Más de cuatro centenares de personas, entre personalidades civiles y religiosas, periodistas y ciudadanos se concentraron ayer frente al ayuntamiento palmesano para guardar un minuto de silencio por las víctimas del atentado terrorista del día anterior.

Como es habitual, tras el minuto en que sólo podían escucharse las campanas vecinas, los presentes estallaron en una ovación cerrada, tan prolongada como el silencio precedente. Los gritos de "¡Asesinos!" que un grupo de asistentes trató de despertar encontraron escaso eco entre los asistentes, pues ayer se trataba de honrar a los difuntos más que de odiar a los vivos.

El silencio como muestra de dolor y rabia reunió ante Cort a los presidentes de Balears y del País Vasco, Francesc Antich y Patxi López; a las presidentas de las cámaras autonómicas, Maria Antònia Munar y Arantza Quiroga, como primeras autoridades de las dos autonomías hermanadas por el castigo terrorista.

Junto a ellos, la alcaldesa, Aina Calvo; la presidenta de Mallorca, Francina Armengol; y los consellers autonómicos Joana Barceló, Vicenç Thomàs, Fina Santiago, Bárbara Galmés y Biel Vicens, entre otros altos cargos autonómicos. También el consejero de Interior, Rodolfo Ares, estuvo ayer presente en representación del pacto de gobierno vasco.

El PP de aquella autonomía estuvo representado ayer por su presidente, Antonio Basagoiti, junto a una nutrida representación de conservadores baleares, desde el secretario general Guillem Estarellas al portavoz parlamentario Francesc Fiol. El ex ministro Federico Trillo también fue visto en el lugar.

Por Izquierda Unida, el coordinador general, Cayo Lara; y por el PSOE la secretaria de organización, Leyre Pajín.

El presidente de la Cámara de Comercio, Joan Gual de Torrella, y el de Pimem, Joan Cabrera, fueron unos de los numerosos representantes de la sociedad civil que se reunieron ayer en Cort, como el dirigente de la UGT Lorenzo Bravo, o el histórico miembro de CCOO y ex senador Manolo Cámara, o el presidente de la federación hotelera mallorquina, Francesc Horrach.

También el obispo de la diócesis de Mallorca, Jesús Murgui, oró en silencio junto a las autoridades civiles, mientras en las cercanías sólo unos pocos turistas permanecían ajenos al atentado perpetrado en Calvià la jornada anterior. Un grupo de manifestantes levantó en silencio cartones negros con el emblema antiterrorista de la mano estampada en blanco.

Durante toda la jornada, escenas como esta se repitieron en los municipios de Mallorca.