'Ghosting'

Para los que pertenecen/pertenecemos a otra era geológica, explicaremos que el término ghosting proviene del inglés ghost (fantasma), se refiere a desaparecer como un fantasma y se aplica en aquellos casos en los que estás iniciando una relación (amorosa, personal o profesional) y aunque estés convencido de que todo avanza correctamente de repente un día sin más, esa persona desaparece y no vuelve a dar señales de vida. El “Ja te diré coses” mallorquín de toda la vida. Tanto anglicismo, neotecnologismo, y tanta tontería. En sa roqueta llevamos practicando el ghosting sobre todo amb els forasters desde que los myotragus pacían tranquilamente por las marismas de s’Aranjassa y es Pil·larí.

Mucho se ha escrito sobre el ghosting, hasta parece ser que en breve se estrenarán varias pelis sobre el tema, una protagonizada por Ana Marilyn de Armas Tomar y Chris Evans y otra (Gosteado) dirigida por Dexter Fletcher. Y resulta que cuando todavía no estábamos recuperados del ghosting tradicional, surgen exquisitas y novedosas variedades como el zombieing o dícese del cretino/a/e que reaparece en tu vida después de haberte ghosteado como si nada hubiera pasado. Normalmente, mediante un mensaje de w’app, días eternos mirando si el doble clic se volvía azul como quién mira el predictor que te cambiará la vida y va el muy/la muy/lo muy imbécil y reaparece a lo guadiana, sin pestañear.

Y si no os parecía suficiente (los anglosajones vomitan nuevos términos como si vivieran un día de la marmota perenne haciendo pub crawling en Magalluf) llegan a nuestras pantallas el curving y el benching. El curving es básicamente cuando alguien te rechaza de una forma tan sutil, ambigua y taimada que ni siquiera te das cuenta y suele desembocar en el benching (Plan B), que como su propio y muy anglosajón nombre significa estar en el banquillo, ser suplente, segundo plato o el penúltimo monkey. A la inmensa mayoría de nosotros nos han aplicado la triple vírica, no estoy seguro de que nos hayan curado, pero estoy absolutamente convencido que hemos padecido las dos últimas versiones sin apenas habernos dado cuenta.

Yo personalmente, que vengo del mundo de la publicidad y el marketing, ocupaciones ambas trufadas (muy trufadas) de términos anglosajones, soy muy fan de esas palabras mallorquinas (baleáricas si es que eso existe) que enloquecen a los catalanes porque son tan bàmbols que pentura de tant frisar no tenen cap curolla amb sa que puguin deixonar res sense que els hi fugi es conill i els hi entri un xubec a mitjan horabaixa, un poc abans d’anar a festejar o un poc després d’agafar un bon gat que els hi faci veure bellumes. Meam si assuqui acabarem tots embafats de caps de fava que van forts com verros i encalcen ses famelles per ses voreres de la mar. Te faig unes massions a que si anam amb aquets ormetjos no treurem ni un verderol. Els tords volen baixos i si creus que aquest pic ho faràs millor has begut oli.

Imaginad lo que podríamos conseguir, si Menorca fuera aún una colonia de ultramar de la pérfida Albión, fusionando lo balear con lo anglonormandosajón. La molla de pa (breadcrumbing/migas de pan), una táctica de flirteo a través de pantallas de dispositivos móviles que consiste en enviar pequeñas señales para mantener viva una relación, pero sin implicarse demasiado, arrasaría en los jaleos (ara va de bo), el cushioning que consiste en enviar mensajes de flirteo para mantener activo el contacto aunque no se tenga un interés especial en mantenerlo hasta llegar por fin a la Ley del Hielo, mediante la cual se ignora por completo la opinión, las emociones y hasta la existencia misma de una persona con la que se ha tenido un conflicto ignorándola por completo.

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I si vols menar un llaut elèctric, cridem i sortirem plegats a la mar gran sense fum ni renou.