Propietario y gerente de Treurer

Joan Miralles-Miquel Miralles: «Hoy en día, el aceite de Mallorca puede competir tranquilamente en todo el mundo»

Son padre e hijo y, más allá del vínculo familiar, les une también su pasión por su trabajo, en este caso vinculado a la producción de aceite en la finca que adquirieron en el año 2000. Buscan, la excelencia del producto para hacerlo competitivo, y lo hacen a través de la máxima atención en los pequeños detalles

Miquel Miralles, a la izquierda, y su padre, Joan, viven con pasión todo lo relacionado con el negocio  familiar.

Miquel Miralles, a la izquierda, y su padre, Joan, viven con pasión todo lo relacionado con el negocio familiar. / Guillem Bosch

¿Cómo y cuándo se constituyó Treurer?

Joan Miralles (JM): Hablamos de una empresa familiar cuya compra se inició en el año 2000, con la adquisición de la finca. Ya en 2006-2007 procedimos a la siembra del olivar y la construcción de las primeras instalaciones. Así vinimos trabajando hasta que a principios de 2021 hablamos en la familia de darle un impulso al negocio con la construcción de un agroturismo en la propia finca, lo que conllevaba inversión y esfuerzos renovados. En ese momento, mi hijo Miquel tomó la decisión de coger las riendas del negocio familiar, aunque para ello tuvo que renunciar a su puesto de trabajo.

Miquel Miralles (MM): Soy economista de profesión y funcionario en excedencia de la Sindicatura de Cuentas, pero siempre había trabajado en ámbitos financieros. Mi último trabajo, antes de entrar en la empresa familiar, fue como director financiero del Hospital de Son Espases. Ponerme al frente del negocio supuso un cambio de vida completo. Yo tenía una vida estable, tranquila, y no es lo mismo trabajar por cuenta ajena que para uno mismo. La decisión llevaba implícita unos riesgos, pero la construcción del agroturismo (llevada a cabo en 2021 con apertura en junio del pasado año) hizo que me decidiera a dar el paso. Y estoy contento de haberlo hecho.

¿Qué se han aportado mutuamente en el seno de la empresa?

MM: Al final, en una empresa familiar acostumbran a mezclarse el negocio y la vida privada; se fusionan ambas esferas. Este trabajo es nuestro patrimonio: una finca que tenemos hace 24 años y que está muy arraigada a la familia. También fue un argumento importante para decidirme. Además, coincide que, junto a mi esposa y mis hijos, vivo en la finca. Quiero significar con ello que, en ocasiones (como ésta) los argumentos emocionales pesan más que los racionales. Mi padre aporta la experiencia de toda una vida profesional en el ámbito empresarial, y la aprovecho. Consensuamos las grandes decisiones de la empresa, aunque los pequeños problemas me los quedo para mí. En todo caso, el hecho de la impulsar la continuidad generacional y del legado (aunque suene a tradicional) fue también importante para mí.

JM: La decisión que tomó en su momento Miquel tuvo dos efectos en mí: por un lado, me alegró; por otro, me preocupó. ¿Por qué? Porque escoger implica decir que no a otras oportunidades, y él renunció a un puesto de trabajo cualificado, que le había costado, para adentrarse en otro mundo empresarial que podía revestir sus incógnitas. Pero se convirtió en empresario con todas las responsabilidades (debo decir que el relevo fue completo, sin medias tintas). Afortunadamente, Miquel está más que preparado, lo cual también supone una garantía. En otras palabras, no hubiera podido fichar a nadie como él fuera de la familia. Por tanto, yo estoy contento y diría que él también...

¿Qué características diferenciales reúne el aceite de oliva virgen extra Treurer?

MM: En lo que concierne al aceite de oliva virgen extra, que es una categoría muy amplia, estamos en el grupo ‘superior’: hablamos de una categoría legal, dentro de la cual también hay muchas calidades distintas. El nuestro es un aceite frutado verde intenso, picante medio y amargo ligero, que presenta aromas de hierba, almendra y aceituna verde, con notas de plátano y manzana verde.

¿Qué implica estar bajo la Denominación de Origen (DO) Oli de Mallorca?

JM: El hecho de estar en el marco de la DO Oli de Mallorca otorga una garantía adicional, puesto que la normativa que la rige siempre es más exigente que la ley convencional. En todo caso, como Treurer, pretendemos alcanzar la excelencia. Para ello, controlamos todo el proceso desde el árbol hasta la botella y la atención al cliente; en cada fase de ese proceso pulimos y trabajamos al máximo los detalles e incorporamos procedimientos nuevos que nos puedan dar pequeños pero continuos incrementos de calidad. Al final, es la suma de muchas pequeñas cosas, de pequeños detalles. Por tanto, se trata de estar pendiente de todas estas pequeñas cosas. Esa misma excelencia que buscamos para el aceite la pretendemos también para el agroturismo. El objetivo es conseguir un aceite con una calidad a escala mundial. Cabe añadir en este sentido que antes de la creación de la Denominación de Origen Oli de Mallorca, en 2002, no se producía en Mallorca aceite de calidad. Fue la propia DO la que introdujo ese concepto, de modo que los productores adscritos han ido dando pasos desde entonces para ir mejorando esa calidad del aceite. Hoy en día podemos decir que el aceite de Mallorca puede competir tranquilamente en todo el mundo.

¿Cómo se puede resumir el proceso de producción?

MM: Partiendo de la base de que en nuestra producción todo son procesos mecánicos (sin utilización, por tanto, de química ni aditivos), en una almazara juegan tres grandes parámetros: la velocidad de los distintos elementos mecánicos (el molino, el decanter…); el tiempo que permanece la pasta en cada una de las máquinas, y, por último y más importante, la temperatura: se trata de hacer una extracción del aceite a baja temperatura. En nuestro mundillo, se habla de extracción en frío, y legalmente eso se produce por debajo de 27 grados centígrados. Nosotros intentamos reducirla significativamente, hasta los 22 o 23 grados. Esa bajada de temperatura conlleva menor cantidad de aceite, pero el resultante es de mayor calidad. Cabe significar asimismo que la conservación es muy importante, puesto que el aceite va perdiendo características con el paso del tiempo. Por ese motivo, dejamos el aceite en depósitos, con nitrógeno y a temperatura constante, y lo vamos embotellando según demanda. En definitiva, renunciamos a potenciales ventajas, para obtener el aceite de la mejor calidad.

¿Cómo se consigue esa ‘personalidad’ a la que alude?

MM: Partiendo de la base de que en nuestra producción todo son procesos mecánicos (sin utilización, por tanto, de química ni aditivos), en una almazara juegan tres grandes parámetros: la velocidad de los distintos elementos mecánicos (el molino, el decanter…); el tiempo que permanece la pasta en cada una de las máquinas, y, por último y más importante, la temperatura: se trata de hacer una extracción del aceite a baja temperatura. En nuestro mundillo, se habla de extracción en frío, y legalmente eso se produce por debajo de 27 grados centígrados. Nosotros intentamos reducirla significativamente, hasta los 22 o 23 grados. Esa bajada de temperatura conlleva menor cantidad de aceite, pero el resultante es de mayor calidad. Cabe significar asimismo que la conservación es muy importante, puesto que el aceite va perdiendo características con el paso del tiempo. Por ese motivo, dejamos el aceite en depósitos, con nitrógeno y a temperatura constante, y lo vamos embotellando según demanda. En definitiva, renunciamos a potenciales ventajas, para obtener el aceite de la mejor calidad.

JM: Ese hecho contrasta significativamente con lo que sucedía antaño (años cincuenta, sesenta o incluso setenta), cuando las almazaras contenían agua caliente para la producción del aceite. Esa agua caliente se vertía sobre la pasta con el objetivo (lógico, por otra parte) de conseguir mayor cantidad de producto. En aquellos tiempos no se hablaba de calidad sino de dar de comer a la población.

Tendrán un calendario muy marcado con las labores a realizar en cada momento...

JM: No puede ser de otro modo. En enero y febrero, corresponde la poda; en marzo llega la fertilización. Mayo es el mes de la floración (para ello es importante que el árbol esté sano), de manera que a principios de junio ya tenemos la aceituna. Los meses de verano, con temperaturas más altas, debemos estar muy pendientes de las enfermedades; la principal que tenemos en el Mediterráneo es la mosca de la fruta. Y, como hemos dicho, en octubre y hasta principios de noviembre entramos en la fase de cosecha. Una máxima en nuestro negocio es adelantarnos a cualquier problema que pueda producirse; cuando aparece, ya es tarde. Este año, para reforzar el abono de la tierra, hemos introducido un nuevo proceso, que consiste en sembrar leguminosas en los caminos de los olivos, que ayuda a nitrogenar.

En qué medida y de qué modo les afecta el cambio climático?

JM: Evidentemente, el cambio climático está ahí y sus efectos se deja notar y afectan. Siempre digo que somos una fábrica sin tejado. Ahora venimos de un diciembre sin lluvias, cuando lo interesante para el cultivo de la aceituna es que en meses como diciembre o enero llueva para que se genere mayor humedad. ¿Por qué? Para entendernos, porque el árbol tiene que cargarse de energía para afrontar la primavera y la floración. En los meses de verano, siempre será mejor igualmente el agua natural (de lluvia). Si es necesario, estamos preparados para actuar a través del sistema de goteo.

El pasado año fue muy fecundo para Treurer en reconocimientos...

MM: Así es. En 2023 nos decidimos a presentarnos a varios premios, en España y en el extranjero. Y fue por dos motivos principales: para saber dónde estamos (los premios otorgan una opinión externa sobre el producto) y también por una cuestión de marketing y de comercialización. Participamos en tres certámenes. El técnicamente más relevante era el español, Iberóleum, al estar integrado su jurado por catadores de aceite profesionales. En nuestro sector, la calidad del concurso viene determinado por el prestigio de los miembros del jurado. En ese certamen, obtuvimos el primer premio en aceite de oliva de intensidad media. Por otra parte, conseguimos una medalla de oro en el concurso de Nueva York, con 2.000 participantes de todo el mundo; y otra medalla de oro en Tokio.

¿Cuál es el ‘retrato robot’ de la clientela de Treurer?

MM: Comercializamos el 40% de nuestro aceite en Mallorca y el 60% restante lo exportamos. En Mallorca, nuestros clientes son restaurantes, hoteles, establecimientos gourmet y cliente directo, tanto local como residente extranjero. En cuanto a exportación, llegamos a centro y norte de Europa (a países como Alemania, Austria, Bélgica, Países Bajos o Suecia), a Emiratos Árabes Unidos, Singapur y, recientemente, también en Estados Unidos. Nuestro pedido mínimo es una caja de seis botellas, lo cual conlleva que también exportemos a consumidor final. En muchos casos, esos clientes lo son tras haber estado en la finca anteriormente. Al resto de España, a día de hoy, no le dedicamos grandes esfuerzos. Estamos en puntos más muy concretos, como Barcelona, Madrid o Cádiz.

En su opinión, ¿el producto local de calidad es caro? ¿Consideran por otra parte que el consumidor local apoya al producto local?

MM: La respuesta a la primera pregunta es un no rotundo. Conocemos bien el aceite y algo del vino de Mallorca, y no son productos caros a día de hoy, teniendo en cuenta lo que se requiere para obtenerlos. En la misma medida que los productos pueden competir a escala mundial por su calidad, también los precios son medios en el mercado internacional. Es decir, nosotros podemos el precio del aceite al mismo nivel que los aceites italianos de la misma calidad. Se da, eso sí, una circunstancia a considerar. El producto local de calidad tiene para el consumidor local un precio que podemos valorar como alto, considerando que en Mallorca y el resto de España existe un nivel de renta medio determinado, muy por debajo de países centroeuropeos, con lo cual la adquisición de esos productos tiene mucha mayor incidencia en la economía doméstica de aquí que en la de esos otros países. En todo caso, el cliente tiene que saber qué hay detrás de ese producto, porque de lo contrario la valoración del precio puede resultar incompleta.

¿Van a bajar los precios del aceite en España?

MM: La subida del precio de los últimos tiempos tiene una explicación económica. Nos encontramos que Andalucía produce el 50% del aceite en el mundo, con cerca de 1.200.000 toneladas al año. El 70% de esa producción se exporta. Debido a la sequía de los dos últimos años, la producción andaluza se ha reducido un 50%. Y eso mismo ha pasado en Italia y Grecia, importantes países productores. A ese hecho hay que añadir que la demanda, en esos mismos años, estaba en línea ascendente. Por lo tanto, se han cruzado oferta y demanda, y eso (junto al aumento de los costes energéticos) es lo que ha conllevado la subida de precios. Mientras haya producciones bajas de aceite en Andalucía, seguiremos en la misma línea. Esta campaña aún no ha acabado, pero no está siendo buena, con lo cual la previsión es que los precios seguirán siendo altos.

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En la finca de Treurer, en Algaida y en un entorno privilegiado, se organizan, los miércoles y los sábados, visitas para grupos reducidos al objeto de dar a conocer, sucinta pero gráficamente, el proceso de producción del aceite. 

Suelen ser grupos compuestos por una decena de personas, que disfrutan de los comentarios de los propietarios de la propia finca.

«Esas visitas se llevan a cabo desde hace más de una década y son muy gratificantes para nosotros -afirma Joan Miralles-. Es una explicación sencilla, de manera didáctica y amena. Mayormente, los visitantes se sorprenden con la cata del aceite. El 90% nunca han probado el aceite bebiéndolo de un pequeño vaso. Les dejamos observar la diferencia entre un aceite de oliva convencional y el nuestro, un aceite de oliva virgen extra. Lo cierto es que todo el mundo se acaba el chupito de aceite». 

Los Miralles suelen comentar en esas visitas que «Mallorca, históricamente, ha sido un gran productor de aceite, pero durante mucho tiempo sólo se producía en la Serra de Tramuntana, a partir de las aceitunas de variedad mallorquina. La DO contempla tres variedades: mallorquina, picual y arbequina; éstas dos últimas habituales del Pla de Mallorca. Cualquier productor integrado en la DO Oli de Mallorca tiene que producir el aceite con una de estas tres variedades. Puede ser un aceite monovarietal (es nuestro caso) o a través de un coupage de dos o tres variedades», especifica.

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