Hablar con un inspector de Consumo siempre es aleccionador. Y revelador. Porque mucha gente desconoce que todos los productos que adquieras en cualquier comercio tienen dos años de garantía, independientemente de que te haya costado mil euros o cincuenta céntimos. O que todos los objetos expuestos en un escaparate tienen la obligación de reflejar su precio, a excepción de las joyerías, por eso de evitar malas tentaciones a los ladrones.

DIARIO de MALLORCA se ha reunido con dos veteranas inspectoras de la dirección general de Consumo, María del Carmen y Joana Maria, que le han desvelado los entresijos de un trabajo que, básicamente, realizan en la calle inspeccionando todo tipo de establecimientos comerciales.

Se trata de una labor ingente. En estos momentos la dirección general de Consumo dispone de siete inspectores para controlar Mallorca –uno más está de baja y otro se acaba de jubilar y es dudoso que sea reemplazado­– de uno para hacerse cargo de Eivissa y de otro inspector para toda Menorca.

Como matiza la jefa del servicio de inspección de la dirección general de Consumo, que pide expresamente que su nombre no aparezca en este reportaje, las labores referentes a la seguridad alimentaria (controles de bares y restaurantes y locales en los que se dispense cualquier producto cocinado) dependen de otro departamento que, a su vez, está ligado a la dirección general de Salud Pública.

Pero a los inspectores de Consumo les queda la parte del león. Han de controlar todo el etiquetado de los productos alimenticios finales (áquellos que cualquier consumidor adquiere en un supermercado), de todos los productos industriales (en este apartado entra todo lo que la imaginación del lector pueda incluir) y de los servicios de comunicaciones (aviones, trenes autobuses) y de telefonía móvil.

Y es que estos servicios siempre están en el ojo del huracán. Joana Maria, sin dar nombres, habla de compañías aéreas de bajo coste que llegan a cobrar hasta cuarenta euros a los cándidos pasajeros que han olvidado sacarse la tarjeta de embarque a través de internet para llegar con ella al mostrador aeroportuario.

Cobrar por la tarjeta de embarque

"Hemos actuado en el propio aeropuerto y hemos visto abusos de este tenor. Por emitir la tarjeta de embarque en el mostrador de facturación hemos visto cobrar hasta cuarenta euros. Y no hablamos del equipaje. Si bien es verdad que algunos usuarios desinformados llegan a Son Sant Joan con hasta tres bultos de equipaje para volar con una compañía low cost. Llegué a comprobar cómo a una pasajera que había adquirido un billete barato, éste se le encarecía en hasta doscientos euros una vez que hubo satisfecho los cargos por exceso de equipaje y por no tener la tarjeta de embarque previamente emitida", revela Joana Maria, una inspectora que lleva ya la friolera de once años haciendo un trabajo de calle intenso pero gratificante.

"Tenemos varias maneras de actuar. La primera de ellas, y también la menos frecuente, de oficio. Básicamente en estos casos nos limitamos a informar a los infractores en qué ha consistido la irregularidad y les damos las pautas para solucionarla. También realizamos campañas de inspección a nivel nacional, coordinadas por el Instituto Nacional de Consumo, o autonómico bajo supervisión del Govern. Otra de nuestras actuaciones se basan en los avisos de la red alerta a nivel estatal. Consumo remite a los departamentos comunitarios un aviso con el producto peligroso detectado y los inspectores salimos a la calle a buscarlo. Y normalmente tenemos éxito. Y si no lo encontramos, le dejamos a los propietarios de los establecimientos un aviso para que sepan que no lo deben tener", explica su trabajo María del Carmen, que también atesora una experiencia de más de siete años vigilando que los productos que consumen los ciudadanos estén exentos de riesgos.

"Y también actuamos en base a denuncias o reclamaciones. La diferencia entre ambas es que en la primera de ellas el denunciante no reclama ninguna compensación por el hecho denunciado, sino que simplemente actúa para evitar que a otra persona le ocurra lo mismo que le ha ocurrido a él. En las reclamaciones, por el contrario, el denunciante quiere que el establecimiento o la empresa que considera que le ha estafado le compense por ello", apunta la jefa del servicio de inspección.

Cinco mil reclamaciones

Y también aporta cifras: "Solemos recibir en nuestro departamento una media de unas 5.000 reclamaciones anuales, pero lo que finalmente llega a Inspección no será más del dos o el tres por ciento del total. No hay que olvidar que sólo actuamos en aquellos establecimientos que no están sometidos a arbitraje. De la misma manera, la mayor parte de reclamaciones procedentes del transporte aéreo se remiten a la Agencia de Seguridad Aérea, de carácter estatal".

Pero volviendo al día a día de las inspectoras de Consumo, Joana Maria y María del Carmen, hablan atropelladamente intentado explicar cuál es su función. No han querido salir en ninguna foto porque dicen que ya son bastante conocidas, sobre todo entre los titulares de las tiendas denominadas en su argot como de "multiprecio" y que para el común de los mortales no es otra cosa con los comercios chinos.

"Hay personas que me saludan por la calle y, sinceramente, no sé de qué me conocen", apunta Joana Maria, que revela como un comerciante chino al que ya habían visitado con anterioridad les identificó enseguida durante su inspección de otro local comercial y se adelantaba a sus preguntas informándoles de que sí disponía de ticket de caja así como de un listado de precios.

"Tenemos los clásicos para cada temporada. Así, en verano, los productos estrella que retiramos del mercado por su peligrosidad son los manguitos, flotadores, colchonetas y otros productos de playa, sin olvidarnos de las gafas de sol, que son un clásico", explica María del Carmen.

"El otoño comienza caliente con la moda importada de Estados Unidos de celebrar el Halloween. Por eso estamos muy vigilantes con la proliferación de máscaras y disfraces que pueden entrañar peligro para sus usuarios. También en esta época estamos muy atentos con el material escolar. Por ejemplo, las gomas de sabores están terminantemente prohibidas. Luego llega el invierno y con él la Navidad. Aquí el peligro aparece sobre todo en forma de guirnaldas navideñas y de todo tipo de juguetes que no cumplen los parámetros exigidos por la UE. Por último, con la llegada de la primavera llega también el peligro de los disfraces carnavalescos", repasa Joana Maria.

Las nuevas tecnologías tampoco son ajenas a estas inspectoras. María del Carmen revela que desde hace dos o tres años también hacen unos dos controles semanales de páginas web. "Vigilamos que te dejen bien claro que tienes siete días para renunciar en la compra de cualquier producto por internet, vamos, que lo puedes devolver porque no es de tu agrado y recuperar tu dinero. También vigilamos que en la compra de billetes aéreos en la red se apliquen correctamente los descuentos por residente o familia numerosa, por ejemplo. En todo este tipo de actuaciones primero visitamos su página web y si detectamos irregularidades y hay un dominio de esa empresa en territorio balear, luego acudimos a él", explica.

Las visitas a las tiendas de los chinos, admiten las inspectoras, suponen el ochenta por ciento de las actuaciones que realizan, pero aseguran que no son los únicos establecimientos que controlan. "No sólo acudimos a tiendas de todo a cien, hemos hecho inspecciones de textiles por todo el Borne y Jaime III. Y hemos detectado irregularidades de etiquetado en comercios de alto nivel, básicamente falta de información sobre el precio", dicen.

Aparte de los productos industriales, estas inspectoras de consumo visitan los supermercados donde centran su vigilancia en que el etiquetado sea el correcto, que no haya ningún tipo de alimento o de bebida en contacto con el suelo, algo terminantemente prohibido, o en realizar alguna simulación de compra para verificar que los precios y ofertas marcadas se aplican en la misma medida que se publicitan. "Esto ocurre bastante, pero más por desidia de los empleados que olvidan retirar las ofertas", concluyen.