¿Dónde estará mi carro?, se preguntaba Manolo Escobar con angustia. La misma duda se plantean con preocupación los supermercados e hipermercados del mundo, que ven como día a día sus flotas de carritos metálicos van mermando. Hartas, las grandes cadenas de alimentación están empezando a adoptar estrategias. Y es que aunque el robo de carritos de supermercado pueda parecer algo anecdótico, o en algunos casos incluso gracioso, para las compañías es un agujero de dinero considerable.

Una de las empresas que se ha plantado y ha marcado una estrategia clara es Mercadona. Según explicaron fuentes oficiales de la empresa, hace cinco años y harta de ver sus carritos distribuidos por toda la ciudad, la compañía decidió tomar cartas en el asunto. Y es que llegó un momento en que llegaron a perder hasta 10.000 carritos en un año sólo en Mallorca (teniendo en cuanta que un mismo carro era robado varias veces).

La ´flota´ de los 38 establecimientos que Mercadona tiene en la isla es de 7.600, con lo que cada carrito era robado por lo menos una vez al año, y algunos más. Y hablamos de unos dispositivos que, debidamente homologados y comprados a empresas especializadas de la península, cuestan entre 100 y 150 euros (especialmente cara es la parte donde se inserta la moneda para llevarte el carro). Poniéndonos en que cada uno cuesta cien euros, puede calcularse que si alguien desvalijara todos los carritos de la empresa, ésta se enfrentaría a unas pérdidas de 760.00 euros (más de 126 millones de pesetas). ¿A qué ahora no parece tan gracioso el robo de los carritos? Las cifras demuestran que puede ser un auténtico quebradero de cabeza para las empresas.

Por eso en Mercadona optaron por crear un nuevo perfil de trabajadores: los recoge-carritos, un grupo de empleados que dedican su jornada laboral única y exclusivamente a buscar por las calles de Palma y de la Part Forana los carritos abandonados para llevarlos de vuelta al redil. A día de hoy, entre 14 y 16 empleados se dedican a esta labor y el número de carritos robados ha descendido a unos 5.000 anuales.

En Eroski también se toman el asunto muy en serio. "Buf, perdemos mucho por este tema", apunta Joan Ripoll, responsable del relaciones institucionales de Eroski en la isla. "Imagina: tenemos 8.600 carros y el año pasado tuvimos que reponer 470 carros nuevos, ¡y cada uno cuesta cien euros!". Para ellos, este año ha sido especialmente "horroroso". Por ello, también están planteándose estrategia. La que suena con más fuerza, aún en una fase muy inicial de estudio, sería la de instalar chips para "al menos" tenerlos localizados. De momento, tienen una furgoneta que va dando vueltas por las calles para recoger a los carros descarriados.

Además de las pérdidas económicas, el hecho de que la gente se lleve estos instrumentos y los deje abandonados por cualquier lado también genera molestias a los vecinos, al quitar puestos de aparcamiento o al ocupar innecesariamente parte de las aceras. Ante este hecho, algunos vecinos llaman a Emaya o a la empresa que corresponda según el municipio para que se los lleven; otros avisan al supermercado directamente.

¿Qué pasa con los carritos que no son localizados por los responsables de los supermercados? En el caso de Palma, desde Emaya explican que cuando el diario servicio de recogida de trastos los encuentra, los recoge (estén en las condiciones que estén: rotos, nuevos, desvencijados etc..) y los traslada al recinto que tiene la empresa pública en Son Pacs.

Periódicamente, las diferentes empresas se desplazan hasta esas instalaciones de Emaya o contactan con ellos para saber si disponen de carros de su propiedad. Si se acumula gran cantidad de carros en Son Pacs el servicio de recogida de Emaya se encarga de comunicar con la empresa para notificárselo y que vengan a buscarlos. Este hecho, según informa la empresa pública de recogida de basuras, no es motivo de sanción ni de apertura de expediente a la empresa, ya que no consideran que ésta sea responsable del abandono de los carros.

No todos los municipios son tan benevolentes. Algunos sí tienen una sanción para las empresas que quieren recuperar sus carros. Por ejemplo, en Alcúdia las compañías tienen que soltar más de 60 euros por carrito robado que quieran recuperar.

¿Por qué la gente se lleva los carros? ¿Para qué? El negocio suele ser siempre el motivo principal para delinquir. Hoy día se vende todo y de todas partes se pueden arañar unos euros. No hay que perder de vista que el material metálico del que están hechos los carros puede reutilizarse y por ello puede interesar a los chatarreros. Este ilegal negocio de la venta de carritos puede parecer una chorrada, una manera de sacarse unos eurillos muy simbólicos, pero si se hace a lo grande el beneficio no es ninguna tontería y en Mallorca existen grupos que se dedican ´profesionalmente´ al trasiego ilegal de carritos.

Una cadena de supermercados de la isla lo quiso comprobar en primera persona y un empleado acudió, de incógnito, a un chatarrero con un carrito para ver cómo funcionaba el negocio. Es sencillo: quitan la barra y las ruedas y se vende el resto al peso. De este experimento sacaron en claro la cotización: a tres euros el carro. Los responsables de las cadenas de distribución de alimentación temen que con la crisis más gente se apunte a esta ilegal práctica.

Recuerden el caso descubierto recientemente del empleado de Aena que se dedicó durante un año a sustraer los carritos portamaletas de acero inoxidable del aeropuerto de Palma. Así, a lo tonto a lo tonto, se llevó un millar de portaequipajes (una quinta parte de la flotilla de 5.000 con la que cuenta el aeródromo de Son Sant Joan). Acudió a un desguace del polígono de Son Castelló y allí los vendió haciéndolos pasar por defectuosos (los cortaba previamente para no despertar sospechas). Le pagaban 25 euros por carro (originalmente su coste es de 400 euros). Robó un millar. Hagan cuentas: en total, se embolsó 25.000 euros. El pasado día 6 de junio fue detenido.

El metal se paga bien. En cambio el plástico ya no es tan lucrativo. Su robo interesa menos. Ésa es una de las bazas en la que se apoyan las empresas fabricantes de los novedosos carritos de plástico, que ya pueden verse en algunos centros de las islas, como Alcampo. La empresa Polycart lo dice bien claro en su web: con sus carros de plástico bajará el índice de robos y durarán diez años, el triple que los tradicionales, aquellos inventados en 1936 en EEUU.

Hay gente que no busca dinero sino comodidad cuando se lleva el carrito del súper; comodidad para transportar una compra voluminosa hasta su casa, si van andando. Y es que para la gente que no tiene coche hacer una gran compra puede convertirse en un auténtico problema. Por esto precisamente hay grupos de jóvenes estudiantes que tienen tendencia a utilizar este método de transporte para llevarse los víveres al hogar. Muchos se lo llevan, lo vacían junto al portal y lo dejan junto al contenedor más próximo, o directamente en medio de la calle. Para ellos, recuperar los 50 céntimos o el euro que cuesta sacar el carrito no compensa hacer el camino de vuelta. Algunos incluso lo dejan en la entrada de su casa, para el uso de todos los vecinos del edificio.

Este sistema también es utilizado por algunos de los inquilinos de los yates del puerto. La tripulación encargada de abastecer el barco (sin vehículo para transportar la compra) se lleva el carrito hasta el puerto y una vez utilizado se deshace de él. Tirarlo al mar es la opción más fácil para algunos, como puede certificar el buzo del puerto de Palma, que cada año saca unos cuantos carritos del fondo.

Hay gente que se lleva los carritos para usos retorcidos, casi inimaginables. En Tenerife seguro que aún recuerdan el caso de ese vecino que hace seis años robó (de cinco en cinco y con mucha paciencia) hasta 300 carros de un supermercado para hacer el vallado de su finca. Otros aprovechan su estructura para hacer parrilladas. Algunos pequeños comerciantes los usan de forma puntual para transportar su género, como han detectado en los supermercados de la Part Forana ya que sucede especialmente cuando hay fira en el pueblo. En algunos hoteles tampoco le hacen ascos al carro de la compra ajeno ya que es muy útil para transportar la ropa en la lavandería y hay dueños de fincas que los utilizan con naturalidad para transportar aperos y herramientas.

Ya no hablemos de su uso para mudanzas, especialmente si transcurre por zonas peatonales. El carrito también puede ser indispensable para las personas que viven en la calle, que los utilizan para almacenar allí todas sus pertenencias y poder llevarlas así siempre consigo. Puede verse cada día en las calles de Palma y pudo comprobarse el día del desahucio de los ´okupas´ residentes en el Lluís Sitjar.

El uso ´cafre´ de los carritos no es inusual en la noche palmesana. Si un grupo de jóvenes etílicamente perjudicados se encuentra un carro es casi inevitable que alguno o varios de ellos acaben dentro (visto en Gomila y en Paseo Marítimo, varias veces). El culmen llega cuando encuentran una cuesta abajo. Como no podía ser de otra manera, existe un grupo en Facebook con más de 600 miembros denominado ´A mí también me han llevado en un carrito de supermercado cuando iba ciego".

En internet pueden encontrarse varios y ´creativos´ usos para los carritos de supermercado. No se pierda en youtube el vídeo del rally de carritos o el del carro tirado por un robot. También puede asistir vía on line al ´Curso de Conducción Deportiva para dominar el carrito de supermercado´. El documental Carts of Darkness le asombrará, con la historia de las vidas de varios ´sin techo´ que usan los carros para hacer carreras.

El artista Ptolemy Elrington los utiliza para hacer intrincadas esculturas de animales. El diseñador Max McMurdo ha confeccionado sillas a partir de su estructura (600 euros por silla), quitándole una pared, poniendo cojines y sustituyendo las ruedas por ventosas; similar idea ha tenido el artista Nano Méndez, según figura en su blog. Otra aplicación más práctica es la que proponen en Instructables, donde dan los pasos para acoplar el carro a una bicicleta y lograr así una bici con la cesta más grande jamás vista.

La próxima vez que coja un carro de supermercado piense en los kilómetros que seguramente ha recorrido por los mundos. Y cuando lo deje en su sitio, recuerde que lo está salvando de un destino incierto, abandonado en cualquier calle o en el fondo del mar.