las prácticas de FP, ni para arreglar los ordenadores. “Llega un punto en que la falta de dinero no permite mantener la calidad de la educación”, advierten.

Lea la noticia completa en la edición impresa

Adquiera el PDF de Diario de Mallorca