ACTIVOS MALLORCA

Antoni Riera: «Baleares es la cuarta región europea con mayor erosión en renta per cápita a raíz de la pandemia»

«No se trata de mantener, elevar o reducir la intensidad turística, sino de impulsar nuestro potencial turístico»

«Las nuevas tecnologías digitales inteligentes impactarán en positivo sobre la competitividad y la productividad»

Antoni Riera, director técnico de Fundació Impulsa Balears, en la sede del Parc Bit. | B. Ramon

Antoni Riera, director técnico de Fundació Impulsa Balears, en la sede del Parc Bit. | B. Ramon / Toni Traveria

Toni Traveria

A punto de cerrar el primer semestre del año, ¿cuál es el diagnóstico de la economía mallorquina? ¿Cuáles son sus fortalezas y sus debilidades?

Desde una perspectiva de corto plazo o coyuntural, el nuevo ejercicio se ha estrenado con un balance económico mejor de lo esperado y, con ello, Baleares está escapando de la tendencia a la desaceleración de la senda de crecimiento que parecía inevitable hace tan solo unos meses. ¡Sin duda, es una buena noticia! Baleares está sorteando un contexto internacional que sigue plagado de riesgos a la baja, como la elevada inestabilidad geopolítica, el endurecimiento de la política monetaria ante las tensiones inflacionistas y, más recientemente, la proliferación de importantes turbulencias en los mercados financieros ante el abrupto deterioro de la situación financiera de algunos bancos regionales en Estados Unidos.

Desde una perspectiva de largo plazo o estructural, Baleares sigue sin corregir los desequilibrios que arrastra tras una larga etapa de desarrollismo. Ello explica las dificultades que seguimos teniendo, a día de hoy, para trazar una senda de crecimiento que sea capaz de sostener, e incluso mejorar, los estándares insulares de bienestar. ¡Sin duda, es una mala noticia! Desde la entrada del nuevo siglo, el proceso generador de rentas en Baleares es insuficiente para garantizar la prosperidad colectiva que corresponde al estadio de desarrollo alcanzado. A pesar de que Baleares ha liderado la recuperación de la actividad y del empleo a escala nacional, sería erróneo centrar los esfuerzos en el corto plazo (lo que se ha ganado o lo que queda todavía por ganar) y desviarse del objetivo fundamental de forjar un patrón de crecimiento sólido y estable, capaz de asegurar a medio y largo plazo el progreso económico y social.

¿Cómo calificaría la situación del turismo en Mallorca?

No se puede no ser crítico. Baleares debe revisar cómo aborda la gestión del hecho turístico, así como en qué reside, se explica y se mide el éxito turístico. Y es que, si hablamos de desarrollo y prosperidad regional, y no sólo de actividad, debemos descartar la perspectiva convencional y reduccionista, centrada en una visión puramente de mercado turístico y de medida de volúmenes (o récords de afluencia), para avanzar hacia una visión global y a largo plazo del valor económico, social, ambiental..., que como región somos capaces de crear a partir del apasionante fenómeno del turismo.

¿Corremos el riesgo de morir de éxito?

Si por éxito entendemos que Baleares mantenga viva la capacidad de seguir desarrollando la actividad turística y, simultáneamente, desarrollarse y prosperar a través del turismo, sí creo que corremos riesgo. Ya no es suficiente que las islas mejoren respecto de sí mismas, sino que deben hacerlo respecto del entorno europeo si aspiran a alcanzar los estándares de bienestar de las regiones más avanzadas. Porque no se trata de mantener, elevar o reducir la intensidad turística, sino de impulsar nuestro potencial turístico.

¿Nos encaminamos hacia un cambio de modelo, no sólo turístico sino en el conjunto de la economía mallorquina o balear?

No comparto la expresión cambio de modelo. No sé lo que significa, pero si con ello se quiere dar a entender que es preciso corregir nuestra especialización productiva, le niego la mayor. Hace más de siete décadas que, siguiendo un esquema desarrollista, nos abrimos, por primera vez, al turismo. Siete décadas después, el archipiélago es la quinta región europea más especializada en comercio, hostelería, restauración y transporte. Esto pone de manifiesto que, en nuestro entorno de referencia, somos una de las regiones que más sabe de turismo. No en vano, las especializaciones denotan concentraciones, ya no sólo de valor añadido y empleo, sino de importantes bolsas de conocimiento productivo. ¡Y eso, sólo desde la óptica productiva! Tras ésta o, junto a ésta, en el archipiélago hemos ido orientando y canalizando recursos y esfuerzos a forjar nuestro potencial turístico. Lo hemos hecho a través del talento de nuestra gente, de los activos naturales y culturales heredados, de los proyectos de los emprendedores, de la tecnología que hemos integrado, del marco institucional y normativo que hemos ido ampliando, de las infraestructuras y equipamientos que hemos construido; del entramado, en definitiva, de subsistemas y actores diversos que dan forma, hoy, a nuestro sistema turístico.

El problema de Baleares no es su especialización productiva o, en otras palabras, ‘lo que produce’ sino ‘cómo lo produce’. La clave está en forjar una estructura productiva competitiva que pivote sobre una mejora continua de la productividad total de los factores. Ésta es la única vía para que el proceso generador de rentas del archipiélago asegure el retorno de la inversión, la consecución de salarios más elevados y, en conjunto, el mantenimiento y la mejora de los estándares de bienestar.

En economía se suele apelar a menudo a la necesidad de seguridad jurídica. ¿Hasta qué punto nuestra economía -en el plano macro y también en el ámbito doméstico- se puede ver afectada por un cambio de gobierno como el que se va a producir próximamente en Baleares?

Tras más de 40 años de democracia, nos hemos dotado de los instrumentos necesarios no sólo para que se den cambios de gobierno pacíficos, legales y democráticos sino para que permanezca un Estado de derecho que garantice la igualdad ante la ley y un cuerpo legislativo pluralista. No tengo ninguna duda de que los actores económicos así lo valoran.

Asistimos a una sucesión de crisis (financiera del 2008, pandemia de la covid-19, guerra de Ucrania...). ¿Nos tenemos que preparar para vivir siempre baja la incertidumbre y la preocupación constante? En todo caso, ¿cómo han afectado en la práctica todas esas crisis al bolsillo y al bienestar de la ciudadanía de Mallorca?

Las crisis vividas durante los últimos 15 años, como la financiera de 2008 y, más si cabe, la reciente motivada por la irrupción de la covid-19, confirman que ralentización o pérdida de actividad no sólo se traduce en una caída instantánea de empleo, que se recupera cuando el ciclo económico remonta, sino que afecta a la capacidad de generar rentas y, por tanto, bienestar de manera mucho más estructural.

En términos reales, la renta per cápita de Balears retrocedió un 6,8% durante el periodo 2008-2013 (a raíz de la crisis financiera) y un 15% durante el periodo 2019-2021 (a raíz de la pandemia). Estas caídas representan una pérdida de poder adquisitivo real superior, en ambos casos, a la media de las regiones que forman parte de la UE-27 (-1,9% y -1,1%, respectivamente).

De este modo, las islas han pasado de disfrutar de una renta per cápita, ajustada por el poder de paridad de compra, que era un 10,3% superior a la media europea en 2008, a asumir una renta que ya en 2013 era un 4,2% inferior a la media europea. En una línea similar, el decalaje encajado a raíz de la pandemia ha supuesto ampliar este diferencial negativo desde un 2,6% en 2019 a un 18,8% en 2021.  ¡Es un impacto mayúsculo! ¡Somos la cuarta región europea que ha encajado la mayor erosión!

En cualquier caso, cabe tener en cuenta que, al margen de estos dos episodios de fuerte crisis, la erosión del diferencial de renta per cápita de las islas respecto de la UE-27 se viene observando de manera progresiva desde la entrada del nuevo siglo. Así las cosas, Baleares ha ido perdiendo posiciones en el ranking de renta per cápita, de manera que ha pasado de estar entre las regiones más ricas de Europa en 2001 (posición 46 de 233 regiones europeas) a descender en 2007 (a las puertas de la crisis financiera) a la posición 65 y, posteriormente, en 2019 (a las puertas de la pandemia) a la posición 95. En 2021, el archipiélago se sitúa ya en la posición 136 (sobre 233), lo que implica una pérdida de 90 posiciones en los últimos 20 años. ¡Es una pérdida mayúscula! ¡La mayor de todas las regiones de Europa! ¡Algo no estamos haciendo bien! Y, sin embargo, a pesar de su transcendencia, no somo capaces de situar el debate.

La solución pasa por activar palancas de competitividad que, centradas en la eficiencia, la innovación y la sostenibilidad, eleven la productividad y la conviertan en la piedra angular de nuestro patrón de crecimiento. 

 ¿El teletrabajo ha llegado para quedarse? ¿Ya no queremos trabajar por encima de cualquier otra consideración?

La implementación del teletrabajo ha permitido mitigar los impactos de la pandemia en los mercados laborales; sin embargo, la viabilidad del teletrabajo no es la misma para aquellos puestos que requieren con frecuencia de la interacción física con otros, el uso de maquinaria en un lugar específico... que en actividades como la atención telefónica, el procesamiento de datos o la programación informática.

¿Es viable a corto o medio plazo la semana laboral de cuatro días, como se ha planteado en algunos ámbitos?

La reducción de las horas de trabajo puede tener impactos positivos en el bienestar, el empleo, la economía y la productividad, pero también presenta desafíos. No es adecuada para todo tipo de negocios.

¿Se posiciona a favor o en contra de la aplicación de la inteligencia artificial en el ámbito laboral? ¿Puede el capital humano verse amenazado?

A favor. Las nuevas tecnologías digitales inteligentes impactarán cada vez más positivamente sobre la competitividad y productividad de todos los sectores económicos, y las regiones que se excluyan de este mundo perjudicarán a sus ciudadanos, porque perderán peso y relevancia en una carrera en que los demás seguirán progresando exponencialmente.

«En Fundación Impulsa Balears estamos trabajando en el despliegue de una ambiciosa actuación en torno al sistema turístico circular»

¿Cuál es la clava de nuestro liderazgo turístico, en Europa y en el mundo?

En Impulsa Balears estamos convencidos de que nuestro actual liderazgo turístico no responde a nuestra intensidad turística -o número de plazas o número de turistas que somos capaces de atraer, alojar y entretener en poco tiempo-, sino a nuestro potencial turístico -es decir, a la capacidad que hemos cultivado como región para desarrollar y desarrollarnos de la mano del turismo-. En términos de potencial turístico, somos la sexta región entre 315 regiones de 42 países que luchan, con nosotros, por fundamentar su prosperidad en el turismo. No está nada mal.

¿Cuáles son los principales frentes en los que están trabajando en la actualidad la Fundación Balears Impulsa que usted dirige?

Fieles a nuestra misión de facilitar la toma de decisiones de los actores regionales en sus respectivos procesos de reformulación estratégica, estamos inmersos actualmente en el despliegue de una ambiciosa actuación en torno al sistema turístico circular. Estamos convencidos de que ésta es una apuesta de desarrollo regional válida para fijar y alcanzar nuevas aspiraciones de prosperidad, sobre todo si nos decantamos por una visión-región que apunta a un futuro regenerativo, pongamos por caso, a 2050.

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