Las emisiones de CO2 a la atmósfera y el aumento de la temperatura global no están directamente ligados. Esta afirmación no procede de algún lunático dispuesto a llevar la contraria a todos los científicos que dan por hecho el calentamiento global de la Tierra y lo atribuyen a la emisión de gases de efecto invernadero sino de Lluís Pomar, catedrático de Geología de la UIB. "No discuto que el CO2 sea un gas de efecto invernadero, pero no es el responsable del aumento global de la temperatura que puede achacarse, entre otros motivos, a un incremento de la actividad solar", sostiene Pomar.

"Hace veinte millones de años los niveles de CO2 en la atmósfera eran cinco veces superiores a los de la actualidad y desde entonces la temperatura se ha ido enfriando y hemos pasado por unos periodos de glaciaciones. Hoy, por ejemplo, la temperatura es inferior a la registrada en la Baja Edad Media. Baste un ejemplo: en este periodo en Inglaterra se hacía vino. Y dudo que en estos tiempos la actividad humana provocase emisiones de CO2 superiores a las actuales", esgrime Pomar, para quien "hay otros factores" detrás del calentamiento global.

Favorece la fotosíntesis

"Hay trabajos de fisiología vegetal que constatan que si se aumenta el dióxido de carbono determinados cultivos doblan su productividad. El CO2 favorece el proceso de la fotosíntesis y muchos cultivos de invernaderos lo usan para aumentar su producción. De la misma manera, con altos niveles de dióxido de carbono aumenta el fitoplancton en el mar y la riqueza y vida que éste provoca", enumera Pomar entre las supuestas ventajas de tener una atmósfera con CO2.

Entonces, ¿cuál es el motivo de que todo el mundo hable del dióxido de carbono y de los gases de efecto invernadero como los responsables de la destrucción de la capa de ozono y del calentamiento global del planeta? La respuesta de Pomar no es diplomática, pero sí contundente: "De esta falsa idea están sacando beneficio los políticos, los ecologistas, el poderoso grupo de presión que propugna un uso más generalizado de la energía nuclear, aquellas compañías que se están especializando en transformar el carbónico y reinyectarlo en pozos vacíos de petróleo... Mucha gente con intereses".

"En la actualidad, los niveles de CO2 se sitúan en un 0,04% y sólo serían letales para la especie humana si alcanzasen el 5%, unas cien veces por encima de los de hoy en día. Y estamos hablando de unos cambios climáticos que han existido siempre en la historia de la Tierra. Los grandes mamíferos sí se extinguieron en el Pleistoceno Superior. Pero en el caso de la especie humana una extinción así es descartable. Más que nada por nuestra capacidad de adaptación a un medio hostil ante unos cambios que pueden producirse a lo largo de un periodo de más de treinta años", tranquiliza Pomar.

"Lo que intento trasmitir a mis alumnos", concluye este profesor de la UIB, "es del hecho de que, como especie humana que desarrolla una actividad, no tenemos que culpabilizarnos por el aumento de la temperatura global del planeta. Simplemente se trata de ciclos que ya se han repetido hace miles de años y que nadie sabe cuáles son sus verdaderas causas. El problema radica en el mal uso que hace el hombre de la naturaleza sin tener en cuenta sus leyes".