No fueron tres, sino cuatro los artefactos que estallaron el domingo en Palma. El interrogante sobre la primera explosión, en la cafetería Nica, de la calle Comte Sallent, se resolvió ayer tras la recogida de muestras en el interior del local.

La bomba destrozó dos cuartos de baño, el almacén y una oficina de la planta baja. El suceso ocurrió a las doce de la mañana y el local estaba cerrado al público. Nada más escuchar el estruendo, un vecino telefoneó a uno de los propietarios, Fruti Nieto. Cuando llegó a la cafetería, su interior ya estaba ocupado por bomberos y agentes de las Fuerzas de Seguridad.

La primera versión que le trasladaron a Nieto aludía a una deflagración fruto de la acumulación de gas metano en los retretes. No podía ser otro fluido porque el negocio carece de canalización de gas, explica el dueño. Esa primera impresión se fue desvaneciendo tras las detonaciones en el Portitxol y la Plaza Mayor. Miembros de la Policía Científica y del Tedax volvieron al bar Nica a las nueve de la noche del domingo, pero esta vez con el presentimiento de que se trataba del primer bombazo de la cadena de atentados. La teoría del gas metano se esfumó con el transcurso de las horas y la propia Policía reconoció a Nieto que la banda ETA se encontraba detrás del ataque.

Tres operarios retiraban ayer los escombros para facilitar el paso de los expertos en explosivos, quienes recogieron en un saco evidencias de lo sucedido. Por la tarde acudió el perito de la compañía de seguros para evaluar los daños y determinar la compensación económica.

La incógnita pendiente de resolver estriba en el día en que se depositó el artefacto. La cafetería Nica cierra los sábados y los domingos. Por otra parte, una bolsa con cables en su interior abandonada ayer encima de un contenedor de papel, junto al Mercado del Olivar, en la calle José Tous y Ferrer, obligó a desalojar varios comercios. Hasta el lugar de los hechos se desplazaron policías nacionales, guías caninos, policías locales y bomberos para comprobar que no había peligro.