Hace poco más de ocho meses que Samba Dia está en España. Este chico senegalés llegó a Canarias de la peor forma posible: arriesgando su corta vida en una travesía en cayuco. Pasó cinco meses en un centro de menores canario, pero hoy, mientras Samba juega con su nuevo amigo Arfang por las calles del barrio Pere Garau, parece que todo eso pasó hace mucho tiempo.

Por desgracia, este joven de 16 años es uno de los protagonistas del lado más dramático de la ya de por sí dramática inmigración irregular; Pero, por fortuna, este joven también es uno de los protagonistas de una iniciativa de la conselleria de Asuntos Sociales por la que familias de Senegal y Mali residentes en Mallorca acogen a menores llegados a Canarias en pateras.

Un total de 16 chicos de 16 y 17 años llegados de Senegal y Mali se benefician de este pionero plan que busca que los chavales se integren, pero sin perder sus costumbres ni sus tradiciones, además de velar porque estudien o aprendan un oficio.

"Intentamos darle todo el cariño que se puede, es como un hijo más", dice Fode mientras sus vástagos juegan con Samba en el salón de su casa. Fode Sarr, tesorero de la asociación de senegaleses en las islas, fue de los que acogió la idea con más entusiasmo cuando la planteó Asuntos Sociales.

En el seno de su asociación se generó un debate sobre este plan, porque algunos compatriotas pensaban que los menores debían regresar a su tierra de origen, pero Fode razonaba que ellos, los adultos, se trasladaron a España buscando un vida mejor, "y los niños vienen con la misma idea y pasando más peligro en el mar, ¿ por qué tendrían que volver?", comentaba: "hay que ver dónde tendrá un futuro mejor".

Joan Carles Palou es el responsable de este programa y, desde que en agosto comenzaron a llegar los chicos, el trabajo se le acumula pues es como si de repente tuviera 16 hijos (y aún faltan cuatro más). Visita a las familias, las apoya, busca plazas para los jóvenes en institutos y centros de formación, los acompaña, vela por ellos, les consigue entradas para el fútbol, organiza salidas y clases de refuerzo para las tardes... los cuida como a hijos. Como Fode hace con Samba.

"En los centros de Canarias están bien atendidos, pero los centros están masificados", señala Joan Carles, quien remarca el carácter formativo de la iniciativa; "En una familia están mejor atendidos", añade. Además, no están en cualquier familia: para participar se les evalúa con esmero sus capacidades educativas, su nivel de integración, sus recursos económicos... incluso el piso donde viven. A todos, señala el técnico, les une el mismo motivo: "La solidaridad". Y es que la adversidad, en contra de lo que suele decirse, puede sacar lo mejor de las personas.

Fode, padre de tres hijos, trabaja como operario en una fábrica de detergentes. Cuando acaba su jornada, intenta hacer "chapucillas" para arañar unos euros más. Todo para sacar adelante a una sonriente familia en la que Samba se ha integrado con una rapidez asombrosa. "Cuando llegó le pedí si quería compartir habitación con Arfang [su hijo de 16 años] o dormir solo", explica, "él dijo con Arfang". La primera noche Fode acercó el oído a la puerta para escuchar cómo iban las cosas. No hablaban mucho. A la semana, Fode tenía que dar golpes en la puerta para mandarles callar porque no paraban. Y todo en castellano, porque hablan dialectos muy diferentes.

Mientras su padre habla, Samba mira su teléfono móvil. A través de él, y gracias a los 60 euros mensuales que recibe, puede hablar con su familia, a esa que dejó lanzándose a la aventura y que seguramente duerma más tranquila por las noches sabiendo que su hijo está en casa de unos compatriotas con los que ahora les unen unos estrechos lazos. Cada familia de acogida recibe 450 euros para mantener a los chicos, de los que 60 euros son para los adolescentes a modo de paga. Parte de ese dinero lo envían a sus casas.

Para este hombre, que hace nueve años que llegó de Senegal y cuyos hijos ya hablan catalán, velar por Samba y porque estudie y se inicie en un oficio es una forma de luchar no sólo por el futuro del chico, sino "por el futuro de España y también por el de África". Para Fode, la travesía en cayuco, el llegar a España, es la parte más "fácil" de todo el proceso migratorio. Él, como todos los inmigrantes, sabe que no es llegar a Europa y que los problemas se solucionen solos: "El problema viene después", apunta, "el problema viene si al llegar no encuentra a alguien que le enseñe el camino, para que no sea un niño de la calle: eso es lo importante".