¿Quién manda hoy en el PP balear? La pregunta no solo se la hacen los dirigentes de partidos rivales, entre los propios conservadores también existen dudas sobre quién capitanea el barco. Tras sus últimas y controvertidas maniobras, casi todo el mundo en el PP da por hecho que José Ramón Bauzá ha arrinconado a los llamados barones, varios de los cuales se la tienen bien guardada. En su lugar se ha rodeado de una corte de militantes de segundo y tercer nivel, gente muy poco conocida (en su mayoría alcaldes) y de "perfil bajo", según les definen al unísono –y sin tapujos– los antiguos dirigentes. Esta difícil convivencia está amenazando la unidad de la derecha mallorquina, en estos momentos apuntalada exclusivamente por la proximidad de las elecciones.

Nombres como Francesc Fiol, Antoni Pastor, Joan Flaquer, Jaume Font, Antoni Serra, y, entre las mujeres, Mabel Cabrer o Aina Castillo, entre otros, poco o nada pintan en la actual dirección de la formación conservadora. Pere Rotger está también en un segundo plano. Todos ellos se habían salvado de la criba que ya hizo en su día la antecesora de Bauzá, Rosa Estarás, y eran las personas influyentes en el PP tan solo un año atrás. Uno a uno han ido cayendo en desgracia en el ´nuevo PP´ que lidera el alcalde de Marratxí. La única excepción que Bauzá ha hecho con los veteranos ha sido Miquel Ramis, al que ha catapultado de la nada –Estarás le marginó del ´aparato´– a la secretaría general, por obra y gracia de Gabriel Cañellas.

Cuatro son las principales teorías –ninguna excluyente– que circulan en el partido para justificar este destierro, dependiendo del afectado que lo explique: El respaldo y las directrices de Madrid, la influencia de Gabriel Cañellas, la sed de venganza de Carlos Delgado y el triunfo de sus postulados, o la necesidad del nuevo líder popular de blindarse con políticos de frágil bagaje para paliar su supuesta falta de seguridad.

Los apellidos que a día de hoy tienen línea directa con Bauzá son otros. Como el alcalde de Deià, Jaume Crespí, al que la vieja guardia define como "muy ambicioso", aparte de dedicarle otros calificativos más gruesos; el alcalde de Escorca, Antonio Gómez, dolido de que muchos compañeros le consideren "un traidor" de Jaume Font (fue director general cuando el pobler era conseller, y hoy se le reprocha su tibieza ante la defenestración del primero). Otro con bastante ascendencia sobre Bauzá es Martí Juaneda, empleado de la sede del PP y que le acompaña generalmente. Cabe decir que Juaneda es un hombre de José María Rodríguez, y ambos siguen manteniendo hilo directo. Bauzá también tiene muchísima confianza con Antònia Estarellas, concejala en Santa Maria y que fue gerente del partido.

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En otro nivel, Bauzá también despacha a menudo con el presidente del PP de Mallorca y alcalde de Selva, Joan Rotger, si bien éste se ha sentido ahora bastante desplazado al frustrar su deseo de ser el próximo candidato al Consell de Mallorca –todos le daban por seguro para desencallar la pugna abierta por el puesto entre Pere Rotger y Antoni Pastor, pero finalmente Bauzá impuso por sorpresa a María Salom–.

El alcalde de Llucmajor, Joan Jaume, figura oficialmente en el staff, aunque al parecer es consultado por el líder en muy pocas ocasiones (hay quien dice que por ser un fiel a Pastor). Sobre los papeles también consta que el número 2 del PP balear es Miquel Ramis, el único superviviente de la vieja guardia, donde ya se ha ganado algún que otro enemigo: "No pinta nada", "está jugando un papel muy triste" o "solo hace de correveidile de Bauzá", dicen estos. Ha perdido muchos enteros entre los afines de Pastor (no digamos entre los de Jaume Font), con el que antaño maquinaban juntos contra Estarás. Sin embargo, otros compañeros más o menos próximos al presidente desmienten rotundamente esta visión y aseguran que Ramis tiene sintonía con su jefe, bastante peso en el diseño de estrategias, "y total autonomía en su parcela". Más difícil resulta esclarecer si Carlos Delgado es confidente de Bauzá. Los defensores de éste último lo niegan en redondo –"José Ramón tiene una relación cordial con Delgado, pero éste no manda; ha pactado con él que sea el próximo conseller jefe del nuevo Govern, además de gestionar Turismo, y así le mantiene callado, pero nada más"–.

En cualquier caso, por encima de todos ellos sin duda destaca un nombre: Javier Fons, al que Bauzá fichó para que le asesorara en el ayuntamiento de Marratxí y continúa erigiéndose en su mano derecha. "No hace nada sin antes consultarle", coinciden en señalar hasta siete cargos del PP distintos. Hastiado, el protagonista ya se lo ha negado a varios, asegurando que se limita a asesorar en temas de comunicación y que ni siquiera conoce a la mayoría de gente del partido.

Pero volvamos a las teorías conspirativas. Todos los barones relegados ocuparon altos cargos en el anterior Govern marcado por la corrupción; de hecho, algunos están imputados en diversas causas judiciales por este motivo. Hay quien dice que Bauzá no solo tiene el visto bueno de Mariano Rajoy, también el mandato de depurar a todo aquel vinculado con la etapa de Jaume Matas.

Oficialmente jubilado, Gabriel Cañellas vuelve a tener plaza en el PP balear, por otro lado su creación. Gestiona su poder desde la sombra –"solo doy consejos por detrás, siempre me ha gustado estar en las calderas", se quita protagonismo él–, pero, actúe por convencimiento propio o al dictado cañellista, lo cierto es que Bauzá también está cumpliendo la hoja de ruta del ex presidente a rajatabla: "Cambia a toda la primera bancada del Parlament y ponla en la última fila", espetó Cañellas a Estarás cuando Matas huyó a Washington y le endosó "el muerto", como ella misma dijo. Su pupila solo le obedeció parcialmente –se quitó de encima a José María Rodríguez y Miquel Ramis, también renovó a los dirigentes del partido en las cuatro islas, pero el liderazgo de Estarás era débil (ella misma fue Govern Matas) por lo que tuvo que hacer equilibrios y mantener en primera línea a muchos de los barones–. Bauzá, en cambio, los ha ´escabechado´ en pocos meses a todos. La cuestión es si pagará un precio por ello, o si los afectados tendrán que conformarse con la pataleta.