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Lletra menuda

El vuelco de la pluralidad y la mayor participación

Ha ganado el PSOE pero aquí importa más de forma particular el varapalo que recibe el PP a menos de un mes de otros comicios locales y autonómicos. Pasar de vencedor natural a cuarta fuerza desvela un cambio profundo

Biel Company y Marga Prohens, ayer en la sede del PP balear tras conocerse los resultados. guillem bosch

Los electores no desfallecen. Pueden estar desencantados, de hecho muestran claros signos de estarlo pero, generosos ellos, mantienen la disponibilidad de otorgar una nueva oportunidad. Desde esta perspectiva hay que interpretar la alta participación de ayer y la atomización del voto. En consecuencia, también el reparto de escaños. Nunca antes este archipiélago había fraccionado tanto su representación política con destino a Madrid ni dispuesto de mayor variedad de cartel dónde elegir. Elementos que, sin duda, han fomentado la alta participación junto a la incorporación de un bloque importante de 27.000 primeros electores.

Ya no se votan partidos, se eligen determinadas formaciones dentro del bloque capaz de aglutinar las preferencias del ciudadano. Se comprobó de forma determinante ayer a partir de una nueva realidad incuestionable, la diversificación de la oferta de la derecha al modo en que tradicionalmente lo ha hecho la izquierda. Se ha visto en toda España con unas consecuencias que, por lo que respecta a Balears, significan un vuelco con respecto al comportamiento acostumbrado de los electores en otras elecciones generales.

Ha ganado el PSOE, pero aquí importa más de forma particular el varapalo que recibe el PP a menos de un mes de otros comicios locales y autonómicos. Pasar de vencedor natural a gran derrotado en cuarta posición humillante va más allá de los efectos meramente electorales y apunta hacia un cambio político profundo en la política de Balears.

Francina Armengol puede coger aire, pero Biel Company no está en condiciones de sacar pecho ni siquiera de consolar a Pablo Casado y aún de renegar de José Ramón Bauzá. El PP de Balears paga las consecuencias de sus titubeos y hasta de la fluctuación de sus candidaturas. Es particularmente grave para los conservadores acostumbrados al liderazgo en unas generales y a dos pasos de unas elecciones autonómicas.

Ciudadanos, que pierde un diputado en Balears, no le sirve de apoyo, ni tampoco el representante de Vox que se estrena con un representante en estas islas, pero sin alcanzar las expectativas que se habían alimentado sobre está formación de ultraderecha.

Ha caído el bloque de centroderecha y se ha consolidado el PSOE antes que la izquierda en su conjunto, si bien Podemos no sale de su asombro por haber superado al PP. Todo hace pensar que puede ocurrir lo mismo dentro de un mes y que la derecha deberá apresurarse en su necesidad de luchar primero y después aprender a convivir en clave doméstica. Unidas-Podemos, por su parte, puede pensar que, manteniendo sus diputados, también otorgará estabilidad a su excelente estreno autonómico de hace cuatro años. Ciudadanos sobrevive también a la baja y Joan Mesquida logra dar utilidad a su recomposición política. De todos modos hay que valorar el hecho de que este partido haya logrado amortiguar un tanto el duro golpe que la derecha recibe en su conjunto.

Hubiera sido una novedad mayúscula que Veus Progressistes y El Pi obtuvieran escaño en el Congreso, pero los resultados de nacionalistas y regionalistas no son nada despreciables tratándose de unas generales y en contraste con la tradición insular en este tipo de comicios. El dato es sustancial en relación a los nuevos comicios próximos.

Con lo ocurrido ayer las elecciones de mayo se vuelven particularmente interesantes y repletas de nuevos ingredientes. El PP no dispone de tiempo ni siquiera para asumir la crisis insospechada en la que queda sumido y el PSOE corre el peligro de confiarse en exceso sobre su victoria y unos holgados tres diputados que no son equiparables ni proporcionales en el Parlament. Se impone el reciclaje permanente.

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